*Este texto ha sido extraído del artículo: «Autoginefilia: lo que oculta el movimiento trans». De Michael Bayley.
Una forma común de entender la transexualidad hombre a mujer (MtF por sus siglas en inglés) es que todos los transexuales MtF son, en esencia, mujeres atrapadas en cuerpos de hombres. La narrativa estándar de los hombres que hacen la transición a mujeres es algo así: “siempre he sentido que nací en el cuerpo equivocado. Siempre he sido femenina en mis intereses y sentimientos. Mi deseo de cambiar de sexo se refiere a mi identidad de género, y no a mi sexualidad”.
Este es el relato políticamente correcto sobre la transexualidad de hombre a mujer, pero ¿es cierto o sólo es una explicación plausible y comprensible de la disforia de género? El caso es que esta narrativa que sostienen tanto los transexuales como los medios ha sido bautizada ya con un nombre como si se tratara de una teoría etiológica (causal), que Lawrence (2007b) ha llamado “la Teoría del Cerebro Sexual de la transexualidad”. Es decir la suposición de que existiría un fenotipo cerebral «trans».
La idea en síntesis es la siguiente:
“Un transexual es una persona en la que las estructuras del cerebro relacionadas con el sexo, que definen la identidad de género, son exactamente opuestas a los órganos sexuales del cuerpo”.
Sin embargo Ray Blanchard y Michael Bayley no están de acuerdo con esta idea, sobre todo después de haber identificado dos subgrupos de trans.
Los estudios de Blanchard documentan cientos de hombres transexuales (hombres que desean convertirse o se han convertido en mujeres), así como otros individuos varones, en cuanto a su sexo de nacimiento que no desean realizarse cirugía de reasignación de sexo, pero que en ocasiones se presentan a sí mismos, o piensan en sí mismos, como mujeres.
Con respecto a la orientación sexual, Blanchard estudió cuatro grupos aparentemente diferentes de hombres MtF: homosexuales (totalmente atraídos por hombres-homosexual respecto a su sexo de nacimiento), bisexuales, heterosexuales, y asexuales. En los tres estudios clave, Blanchard (1985, 1988, 1989a), mostró que los transexuales homosexuales era diferentes en varios aspectos a los miembros de los otros tres grupos, y que los miembros de estos otros tres grupos, no diferían mucho entre ellos.
Dicho de otra forma existían diferencias significativas entre los trans homosexuales y los trans no homosexuales.
La contribución más importante de Blanchard fue el reconocimiento y la elaboración del fenómeno que unía a los tres tipos de transexuales no homosexuales y que llamó: la autoginefilia. La autoginefilia es “una tendencia de los hombres a sentirse atraídos por la imagen o pensamiento de sí mismos como mujer” (Blanchard, 2005). Una manifestación típica (si no el mismo concepto) de la autoginefilia es el travestismo fetichista, que es un precedente extremadamente común de la actual búsqueda de reasignación de sexo entre los transexuales no homosexuales (pero no en los homosexuales a secas),
El trasvestismo fetichista se considera una parafilia de varones heterosexuales y consiste en la estimulación sexual que se consigue a través de la ropa femenina, naturalmente no de cualquier ropa sino de ciertos complementos como zapatos de tacón, medias, ligas, bragas, etc. Dicho de otro modo el trasvestismo fetichista incluye el disfraz como condimento erótico pero el individuo -que generalmente se trasviste a solas para obtener un goce solitario- no tiene en teoría el deseo de convertirse en mujer y sabe que no es una mujer, y sigue con su vida de hombre heterosexual.
Ahora bien casi todos los transexuales vistos por Blanchard en su investigación tienen entre sus antecendentes estos gustos autoeróticos, si bien la autoginefilia parece haber ido un poco más allá: no solo consiste en vestirse de mujer para obtener un goce suplementario y privado sino que representa una vuelta de tuerca en el goce: se trata de dirigir la libido hacia uno mismo como si una mujer se tratara. Es decir en la autoginefilia es frecuente que la fantasía se dirija hacia imaginarse completamente desnuda y enfocándose en las características anatómicas deseadas. Blanchard considera la autoginefilia como una heterosexualidad dirigida hacia uno mismo. Es decir, los hombres autoginefílicos son como los hombres heterosexuales, excepto que su principal atracción sexual es la imagen de ellos mismos como mujeres.
Sostiene también que los transexuales no homosexuales están motivados por la autoginefilia. Esto es, transexuales no homosexuales experimentan excitación erótica con la idea de convertirse en mujer, y esta excitación les motiva a convertirse en mujeres.
