Malito.

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/ Tere Vale /

El sistema de partidos de nuestro país está simple y sencillamente malito, muy malito, diría yo. Después de la derrota aplastante que sufrieron el PRI y el PAN (del PRD ya ni hablamos por su inminente paso a mejor vida) el pasado 2 de junio, los dirigentes políticos de estos partidos continúan disfrutando de sus posiciones y contando los días para ocupar sus curules en el Senado de la República. Es más, el Sr. Moreno, al momento de escribir este texto se consolida para liderar lo que queda del PRI hasta el 2032, si es que para entonces existe este instituto político.

Del dirigente del PAN podemos decir que maniobra hábilmente para “heredar” su puesto a alguno de su camarilla. En fin, estamos en problemas una vez más.

Ni dignidad, ni congruencia, ni formas democráticas para enfrentar la derrota, solo ambiciones personales y apego a sus pequeñas cuotas de poder. La democracia en México pasa por un pésimo momento. Si a esto sumamos una ciudadanía cansada de los políticos, sus mentiras y sus mañas —y aquí hablo de todos los partidos que existen en nuestro país—, el horizonte parece ominoso para los derechos humanos y nuestras libertades. Nos costó más de 70 años liberarnos de ser gobernados por un partido hegemónico y al parecer se avizora nuevamente un futuro con partido único y con una concentración de poder pocas veces vista.

Pienso en China, uno de los países más poblados del mundo con casi 1,500 millones de habitantes y con todo el poder en manos del Partido Comunista Chino, sin elecciones y una economía de mercado bastante semejante al censurado neoliberalismo. O pienso en Cuba, otro ejemplo del avasallamiento logrado en 60 años de dictadura por un partido único. En ambos casos, las consecuencias de la falta de opciones políticas han sido gravísimas para la democracia.

Existe una vinculación indisoluble entre la existencia de partidos políticos y la democracia representativa. Si los ciudadanos queremos tener distintas opciones y propuestas para decidir cómo y quién nos gobierna, la existencia de los partidos es indispensable, no solo por lo anterior sino porque los diversos proyectos políticos y enfoques permiten un juego de contrapesos y equilibrios que nos acercan a la diversidad, a la necesidad de buscar consensos y a dar voz a las minorías.

En México necesitamos, como antes y como siempre, alternativas de gobierno que nos alejen de los gobiernos autoritarios y de los Estados no democráticos, para decirlo suavemente. Me asusta la posibilidad de un partido hegemónico, rodeado de comparsas, que decide apoderarse de las instituciones para su destrucción y uso.

El Sr. Moreno y el Sr. Cortés deberían reflexionar seriamente sobre lo que implican sus ambiciones personales para el futuro de la democracia en nuestro país.

PD: De acuerdo con la física actual, al parecer el universo no es infinito. Eso sí, para satisfacción de Einstein, la estupidez humana sí lo es.

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