Por: Zaira Rosas.
Todos requerimos de energía, es probable que al tener la disponibilidad constante de un servicio no valoremos su utilidad hasta que este se vuelve escaso. Fue así que descubrimos cuán necesaria es la luz en nuestras vidas, pero también entendimos el impacto de la globalidad y que la desigualdad prevalece incluso en estos momentos.
En medio de un periodo en el que la electricidad es de las principales fuentes de energía y en el que gran parte de nuestras actividades depende de este servicio, experimentamos múltiples cortes a lo largo y ancho del país, principalmente en el norte. ¿Qué hay detrás? Falta de previsión, dependencia a servicios extranjeros, atraso en el desarrollo de alternativas y evasión constante de responsabilidades.
El clima está fuera del control humano, no podíamos controlar que una tormenta invernal dejará gran parte de los ductos de Texas congelados, debido a lo anterior, el gobernador del lugar decidió cerrar las exportaciones de este producto, el problema es que en México más del 60% de energía eléctrica se produce gracias al gas natural. El gas natural que se utiliza en nuestro país proviene un 70% de Texas.
Lo anterior nos habla de una falta de previsión de los gobiernos y también de la carencia de propuestas para generar energía alterna que funcione ante estas situaciones de emergencia. ¿Por qué se frenaron proyectos que prometían nuevas alternativas? La respuesta está en el mayor cáncer de nuestro país: la corrupción. Pese a los discursos e intentos fallidos de crear propuestas transparentes en beneficio de la comunidad. Aún en nuestros días uno de los mayores conflictos es quiénes están detrás de cada una de las propuestas.
Durante sexenios anteriores se fue privilegiando el uso de gas natural por ser una opción más económica en la producción de energías. Después con la reforma energética los gasoductos terminaron en manos de sectores privados, la gran mayoría proviene de Estados Unidos, a excepción de Carso. Sin embargo, pese a la infinidad de empresas que podrían brindarnos servicios de gas natural y a que sí existe un excedente, no podemos almacenarlo debido a candados legales.
Desde la reforma energética México está obligado a comprar gas a múltiples empresas durante 24 años. La compra es de 30 mil 173 millones de pies cúbicos al día. Nuestro país utiliza al día poco más de 2 mil millones, es decir quedan más de 27 mil millones de pies cúbicos de gas natural. ¿Por qué no lo tenemos en reservas? Porque de acuerdo a la ley de hidrocarburos CFE no puede almacenar todo el torrente de gas que está obligado a comprar, por lo que debe venderse.
En medio de estas circunstancias nos vemos obligados a generar alternativas, mismas que tengan miras al futuro, que busquen el menor impacto ambiental. En México contamos con recursos naturales suficientes, pero constantemente los dañamos en beneficio de las instituciones, dejando de lado a las comunidades del entorno. A lo largo de los años se han brindado contratos para explotación minera a extranjeros, se han entregado mantos acuíferos e incluso la industria local ha contribuido a la destrucción de los ecosistemas.
Lo ocurrido es una alerta contundente para transformar el sector energético y reconsiderar la generación de otros tipos de energía, además de dar prioridad a proyectos pensando en el bienestar social, pues los apagones y la falta de estrategias ante los cortes de energía terminan impactando también económicamente, hay un alza en el costo de los productos, por ende, los más afectados son los sectores ya de por sí desfavorecidos. Después de todos los cortes urge un plan de acción.