Lo que nos lleva de cabeza hacia el siguiente debate, ¿se trata de una variante de la excitación erótica o más bien de un trastorno de la identidad?
Lo cierto es que no todos los hombres autoginefílicos se convierten en transexuales. Los intereses autoginefílicos abarcan toda una gama, desde el travestismo y la participación en actividades femeninas estereotipadas (por ejemplo: tejer junto a otras mujeres), hasta poseer pechos y genitales femeninos. Es ese último rasgo el que está más fuertemente asociado con la transexualidad autoginefílica.
En mi vida profesional solo he tenido ocasión de conocer a dos transexuales y a unos pocos más travestistas, pero lo que me llamó la atención a pesar de mi escasa casuística es el deseo de ambos casos de tener pechos, ambos eran homosexuales y trans, si bien ninguno de los dos llevó a cabo el proyecto de cambiar de sexo.
Naturalmente Blanchard ha tenido que enfrentarse (a pesar de ser partidario de aprobar las cirugías de reasignación) a muchos escraches profesionales por el rechazo que las comunidades trans llevan acabo frente a la idea de que parte de la dinámica interna de los transexuales sea en realidad de carácter erótico y no identitaria. Por otra parte la idea de que una «erotización hacia uno mismo» pudiera ser catalogada de narcisista, según ellos estigmatizaría de nuevo al movimiento trans. Y lo cierto es que: los transexuales homosexuales MtF son mucho más fáciles de entender para la mayoría de la gente que los transexuales autoginefílicos. Ellos encajan perfectamente en ese relato de «mujeres que viven en el cuerpo de un hombre», sin embargo es bueno recordar que:
La mayoría de los que empiezan su vida como chicos extremadamente femeninos, incluso aquellos cuya feminidad incluye el deseo de convertirse en chicas, no se convierten en transexuales. En los EEUU actuales, la mayoría se convierten en hombres homosexuales
De existir separadamente del trasvestismo fetichista la autoginefilia parece ser una parafilia. Las parafilias son intereses eróticos persistentes, intensos e inusuales. El concepto de parafilia es controvertido, puesto que algunos defienden que es simplemente una palabra para estigmatizar comportamientos sexuales que la mayoría de la gente considera indeseables (Mosher, 2001). Algunas parafilias (por ejemplo, la pedofilia y el sadismo) son dañinas hacia otras personas, mientras otras (autoginefilia y fetichismo) no lo son. Hay dos hechos sobre las parafilias, no tan obvios, que sugieren que esta etiqueta tiene que significar algo más que un simple juicio de valor. Lo primero, es que las parafilias se encuentran casi exclusivamente en hombres (APA 2000, p. 568). Segundo, al menos algunas parafilias tienden a darse juntas. La autoginefilia, por ejemplo, aparece correlacionada con otras parafilias, especialmente con el masoquismo (Lawrence, 2006). Los anuncios de dominatrix, a menudo, ofrecen servicios a travestidos, y los hombres autoginefílicos tienen más tendencia que otros hombres a excitarse sexualmente con estímulos que representan escenas masoquistas. De los hombres que murieron practicando la peligrosa práctica masoquista de la asfixia autoerótica, aproximadamente el 25% eran travestidos, un porcentaje mucho mayor del que uno esperaría con base al número de travestidos no homosexuales que hay en la población total.
Dicho de otra manera: la autoginefilia tiene todas las características de ser una parafilia y compartir fenomenología con todas las demás y darse como el resto de parafilias principalmente en hombres.
Por otra parte Blanchard afirma que los transexuales homosexuales MtF son un subgrupo de, y están relacionados en cuanto al desarrollo con hombres homosexuales no transexuales. Además, enfatiza la manera más eficiente y práctica de distinguir transexuales autoginefílicos de transexuales homosexuales. Los transexuales homosexuales se sienten, sin ningún tipo de ambigüedad, atraídos exclusivamente por hombres; los transexuales autoginefílicos tienen otros patrones de atracción sexual. Es decir, un transexual MtF que declara atracción tanto por hombres como por mujeres, o tiene una historia de atracción por mujeres, o una considerable experiencia sexual con mujeres, o que no tiene atracción por hombres ni por mujeres –cualquier patrón claramente no homosexual- es casi con total seguridad autoginefílico.
O dicho de otra forma: los trans homosexuales sean o no autoginecofilicos se parecen mas a los homosexuales no trans que a los trans autoginecofilicos.