Los reyes de Suecia .

  • Sin tacto.  

/ Por Sergio González Levet /

¿Qué demonios vinieron a hacer los reyes de Suecia a México, en medio de un proceso electoral muy proceloso y con la violencia enseñoreada en todo el país?

La pregunta tiene una respuesta bastante simple, es la coronación de tres años de preparativos que iniciaron con la invitación de los directivos de la empresa sueca Ericsson para que los monarcas vinieran a inaugurar las oficinas que empezaban a construir en nuestro país y que fueron terminadas apenas el mes pasado.

Una visita real de este tipo puede durar varios años en organizarse, de acuerdo con el protocolo sueco, así que no es un hecho extraordinario. Carlos XVI Gustavo y su esposa Silvia de Suecia llegaron a México con una agenda más bien privada, que incluía una visita de cortesía al Palacio Nacional y una comida con el Presidente de la República y su esposa. A eso añada usted una guardia de honor ante los Niños Héroes, una reunión con directivos de las 200 empresas de su país que tienen intereses en México y una emocionante visita a Yucatán y Uxmal, que incluye un recorrido en el Tren Maya (de ahí lo “emocionante”, porque en una de ésas se les descarrilla el ferrocarril, ya ven lo mal hecho que está).

La reina Silvia no va a tener problemas en comunicarse porque habla seis idiomas (y hasta el de señas sueco para mudos) pero además es maestra de castellano. Ella es nacida en Alemania, y su madre tenía origen brasileño y español. Incluso, durante la Segunda Guerra Mundial vivió varios años de su infancia en Sao Paulo y ahí se inició en el conocimiento de los idiomas.

De su fluidez para hablar español dan cuenta las nutridas conversaciones directas que tuvo con Gabriel García Márquez cuando el colombiano recibió el Premio Nobel en 1982. Es famosa la anécdota cuando en la cena de honor actuó un ballet colombiano que bailó cumbias y vallenatos. Gabo se removía en su silla al ritmo de la música de su país, al grado que la reina Silvia le preguntó si sabía bailar.

—Mire, su majestad —le contestó con su humor latino—, lo mío, lo mío es la danza. Escribir no es más que un hobby que practico cuando me deja tiempo el baile.

Como era de esperarse en nuestro Presidente republicano, de izquierda y populista, la visita de los reyes fue ninguneada. A recibirlos en México solamente asistió una Subsecretaria de Relaciones Exteriores y la recepción en Palacio Nacional fue más bien austera.

Las inversiones suecas en nuestro país representan más de 400 millones de dólares, así que su monarca debería recibir una mayor atención, como lo marcan las reglas de la diplomacia. Pero AMLO está solamente preocupado en dejar a su sucesora… y así se perdió otra oportunidad de colocar a México en el podio de las naciones importantes del mundo.

 

sglevet@gmail.com