* Enrique Krauze negó haber participado en esta estrategia de guerra sucia.
Cdmx. 14 marzo 2019.- Luego de que el ITESO diera a conocer la red de AMLOVe para perseguir, acusar y desacreditar a detractores del Presidente de la Republica el diario Eje central retoma una información ya publicada en pejeleakos por Tatiana Clouthier y profundiza en lo que llama “Operación Berlín”, donde supuestamente Enrique Krauze operó junto con un grupo de empresarios e intelectuales una campaña de guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador para impedir que llegara a la Presidencia de la República.
De acuerdo con un reportaje de Eje Central, desde mediados del 2016, los empresarios Francisco Agustín Coppel Luken, presidente y director general de Grupo Coppel; Alejandro Ramírez Magaña, director general de Cinépolis y el entonces presidente del Consejo Mexicano de Negocios, y Germán Larrea Mota-Velasco, presidente del Consejo de Administración de Grupo México, destinaron cuantiosos recursos para financiar la campaña negativa en contra de AMLO.
Y el encargado de orquestar la campaña fue el historiador Enrique Krauze director de la revista Letras Libres y de Editorial Clío, junto con el crítico literario Fernando García Ramírez, quien actualmente es columnista del diario El Financiero.
El reportaje publicado por Juan Carlos Rodríguez en Eje Central reveló que fue Krauze quien dirigió la campaña y sostuvo reuniones mensuales con el grupo de empresarios en unas oficinas localizadas en Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México, mediante información obtenida mediante uno de los colaboradores del proyecto quien de manera anónima les proporcionó datos y les mostró las conversaciones por chat en las que recibía instrucciones de los adversarios de AMLO.
Además, el personaje que permanece en el anonimato para evitar represalias, les entregó una serie de documentos, entre ellos recibos que la empresa Coppel expidió a su nombre por el pago de sus servicios.
Y aunque Krauze nunca acudió a la casa ubicada en la calle de Berlín, número 245, en la colonia Del Carmen, alcaldía de Coyoacán, en la Ciudad de México, el lugar desde donde se operaban estos sitios para tratar de echar abajo las posibilidades de que AMLO llegara a la Presidencia, fue el encargado de reclutar a los “intelectuales de alto rendimiento” que elaboraran materiales para atacar a AMLO desde sitios de internet y perfiles de Facebook como Populismo Autoritario, Napoleopez y Prensa México.
Mediante citas en restaurantes Krauze dio el visto bueno a cada una de las personas que trabajaban en el cuarto de guerra donde se generó la guerra sucia contra López Obrador, asegurándose de contar con elementos que pudieran convertirse en “una especie de mercenarios de la propaganda política”.
Para lograr su objetivo, Krauze sedujo al personal encargado de difundir noticias falsas par infundir miedo entre los ciudadanos, con la falsa expectativa de que en un futuro formarían parte de las filas de Letras Libres y les prometió incursionar en proyectos editoriales o de investigación de su autoría.
En una especie de examen, Krauze les preguntaba a las personas elegidas lo que pensaban sobre López Obrador para asegurarse de que cumplían con el perfil necesario para integrarse al cuarto de guerra sucia y cuando los examinados le respondían con elogios sobre sus ensayos contra “el mesías tropical” o calificaban a AMLO como un personaje megalómano y obsesionado con el poder, surgía la empatía y ya en confianza, les revelaba sus verdaderas intenciones.
Tras describir a AMLO como “un político intolerante y explosivo” que seguía siendo “un peligro para México”, Krauze les confiaba que no se podía permitir que López Obrador llegara a la Presidencia, para dar paso a invitarlos a formar parte de su grupo de “intelectuales de alto rendimiento”.
“Me preguntó que si deseaba incorporarme. Y yo, emocionado y pensando que me sumaría a sus huestes intelectuales, le respondí que sí”, detalló uno de los ex trabajadores al diario Eje Central.
