Los primeros 100.

*La inmaculada percepción .

/ Vianey Esquinca  /

Siguiendo la tradición obradorista, Claudia Sheinbaum dará su informe de 100 días de gobierno en el Zócalo capitalino. Nadie puede decirse sorprendido de las acciones y decisiones que ha tomado, pues todas las anticipó en su campaña.

Si alguien esperaba que no empujara la reforma judicial o la desaparición de los órganos autónomos, es que vivía en un mundo de caramelo. La continuidad de proyecto de Andrés Manuel López Obrador —ya sea por convicción, por devoción, presión o simple inercia— se ha convertido en pieza angular de su propio gobierno. La sombra del tabasqueño no desaparece. Su influencia sigue presente y, aunque no está claro cuánto mueve los hilos, parece que el telón no cae sin su aprobación.

Sin embargo, también hay que decir que la mandataria ha puesto su sello personal, demostrando que puede dirigir el país sin necesidad de ponerse a cantar con Chico Ché en las mañaneras. Las conferencias del pueblo ya no son el festival tropical que fueron con su antecesor, afortunadamente se han hecho más cortas y al grano. Ahora son más sobrias, lo que ha generado la duda si eso les generará interés a los seguidores de López Obrador, acostumbrados a la polémica y al debate fácil. No ha sido tan beligerante con los medios, pero lamentablemente mantuvo la estrategia de fomentar a los “medios alternativos” que siguen haciendo preguntas más dulces que un mazapán.

En el ámbito internacional un día sorprende acudiendo a la reunión del G20 que se llevó a cabo en Río de Janeiro, Brasil y al siguiente avala el gobierno espurio de Nicolás Maduro.

En el terreno de la seguridad, Sheinbaum ha cambiado la estrategia y todo indica que ésta no incluye saludar a mamá de capos ni enviar cartitas navideñas a narco, aunque sigue defendiendo figuras como el gobernador de Sinaloa, del que se ha dicho que tienes nexos con el crimen organizado.

Algo que es completamente distinto a su antecesor, es su posición para defender los derechos de las mujeres y su propósito de lograr la equidad.

En estos 100 días, Sheinbaum no ha tenido que dormir con el enemigo, pero sí gobernar con él. Morena es como una telenovela familiar donde todos se pelean por la herencia y cada personaje tiene su propia trama paralela. Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Macelo Ebrard que alguna vez compitieron por la candidatura presidencial no se destacan precisamente por su “claudismo”.

Además, se ha dedicado a administrar la herencia maldita lopezobradorsista, manteniendo el compromiso de impulsar reformas tan controvertidas como la reforma judicial y la desaparición de órganos autónomos. Los “regalitos” heredados del sexenio anterior también han sido un dolor de cabeza. Tiene un aeropuerto donde los aviones y los pasajeros son tan escasos como los oasis en el desierto; un Tren Maya que todavía busca su rumbo en la selva y que es muy religioso porque sólo Dios sabe si va a llegar a su destino sin problemas técnicos, y una aerolínea nacional a punto de la quiebra. Sin embargo, ella mantiene su defensa con la convicción de quien defiende que los tamales de Oaxaca son mejores que los de Veracruz.

En estas primeras semanas de gobierno su popularidad se mantiene muy alta, según las encuestas publicadas en varios medios mexicanos, pero su administración apenas va comenzando. Tendrá que enfrentar retos colosales: controlar a los egos de Morena, gobernar para todos y no sólo los que votaron por ella y enfrentar pendientes como la inseguridad y la economía, además, por supuesto, de lidiar con alguien tan volátil como Donald Trump que amenaza con ser un huracán categoría 5.