Los abominables de la 4T

Por Martha Anaya

El primer lugar en la lista de “los abominables del gabinete” se lo lleva, desde Hacienda, Raquel Buenrostro.

Ya saben, en todo gabinete hay buenos y malos, halcones y palomas; funcionarios queridos o detestados, ineptos o eficientes.

La distinción entre unos y otros funcionarios proviene unas veces de adentro del propio equipo, de la posiciones y confrontaciones que suelen tener en sus relaciones de trabajo y en las clásicas reuniones de gabinete.

Otras, por cómo son percibidos por los medios, desde los observatorios de la sociedad; por otros miembros del gobierno, por cómo se comportan en su trato hacia los otros poderes de la Unión.

A partir de ahí, a seis meses en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador va un corte de quienes han ingresado a algunas de estas clasificaciones que los han llevado a ganarse reproches y antipatía pública.

El Premio Mayor –lleva el nombre honorífico de Cruella de Vil- se lo lleva la oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Raquel Buenrostro Sánchez.

En su nombre se concentran los reclamos a la política de austeridad –recortes y bajas de sueldos– de la Cuarta Transformación (aunque debía compartirlos con Carlos Urzúa y el propio Presidente), y al atorón que se ha metido a la economía con la concentración de todas las compras y el desabasto que ha conllevado en algunas áreas.

El segundo lugar lo pelea, a estas alturas, Rocío Nahle, secretaria de Energía. La zacatecana trae a los empresarios –y a sus compañeros de Hacienda– ¡furibundos! Sobre ella recaen señalamientos de “mentirle” al Presidente sobre la refinería de Dos Bocas; reclamos ante su actitud –la califican de prepotente– y su afán de poder y control. Específicamente el área petrolera.

Desbancado quedó el secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, quien en un inicio se convirtió en el villano favorito, debido a la cancelación del Aeropuerto de Texcoco. Por ahora, el ingeniero mecánico ha bajado el perfil, cediendo el paso a nuevos abominables.

Manuel Bartlett, director de la CFE, ha ganado puntos en ese terreno (ya de por sí es de los “malqueridos” entre los propios morenistas). Su presencia entre los aborrecidos a la fecha proviene de la famosa lista que dio a conocer de quienes “desmantelaron” la CFE, pero sobre todo por las versiones –que él desmiente– de que va por la “carbonización del país” y está en contra de la energía limpia.

Presencia fugaz –¡pero luminosa!– entre los funcionarios aborrecidos en estos seis primeros meses, la tuvo el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, por su actuación –a manera de persecución política– ante el titular de la Comisión Reguladora de Energía, Guillermo García Alcocer.

Hay varios más que apuntan ya para ingresar en esta lista de abominables. Unos por comisión, otros por omisión. Pero démosles un poco más de tiempo…