Sin tacto.
por Sergio González Levet
La verdad que después del torbellino de ser padres, que implica una serie de responsabilidades, de acciones, de esfuerzos, de desveladas, ser abuelo no hace gran cosa porque uno, pues uno nada más pone su edad, ya que para ser abuelo si es cierto que tener una cierta edad es un requisito indispensable y ya lo que sigue, como dice el lugarzaso común, es que los abuelos sólo sirven para echar a perder a los nietos para consentirlos, para hacerlos felices, para mal educarlos, para descontrolarlos.
Pero los nietos para los abuelos son toda una bendición. Muchos compañeros de generación y algunos que ya me sobrepasan, me dicen que para ellos ser abuelos es lo máximo en este momento de la vida. Como lo fue en su momento ser padre.
Pero ser abuelo pues sí implica que cuando te cansas de todo el día andar con el chilpayate, te despidas del niño y te vas a tu casa. Y cuando eres padre, cuando te cansas del chilpayate y cuando te cansas del niño, te despides de dormir porque hay que seguir toda la noche que dándole la leche cada tres horas, que levantándose ya sea en la madrugada a buscar un pediatra porque el niño se enfermó -en fin, del niño o la niña, pues la inclusión del lenguaje debe tomarse muy en cuenta siempre que se es abuelo.
Y es una maravilla serlo, lo digo yo que ahora lo soy. Y ser padre fue una maravilla también en su momento y ser hijo también lo puede ser para quienes nos han tocado buenos padres, como a mí, que me tocó el mejor del mundo.
Bueno, ser abuelo es entrar a una dimensión en la que estás tú y llegando al final de la vida empieza uno a ver qué es lo que va a pasar, tal vez en septiembre llego a escribir el testamento con algún buen notario de la ciudad. En fin, piensa uno cómo hace que ya se está acabando la vida y un nieto es eso precisamente, la solución de una nueva vida y entonces esa nueva vida de nuestros días, nos prestan a nosotros ilusión, alegrías, esperanzas y te empiezas a sentir como un poco más rejuvenecido o con un poco más de esperanzas y de ilusiones, sobre todo para la vida que nos resta en adelante.
Ser abuelo es ser otra cosa: es ser una gente irresponsable en la educación y sin embargo, ser la gente más cuidadosa en la educación; ser abuelo es ser consentidor pero también es saber poner los límites exactos para que nuestro hijo de nuestros hijos no vaya a caer en ciertas tentaciones, que son tan tantas y tantas en este mundo.
En fin, ser abuelo es ser feliz y tener una dicha como la que yo tengo, ser dos veces feliz porque además de que la vida me hizo abuelo, a mí me dio la dicha de serlo de una niña inteligente y hermosa.
Yo creo que son todos los nietos hermosos pero bueno, yo hablo de mi caso, qué hacer, que no conozco otro.
Ser abuelo es una maravilla: lo disfruto y quise dedicar este párrafo, este texto, estas líneas a mi nieta a quién hoy le digo eso de ser abuelo y cuando ella se abuela seguramente estará un poco de acuerdo con el viejo que fue su abuelo.
Buenos días, buenos tardes, buenas noches y gracias por leerme.
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