LOS CAMBIOS PROMETIDOS YA NO SERAN POSIBLES. .

/Guillermo Fabela Quiñones /

La esperanza que se tuvo al inicio del sexenio, de hacer realidad un país más justo y con crecimiento real, prácticamente se perdió como lo patentizan hechos que confirman que los cambios prometidos ya no serán posibles. No por culpa de los conservadores sino por la ausencia de políticas públicas orientadas a la transformación del modelo económico, única alternativa para sentar las bases de una sociedad menos desigual y progresista. El tan festinado por el presidente López Obrador aumento salarial a los maestros, se hizo polvo apenas al anunciarse oficialmente. Asimismo, el plan para contener la inflación se derrumbó de inmediato al aumentar el Banco Central a 7 puntos la tasa de interés.

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) decidió instalar un plantón enfrente de la SEP, el cual mantendrá hasta que se cumplan sus demandas: abrogación de la reforma educativa, alza salarial de 100 por ciento, otorgamiento de bases a maestros interinos, desaparición de la Unidad de Medida y Actualización (UMA) para el pago de pensiones y jubilaciones y un programa educativo nacional con la participación del magisterio. Vemos así que la reforma educativa del sexenio de Peña Nieto sigue intocada. Así lo ratifica el incremento de 7.5 por ciento al salario, retroactivo a enero, una remuneración similar al salario promedio mensual registrado en el IMSS: 14 mil 300 pesos, considerando aguinaldo y prima vacacional. Los maestros siguen tratados como empleados prescindibles, cuando son la base de la pirámide social que garantiza una mejor calidad de vida a toda nación democrática.

“¡HAGAMOS PATRIA!”, TODOS NO SOLO EL PUEBLO, COMO SIEMPRE

Lo que está imparable es el alza en la importación de alimentos agropecuarios, por lo que el Ejecutivo decidió exentar temporalmente el pago de arancel a 21 productos de la canasta básica y sus insumos estratégicos, como se apunta en el Paquete contra la Inflación y la Carestía que anunció el secretario de Hacienda. Mientras el Presidente lanzó la consigna “¡Hagamos Patria!” con el propósito de que nuestro país de nueva cuenta sea autosuficiente en alimentos, situación que se mantuvo hasta la llegada de la tecnocracia neoliberal, y continúa hasta la fecha; para asegurarlo fue nombrado titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el tecnócrata Víctor Manuel Villalobos Arámbula.

Cabe recordar que en el sexenio de Ernesto Zedillo se canceló el subsidio a la tortilla “para beneficiar a los mexicanos”, dijo el ahora funcionario de la Universidad de Yale y asesor de organismos trasnacionales; a partir de entonces, el precio de tan vital producto se ha incrementado en 2 mil 700 por ciento. Si realmente hubiera querido “hacer patria” el actual mandatario, tenía todo a su favor para haber echado abajo esa disposición tan deshumanizada y benefactora de grandes oligarcas, como el ya fallecido dueño de Maseca, Roberto González Barrera. No lo hizo por una razón muy simple: en su proyecto real nunca estuvo contemplado poner fin al neoliberalismo económico.

EL DECALOGO NEOLIBERAL CONTINUA INTACTO

Así lo afirma el doctor en Economía José Luis Calva, de quien tomamos los siguientes planteamientos. Señala que “en marzo de 2019 aún se conservaba la esperanza de apuntalar una política fiscal contra cíclica y una robusta política industrial con base en obra pública, y la construcción de un Estado de Bienestar moderno”.

No fue así, sino que se mantuvo intacto el decálogo neoliberal que sintetizó en diez puntos el economista John Williamson: 1. Disciplina fiscal; 2. Recortes presupuestales para evitar desequilibrios fiscales; 3. Cero impuestos nuevos; 4. Liberalización del sistema bancario como se hizo entre 1988 y 1989; 5. Firme apoyo a las exportaciones como principal soporte económico; 6. Liberalización del comercio exterior como lo hizo Miguel de la Madrid y con el TLC ya no hubo nada que liberalizar; 7. Liberalizar la inversión extranjera; 8. Privatización de las empresas públicas más rentables; 9. Desregulación de las actividades económicas y prohibición del control de precios y de cambios; 10. Fortalecimiento por medio del Banco Central de los derechos de propiedad privada.

Todo lo contrario de lo que hizo el presidente Lázaro Cárdenas, quien aplicó una política heterodoxa contraria a la del presidente de Estados Unidos, Herbert Hoover, que favoreció el decrecimiento en 1937-1938. En cambio, en México el PIB aumentó con base, principalmente, en una reforma fiscal con impuestos progresivos y la regulación de tasas de interés, así como la organización de instituciones financieras que permitieron competir con la banca privada en condiciones favorables al país.

EN 1982 CHINA TENIA UN PIB MENOR AL DE MÉXICO

Para Calva “no hay duda que el Consenso de Washington se mantiene en este sexenio, el cual ya terminó prácticamente”. Tampoco la hay, con respecto a que “no fue la pandemia de Covid-19 lo que agravó la situación que padecemos, sino el mal manejo de las políticas macroeconómicas”. En el curso vía Internet Estrategias de Desarrollo Económico. México y Experiencias Paradigmáticas en el Mundo, hace hincapié en la importancia que tuvo para China la política económica heterodoxa impuesta en el régimen de Deng Xiao Ping, llevada a cabo con suma prudencia y eficacia, tanto así que el contraste con México no podía ser más dramático: en 1982 el gigante asiático tenía un PIB menor al de México (859,515 millones de dólares contra 1,081,782); en 2021 tal realidad se invirtió de manera extraordinaria: 24,082,084 contra 2,358,433.

Calva puntualiza que fue muy claro, al inicio del “sexenio del cambio”, la urgencia de poner fin a la ortodoxia económica de la tecnocracia neoliberal. Era una prioridad ineludible poner en marcha una estrategia heterodoxa, como lo hizo el presidente Cárdenas, tan firme que resistió las presiones orientadas a impulsar una industrialización por encima del desarrollo social y el progreso integral del aparato productivo. No lo hizo López Obrador y ahora padecemos un proceso terrible de estancamiento con inflación, cuyas consecuencias repercutirán en los años venideros, más aún si se continúa bajo el dogmatismo del Consenso de Washington. De ahí que estemos entrampados en una realidad que afecta a la población más vulnerable, situación que no será mitigada con los apoyos asistencialistas ni con las crecientes remesas de dólares.

Mientras las políticas públicas neoliberales continúen vigentes, con repercusiones en todos los ámbitos de la vida del país, la demagogia será cada día menos eficaz, más distractora de los problemas de fondo del país, situación que aprovecha la cúpula empresarial para seguir acumulando enormes ganancias, como en los años dorados del neoliberalismo con Carlos Salinas en la Presidencia.

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