/ Amnistía Internacional/
Todas las personas somos titulares de derechos humanos. Entre ellos están los relativos a vivir sin violencia ni discriminación, a gozar del más alto nivel posible de salud física y mental, a recibir educación, a la propiedad, a votar y a ganar el mismo salario por el mismo trabajo.
Pero, en todo el mundo, muchas mujeres y niñas siguen sufriendo discriminación debido a su sexo y a su género. La desigualdad de género es la causa de muchos problemas que afectan de forma desproporcionada a las mujeres y niñas, como la violencia en el seno familiar y la violencia sexual, salarios más bajos, la falta de acceso a la educación y una asistencia sanitaria inadecuada.
Los movimientos de derechos de las mujeres luchan arduamente desde hace muchos años para abordar esta desigualdad, haciendo campaña para cambiar las leyes o tomando las calles para exigir que se respeten sus derechos. Y, en la era digital, han florecido nuevos movimientos, como la campaña #MeToo / #YoTambién, que ponen de manifiesto la prevalencia de la violencia de género y el acoso sexual.
Mediante la investigación, el trabajo de incidencia y las campañas, Amnistía Internacional presiona a quienes están en el poder para que respeten los derechos de las mujeres.
En esta página te contamos la historia de los derechos de las mujeres, qué son realmente estos derechos y qué está haciendo Amnistía.
¿CUÁL ES NUESTRA LUCHA?




¿A qué nos referimos cuando hablamos de derechos de las mujeres? ¿Qué exigimos? He aquí algunos ejemplos de los derechos por los que han luchado a lo largo de siglos y luchan hoy las activistas:
El sufragio femenino
Durante el siglo XIX y principios del XX, la gente empezó a hacer campaña a favor del derecho de las mujeres a votar. En 1893 Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en conceder el voto a las mujeres en el ámbito nacional. Este movimiento creció hasta difundirse en todo el mundo y, gracias a los esfuerzos de todas las personas que participaron en esta lucha, el sufragio femenino es hoy un derecho consagrado en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979).
No obstante, pese a estos cambios, sigue habiendo muchos lugares en todo el mundo donde a las mujeres les es muy difícil ejercer este derecho. Tomemos Siria, por ejemplo, donde las mujeres están apartadas de hecho de la participación en la vida política, también del proceso de paz en curso.
En Pakistán, aunque el voto es un derecho constitucional, en algunas zonas, las mujeres tienen prohibido votar en la práctica porque las figuras poderosas de sus comunidades usan costumbres locales patriarcales para impedirles acudir a las urnas.
Y, en Afganistán, las autoridades han decidido recientemente introducir la fotodetección obligatoria en los colegios electorales, lo que hace que el voto sea problemático para las mujeres en las zonas conservadoras, donde la mayoría de las mujeres se cubren la cara en público.
Amnistía Internacional hace campaña para que todas las mujeres puedan participar efectivamente en el proceso político.
Derechos sexuales y reproductivos
Todas las personas deben poder decidir sobre su propio cuerpo.
Todas y cada una de las mujeres y niñas tienen derechos sexuales y reproductivos. Esto significa que tienen derecho a la igualdad de acceso a servicios de salud como la contracepción y el aborto sin riesgos; a decidir si quieren contraer matrimonio, cuándo y con quién; y a decidir si tener o no descendencia, cuándo y en qué número.
Las mujeres deben poder vivir sin temor a la violencia de género, que abarca la violación y otros actos de violencia sexual, la mutilación genital femenina (MGF), el matrimonio forzado, el embarazo forzado, el aborto forzado y la esterilización forzada.
Pero queda un largo camino para que todas las mujeres gocen de estos derechos.
Por ejemplo, muchas mujeres y niñas de todo el mundo singuen sin tener acceso a un aborto sin riesgos y legal. En varios países, las personas que no pueden o no quieren continuar con el embarazo suelen verse obligadas a tomar una decisión imposible: poner su vida en peligro o ir a la cárcel.
En Argentina, Amnistía Internacional hace campaña junto con defensores y defensoras de base de los derechos humanos para cambiar las estrictas leyes sobre el aborto. Aunque ha habido algunos avances importantes, las mujeres y niñas siguen sometidas a unas leyes que les impiden tomar decisiones sobre su propio cuerpo.
También hemos hecho campaña con éxito en Irlanda e Irlanda del Norte, donde, tras muchas décadas de presión de Amnistía y otros grupos de derechos humanos, hace poco se ha despenalizado el aborto.
En Polonia, Amnistía, junto con más de 200 organizaciones de derechos humanos y derechos de las mujeres de todo el mundo, firmó una declaración conjunta de protesta por un proyecto de ley contra el aborto.
Corea del Sur ha sido testigo recientemente de importantes avances para los derechos sexuales y reproductivos después de muchos años de campaña de Amnistía y otros grupos, que han culminado en una sentencia del Tribunal Constitucional de Corea del Sur que ordena al gobierno despenalizar el aborto en el país y reformar las leyes sobre el aborto, sumamente restrictivas, antes de que termine 2020.
En Burkina Faso, Amnistía Internacional apoya a las mujeres y niñas en su lucha contra el matrimonio forzado, que afecta a un enorme número de niñas, sobre todo en las zonas rurales.
Y, en Sierra Leona, Amnistía Internacional trabaja con comunidades locales como parte de nuestro Programa de Educación en Derechos Humanos, centrado en varias cuestiones relativas a estos derechos, incluida la mutilación genital femenina.
En Zimbabue, hallamos que las mujeres y niñas eran vulnerables a embarazos no deseados y tenían mayor riesgo de contraer la infección por VIH debido a la confusión generalizada en torno al consentimiento sexual y al acceso a servicios de salud sexual. Esto hacía que las niñas sufrieran discriminación, el riesgo de contraer matrimonio precoz, penurias económicas y obstáculos para recibir educación.
En Jordania, Amnistía Internacional ha instado a las autoridades a que dejen de colaborar con el abusivo sistema de “tutela” masculina que controla las vidas de las mujeres y limita su libertad personal, lo que incluye detener a mujeres acusadas de salir de su domicilio sin permiso o de tener relaciones sexuales extramatrimoniales y someterlas a humillantes “pruebas de virginidad”.
Libertad de circulación
La libertad de circulación es el derecho a desplazarse libremente por donde deseemos; no sólo dentro del país en el que vivimos, sino también a visitar otros. Pero muchas mujeres tienen auténticas dificultades en lo que a esto se refiere. A veces no les permiten tener un pasaporte propio o deben contar con el permiso de un tutor varón para viajar.
Por ejemplo, hace poco, en Arabia Saudí triunfó una campaña para permitir que las mujeres conduzcan autos, algo prohibido muchos decenios. Pero, pese a esta victoria histórica, las autoridades siguen persiguiendo y deteniendo a numerosas activistas de los derechos de las mujeres sólo por defender pacíficamente sus derechos.