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/Uriel Flores Aguayo/
En sentido ciudadano y por su papel constitucional y democrático los partidos políticos deben ser vigilados y exigidos. Es mucho lo que están obligados a hacer en nuestro sistema político. No deberían ser un mal necesario como se dice por ahí en sentido negativo. Cuestan algo caros para que su papel resulte pobre.
Hay que hablar de todos, en el poder y en la oposición. Naturalmente los reflectores van a ser atraídos por morena en su carácter hegemónico. De la oposición se habla poco porque ella misma habla poco; vive una prolongada crisis que amenaza con profundizar su irrelevancia.
Morena vive un dilema: se vuelve partido real y democrático o continúa como membrete vertical. En ese camino encontrará desafíos a su identidad y visión de futuro. Se entendía su amplia convocatoria mientras aspiraba al poder; ya no se encuentra justificable en el ejercicio del poder y con predominio absoluto en los poderes ejecutivo y legislativo. Sin análisis ni autocrítica ha seguido en una inercia expansiva sin control. Siguen en el plan de que el fin justifica los medios. En estos momentos ya son una especie de la CNOP de los años 90. Sus problemas organizativos van en paralelo a sus deficiencias teóricas y conceptuales. Sin un ejercicio intelectual queda el mero pragmatismo.
El crecimiento desproporcionado de Morena y su acceso al poder en sentido amplio le plantea prematuros problemas de disciplina, línea política, convivencia democrática, calidad militante y experiencia administrativa, además de la aparición de retos éticos. Ser diferentes y mejores no es cuestión de decirlo únicamente. Deberían preocuparse por no convertirse en una agencia de colocaciones y apostar a la formación política de sus bases y dirigentes para aportar diagnósticos y soluciones a la sociedad. Cometerían un error grave si únicamente se ocupan de asuntos de gobierno, en auto consumo, y se alejan de las inquietudes de la sociedad.
Hay tareas que deben atender urgentemente además de ocuparse de las elecciones. Necesitan tener voz pública y posicionarse constantemente sobre los asuntos importantes para la gente; eso requiere que cuenten con dirigentes de cierto nivel cultural y preparación política. Es indispensable que separen a los funcionarios públicos de los líderes partidarios; esa práctica es nociva y confunde a la gente. Zapatero a tus zapatos. No es difícil que se indique a los funcionarios que dejen de promocionarse y hacer declaraciones políticas. El servicio público exige decoro. Sin eso definitivamente no hay transformación posible.
Morena tiene todo el poder, pero también toda la responsabilidad de ser distinto a lo tradicional. Hacer lo mismo de siempre( clientelismo y patrimonialismo) vacía de sentido cualquier proyecto transformador.
Cuando pasen las elecciones deben hacer un alto en el camino para reflexionar sobre lo caminado y el rumbo a tomar. Si no hablan de sus problemas, los desconocen y no los van a resolver.
Su carácter mayoritario conlleva mayor responsabilidad política y democrática. Deben ser conscientes de que no van a ser eternos y de que deben exigirse más. El poder no es juego ni soberbia, tampoco interés personal y poses, ni simulaciones; el poder que tienen es compromiso y responsabilidad. Por ningún motivo deben confundir propaganda con información ni consignas con ideas. Hasta ahora la han tenido fácil, no deben confiarse en creer que siempre será así.
Las elecciones municipales en curso no hacen distinción en las propuestas de los partidos en lo general ; cuenta la marca pero no es despreciable el perfil de quienes aspiran a los cargos edilicios.
En fin, hablar de Morena es obligado por el papel que juega actualmente en Veracruz y en todo nuestro país. Es deseable que tengan el talento y la convicción de construirse como una opción de ideas claras y formas participativas.
Recadito : agua , agua y agua.