Según el extenso reportaje, la estrategia de guerra se puso en marcha formalmente en la fría y vieja casona de Berlín 245 en marzo de 2017 y contó con la participación de más de 100 personas, entre ellos publicistas, diseñadores, editores de video y community manager, quienes se encargaban de procesar 20 guiones diarios y descargar las frustraciones de sus jefes, realizando perfiles falsos, páginas de repudio, videos y memes contra AMLO.
Desde ese momento, el papel de Krauze fue dirigir los ataques, aprobar las estrategias e idear la campaña en contra del entonces candidato presidencial.
Una de esas campañas fue dirigida hacia el doctor de la Universidad Nacional Autónoma de México, John Mill Ackerman, a quien por su colaboración en el canal de noticias Russia Today (RT) se le trató de hacer pasar como agente de Moscú con el fin de relacionar la campaña de López Obrador con Rusia y hacer un escándalo mediático parecido al acontecido en las elecciones de Estados Unidos en las que Donald Trump resultó electo.
Sin embargo, esta campaña y la de una posible hackeo al sistema virtual del Instituto Nacional Electoral, se desinflaron por completo cuando el propio López Obrador subió un video a sus redes sociales, en el cual haciendo uso de la ironía, dijo estar en las costas de Veracruz esperando el “submarino que nos traerá el oro de Moscú” y se autoproclamó como “Andresmanuelovich”.
La propia Tatiana Clouthier, quien coordinó la campaña presidencial de AMLO en 2018, descubrió la participación de Enrique Krauze en este grupo encubierto y reveló datos sobre el origen de la página PejeLeaks.org, la cual se dedicó a atacar y denostar al excandidato presidencial de la izquierda para que no pudiera ganar la elección de 2018.
“Más indagaciones me llevaron a descubrir que la página de Pejeleaks había sido comprada en Panamá, operada desde Los Ángeles, California, y su financiamiento provenía, como se había contado, de empresarios mexicanos. Más tarde descubrí que se trataba de trabajos que Fernando García Ramírez, mano derecha de Enrique Krauze, le encargaba”.
En su texto, Clouthier asegura que “Enrique Krauze ha prestado servicios a los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, realizando metódicos y persistentes ataques contra López Obrador. En los últimos 10 años, Krauze ha recibido el apoyo financiero del Grupo Coppel y, en particular, de Agustín Coppel”.
Finalmente, el reportaje de Eje Central, explica que a un mes de que terminara la campaña presidencial y con un Andrés Manuel López Obrador en lo más alto de las preferencias electorales, Krauze decidió tirar la toalla y en una reunión con sus patrocinadores, les dijo que “dejaba el proyecto, su salida del país era inevitable y que se refugiaría en Nueva York.
“Pasaré seis meses en México y los otros seis en Estados Unidos” señala el rotativo.
Enrique Krauze. Foto: Especial
Al igual que Krauze, el magnate Germán Larrea abandonó el proyecto y el único que permaneció al pie del cañón fue el empresario Agustín Coppel, “quien habría dicho que pondría el dinero que aportaba Grupo México “y hasta más”.
Pese a la contundencia de la información, Enrique Krauze negó haber participado en esta estrategia de guerra sucia.
A pregunta expresa de Eje Central sobre su participación en esta trama, respondió: “He leído los párralos (del libro Juntos Haremos Historia de Tatiana Clouthier) que me aluden. No hay una palabra que sea verdad. Le agradezco su interés y leeré su reportaje. Un abrazo afectuoso”.
Enrique Krauze. Foto: Especial
¿Qué temía perder Enrique Krauze?
La oposición a López Obrador por parte de Enrique Krauze no sólo es ideológica sino también por intereses económicos. Aunque siempre se ha asumido como un “intelectual” libre que no tiene vínculos con los gobiernos en turno, esto no es del todo cierto.
El historiador Enrique Krauze se convirtió en el sexenio pasado en el contratista consentido de Enrique Peña Nieto. Desde que el priista llegó al poder, el director de Letras Libres había sido beneficiado hasta octubre de 2017 con múltiples contratos por más de 53 millones de pesos, de acuerdo con un reportaje que publicamos en esta revista y en ese entonces titulamos “Enrique Krauze, el contratista intelectual consentido de Peña Nieto”.