Lo que dijo Paco Ignacio Taibo II en la mañanera no es “una opinión polémica” más: es un ejemplo clarísimo de machismo institucional camuflado de sentido común. Aquí vamos a desmenuzarlo como si estuviéramos pelando una cebolla ideológica, capa por capa, hasta que pique los ojos.
Capa 1: el sesgo disfrazado de objetividad
Cuando un funcionario dice que “no merece la pena enviar un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo”, no está opinando sobre calidad literaria: está naturalizando un estereotipo, el de que la producción cultural de las mujeres debe justificarse más, rendir más, o demostrar algo extra para ser tomada en serio.
Si hubiera dicho simplemente “no se publican libros malos”, no habría noticia. Pero al introducir “escrito por una mujer” convierte un comentario editorial en un juicio de género. No está hablando de un texto; está hablando del valor simbólico de las autoras. Eso es machismo institucional: un sesgo estructural expresado desde el poder.
Capa 2: las cifras no justifican la exclusión
Taibo reconoce que “hay una presión enorme” porque el 40 o 50 % de las salas de lectura están lideradas por mujeres. Y lo menciona como si fuera una molestia. En realidad, es un dato que evidencia lo contrario: las mujeres sostienen gran parte de la infraestructura cultural de base en México, sin que eso se traduzca en reconocimiento editorial.
Cuando quienes más leen, organizan y sostienen la lectura son mujeres, es perfectamente lógico exigir representación en el canon literario y en las publicaciones públicas. No es una cuota artificial: es justicia simbólica y cultural.
Capa 3: el doble rasero político
El remate es igual de revelador que el comentario: la presidenta se ríe. Si ese mismo comentario viniera de un opositor, habría indignación inmediata y discursos sobre igualdad. Pero como viene de alguien afín, se le quita gravedad. Eso es doble estándar político: lo que se denuncia en el enemigo se justifica en el aliado.
Y el feminismo no es banderita decorativa para usar solo cuando conviene; es principio transversal. Reír ante un comentario machista también es avalarlo.
Capa 4: lo que de verdad está en juego
La literatura no es neutra: construye memoria, canon, identidad colectiva. Si se excluyen o desprecian sistemáticamente las voces femeninas, lo que se perpetúa es un canon masculino hegemónico que borra experiencias, sensibilidades y miradas que son igual de válidas. No es un problema de “un poema malo”, es un problema de quién decide qué merece ser leído y quién no.
Reiteramos: Cuando Paco Ignacio Taibo II dice que no merece la pena publicar “un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo”, no está hablando de literatura: está ejerciendo poder para menospreciar simbólicamente a las autoras.
No es una frase “mal entendida”. Es machismo institucional desde un cargo público.
Que la presidenta se ría solo confirma que el doble rasero está vivo: si esto lo dijera un opositor, la reacción sería distinta. El feminismo no es opcional ni decorativo.
Las mujeres no solo leen: sostienen clubes, círculos y redes culturales. Exigir representación no es capricho, es justicia cultural.
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