Los “eruditos” del futuro: la ingeniería detrás de una marcha prefabricada .

  • Astrolabio Político .

/ Por: Luis Ramírez Baqueiro /

“El hombre que no teme a las verdades nada tiene que temer de las mentiras”. – Thomas Jefferson.

La política mexicana siempre ha tenido un rincón reservado para la simulación. Pero hay momentos en los que esa simulación deja de ser un acto discreto y se convierte en una puesta en escena abierta, torpe, casi insolente.

El video que circula en redes, de la autoría de Carlos V. Zenteno —y que en pocas horas se ha vuelto referencia obligada— es uno de esos momentos: una radiografía sin filtros del proceso, las manos y los intereses que operaron detrás de la marcha del 15 de noviembre. https://x.com/CarlosVZenteno/status/1989538803069886655?t=p6YESOspx2BkiOriXutk6w&s=19

El material, que combina fragmentos de reuniones preparatorias, declaraciones de los protagonistas y símbolos más que evidentes, no solo exhibe a quienes han intentado capitalizar la movilización, sino que también desnuda la pobreza intelectual y estratégica de quienes se autoproclaman “el futuro de México”. Los mismos que, desde un discurso artificialmente moralista, buscan construir una narrativa de resistencia ciudadana mientras operan con la misma lógica de los viejos grupos de presión que juraban detestar.

Lo que el video revela —y que varios analistas ya han empezado a desmenuzar— es que la marcha no surgió de una indignación espontánea, ni mucho menos de una base social genuinamente articulada. Por el contrario: hubo fecha, hubo padrinos, hubo financiamiento, hubo logística e incluso hubo guion. Un guion diseñado para proyectar la imagen de una sociedad “despierta”, cuando en realidad se trató de un ejercicio de ingeniería política con fines estrictamente electorales.

La línea de tiempo mostrada en la grabación es particularmente reveladora. Desde octubre se realizaron encuentros discretos en los que participaron figuras políticas, operadores digitales, agrupaciones pseudo-ciudadanas y representantes de organizaciones que ya antes habían sido utilizadas como brazos de presión electoral. En esos encuentros se discutió no solo la pertinencia de la marcha, sino su conveniencia para ciertos proyectos que hoy buscan reposicionarse a costa del desgaste institucional o del ruido mediático.

La planeación no deja dudas: se eligió una fecha estratégica, se elaboraron mensajes compartidos, se definieron consignas, y hasta se repartieron roles entre voceros y “líderes ciudadanos” para intentar darle legitimidad al movimiento. Nada quedó al azar. Ni el financiamiento para el traslado de contingentes, ni la pauta en redes, ni la presencia de actores mediáticos específicos.

Lo más inquietante del video no es la planeación en sí —la política siempre ha tenido algo de coreográfica— sino la pretensión de sus protagonistas de presentarse como referentes intelectuales y morales de una nueva generación política. Son, como bien lo define la ironía colectiva en redes, los “eruditos” que presumen una superioridad ética y académica que se desmorona en cuanto abren la boca. Jóvenes formados en discursos prefabricados, más preocupados por likes que por ideas, convencidos de que el futuro les pertenece por decreto y no por mérito.

Ese aire de autosuficiencia es quizá lo que más molesta a la ciudadanía: la contradicción constante entre lo que dicen y lo que hacen. Hablan de democracia, pero operan con estructuras opacas. Hablan de libertad, pero buscan imponer una narrativa única. Hablan de participación ciudadana, pero excluyen o ridiculizan a quienes no se alinean con sus intereses. Y, sobre todo, hablan de futuro, pero exhiben una visión profundamente anclada en viejas prácticas de manipulación.

Lo verdaderamente peligroso no es que estos grupos existan, sino que hoy encuentren un eco amplificado por la polarización. Han aprendido que basta con decir “estamos despertando” para obtener atención, aunque detrás del discurso no haya más que ambición personal y estrategias recicladas. Y mientras tanto, la marcha del 15 de noviembre termina convertida en un producto: un acto de marketing político diseñado para aparentar músculo social donde solo hay ingeniería operativa.

El video obliga a una reflexión más profunda: ¿de verdad queremos que quienes manipulan así la movilización social sean los que definan el rumbo del país? ¿De verdad este es el “futuro” del que tanto presumen? Porque si estos son los “eruditos” que encarnan la nueva generación, México no sólo está repitiendo viejos errores: está caminando hacia ellos con guión en mano.

 

Al tiempo.

 

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