Paralaje/
Liébano Sáenz/
Siempre resulta de la mayor relevancia y pertinencia el debate y el análisis de los temas públicos. La crítica mediática es un rasgo central de la democracia. Los medios no son la opinión pública, pero son agentes centrales en la formación de consensos y disensos no sólo respecto al gobierno, sino a muchos otros temas de la agenda nacional.
La crítica no debe confundirse con la oposición. Puede haber opositores en el ejercicio de la crítica desde los medios y, aunque menos común, periodistas, incluso algunos de excelencia como Miguel Ángel Granados Chapa, que deciden incursionar en la política. También hay medios escritos cuya política editorial e informativa puede tener una clara intencionalidad o posición ante el poder. Todo es permisible. Lo óptimo es que haya medios buscando mantener un equilibrio en la cobertura noticiosa o en la opinión.
El gobernante debe observar lo que se dice de su gestión en los medios, tarea que debe hacerse con la piel dura, el oído fino y manteniendo a distancia la emoción y el prejuicio. Es difícil que así lo asuma quien gobierna, todavía no conozco un gobernante que no se sienta incomprendido al leer o escuchar la crítica; sin embargo, la evaluación objetiva de la prensa sí es responsabilidad profesional de quienes le acompañan.
No soy de la idea que el gobierno haga pública su valoración de los medios. La información que le han presentado al Presidente para que sostenga su dicho de ser el mandatario más atacado es evidentemente incompleta y sesgada. Además, lo que más impacta a la opinión pública no son las columnas, sino los teasers, las primeras planas o la cobertura informativa.
Los políticos tienen una forma muy singular de entender su relación con los medios. Bajo cualquier estándar es difícil justificar las opiniones y los juicios de la autoridad cuando invocan su derecho a la libertad de expresión respecto a periodistas y medios de comunicación, derecho que, por cierto, es propio de los ciudadanos precisamente para defenderse del poder. Las autoridades sólo tienen la obligación de informar con objetividad. Los unicornios y los políticos que aguantan la crítica sí existen, pero todavía nadie ha visto uno.