Los pobres y la Asistencia Pública.

**CON SINGULAR ALEGRÍA .

/ POR GILDA MONTAÑO /

Encuentro un documento valioso. Es editado en El Colegio de México, y se llama El Estado como benefactor. Los pobres y la asistencia pública en la Ciudad de México, del año 1877 al 1905. Lo firma María Dolores Lorenzo, investigadora. La autora explora la práctica de las instituciones de auxilio público para los indigentes en la Ciudad de México en esos años. Centra su estudio en las relaciones sociales de los grupos que participaban en la beneficencia pública: las autoridades benefactoras y los indigentes asistidos. Analiza también cómo el auxilio público fue un catalizador de los intereses, los anhelos y las expectativas de los funcionarios que laboraron para la Dirección de Beneficencia Pública y, al mismo tiempo, examina la forma en que ciertos grupos de la población desvalida de la capital mexicana concibieron esta ayuda como una estrategia de subsistencia e incluso como un derecho.

Presenta también una aportación al campo de los estudios de la pobreza urbana y su tratamiento y explora el aprovechamiento de los beneficios que brindó el Estado a los internos y las actitudes de éstos para defender la ayuda que algunos consideraron un derecho consuetudinario. Examina la función de los personajes más notables del ámbito de la asistencia y estudia el andamiaje político de la asistencia social porfiriana en la capital.

Parte del supuesto de que la beneficencia pública, destinada al auxilio de los pobres de la Ciudad de México, se construyó a partir de la interacción de diversos actores sociales con intereses particulares que utilizaban la beneficencia, ya fuera para cubrir sus necesidades (como una estrategia de subsistencia en el caso de los beneficiarios) o, en el caso de los benefactores, para obtener mayores provechos en busca del ascenso social, en el desarrollo de una carrera política o como una forma de ganarse la vida. Señala que los pobres asistidos, tanto como los benefactores, fueron actores interesados, centrales y activos en la conformación de la asistencia.

Finalmente pone en manos de los lectores una visión renovada del quehacer de las élites porfirianas y de los afanes de los pobres en la capital, a finales del siglo XIX y discute aspectos significativos en la construcción de una incipiente política social, y a través de sus preguntas, reflexiona en los posibles caminos y métodos para entender la dimensión múltiple de la pobreza urbana y su tratamiento.

Y lo leo, re leo, y medito mil veces. Me da tanta tristeza que ciento treinta años antes las cosas estaban mejor que hoy. Todavía es tiempo. Emprendamos, por caridad, una grande y buena empresa llena de posibilidades y apoyos para la gente que más lo necesita. Abrámosles espacios, que todos se los merecen. Es cuanto.

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