*Prosa aprisa.
/ Arturo Reyes Isidoro /
Apenas iba en el cuarto mes el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez cuando Manuel Huerta le hizo la primera crítica y reparó el primer entuerto de su administración.
Con toda desfachatez, la entonces secretaria del Trabajo, María Guadalupe Argüelles Lozano, en un abierto caso de nepotismo, había nombrado a su hija Quetzalli Cárdenas Argüelles como jefa del Departamento Jurídico y de Amparos en la Secretaría a su cargo, o sea, además de su hija era su empleada.
La funcionaria trató de justificarse y evitar el escándalo para lo cual reunió a todos los trabajadores y les dijo que había nombrado a su retoño porque “es honesta, tiene el perfil y participó de manera destacada para que se diera el cambio verdadero” y porque había cumplido con todos los requisitos para obtener el empleo y había pasado los tres filtros que había pedido el gobernador.
La mujer dijo a los trabajadores, que, sin darse cuenta ella, estaban videograbando todo, que les informaba y les aclaraba “para evitar malos entendidos”.
“Es mi hija y no por ser mi hija está ahí, sino porque es parte de esta transformación y por eso se los informo, para que no se diga que esto es nepotismo, ella es una empleada más como todos ustedes y como tal va a ser tratada”.
El domingo 3 de marzo los trabajadores subieron el video a las redes y entonces la reportera Claudia Montero, del portal alcalorpolitico, se dio a la tarea de investigar y obtuvo que con el nombramiento se violaba la Ley de Responsabilidades Administrativas para el estado de Veracruz, que en el artículo 2 fracción V señala como conflicto de interés la posible afectación del desempeño imparcial y objetivo de las funciones de los servidores públicos, en razón de intereses personales, familiares o de negocios.
El martes 5 la secretaria del Trabajo dio marcha atrás luego de que el entonces secretario de Bienestar, Manuel Huerta, tronó. Dijo que en caso de que existiera nepotismo se debería revisar y actuar pues estaba seguro que el gobernador Cuitláhuac García no estaba de acuerdo con ello, que esa no era la forma de actuar de Morena y que el presidente López Obrador había sido muy claro sobre ese tema; que se trataba de un caso de principios y de ética.
Como consecuencia, en lugar de que la Secretaria diera la cara y respondiera, el gobernador salió en su defensa, negó la especie aunque aceptó que “sí tuvo la intención” (a partir de entonces siempre hizo lo mismo).
Me ocupé del caso y en Prosa aprisa del 6 de marzo de 2019 publiqué: Una definición de nepotismo (https://definición.de/nepotismo/) dice: “En los Estados donde rige la meritocracia (un sistema para el cual el mérito justifica el ascenso en el marco de una escala jerárquica), el nepotismo está considerado como un acto de corrupción. No se acepta, a nivel social, que un dirigente político decida destinar recursos públicos a un familiar o amigo por cuestiones de simpatía o afecto”.
Lo he recordado y citado porque la actitud crítica de Manuel Huerta, ahora senador electo, hacia el gobierno de Cuitláhuac García no es nueva y en repetidas ocasiones ha dicho que con las malas decisiones y actuaciones se rompió el espíritu que animaba en sus orígenes al movimiento que propició López Obrador.
Casi seis años después, el viejo luchador social no baja la guardia y no pierde de vista el objetivo inicial que animó a lo que hoy es Morena, ahora ya en el poder, y por lo que él y muchos más, hombres y mujeres, lucharon e incluso sufrieron represión. Eso explica por qué su reiterada crítica a la reconstrucción del estadio Luis “Pirata” de la Fuente cuando, como insiste, había otras prioridades.
Ayer, al anunciar su próximo retorno al estado y a sus actividades, la gobernadora electa Rocío Nahle dijo acerca de él: “Respecto a los comentarios vertidos por el senador de Morena, Manuel Huerta, solo puedo expresar que cada quien es responsable de sus dichos y actos. Él fue delegado federal en este sexenio y tenía relación con funcionarios y con el Gobierno del Estado”. O sea, como quien dice, él los conoce bien y sabe lo que dice.
Mucho se comentó en el sexenio que el exdelegado de Bienestar era el hombre fuerte de Morena, tanto por su trabajo en “territorio” con los programas sociales como por su cercanía con el presidente López Obrador. Por lo que se vio recientemente, todo apunta a que aunque en otra posición, seguirá siendo un hombre fuerte en el estado pero ahora de la presidenta Claudia Sheinbaum.
El jueves pasado, luego de que se convirtió en la primera Presidenta electa de México en 203 años de la república, ya con su nueva representación, hubo un detalle como lo comenté en Prosa aprisa del viernes: Manuel le envió un mensaje tuteándola, algo que no permite el protocolo a menos que verdaderamente tengan mucha confianza y sean verdaderos camaradas.
“Querida Presidenta electa Claudia Sheinbaum, en nombre del pueblo de Veracruz (este detalle se le pasó a Rocío) y con el corazón lleno de orgullo, quiero felicitarte por este histórico y trascendental momento en la vida de nuestra nación.
Fui testigo del inicio de una nueva era en #México, al recibir del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la constancia que te acredita oficialmente como la ganadora de las elecciones celebradas el pasado 2 de junio. Esta victoria no solo es tuya, como bien dices, sino de todas y todos los mexicanos que trabajamos para construir un país más justo e igualitario”.
Pero hubo otro detalle más, todavía más significativo porque ocurrió en medio de la multitud que la vitoreaba y a la vista de todos, incluso con transmisión abierta de televisión a través de las redes sociales. Cuando se encontraron de frente hubo un breve intercambio de palabras, sonriendo se acercaron y terminaron fundiéndose en un fuerte abrazo, cálido, de varios segundos, que quién sabe que le dijo él al oído que ella no dejaba de sonreír y también lo apretaba.
No vi otro caso igual ni creo que lo hubo, incluso tuvo lugar el abierto rechazo de ella a Gerardo Fernández Noroña, dirigente nacional del PT, su aliado, a quien evitó y negó el saludo de mano.
¿Cuántos veracruzanos más se pueden dar el lujo de tutear a la nueva presidenta y cuántos pueden presumir de recibir un abrazo sentido de parte de ella? Manuel será un factor de opinión sobre Veracruz, pienso, y seguirá siendo un hombre fuerte, políticamente hablando, incluso ahora con voz y tribuna en la Cámara alta del Congreso de la Unión, con otro detalle: que se sepa no se quedará en la comodidad de su escaño en el Senado y continuará recorriendo el estado, en “territorio”, cercano al pueblo.
A falta de una oposición fuerte, cuánto se tiene que celebrar que haya una voz crítica y autocrítica como Manuel Huerta, y que sea un acicate para los malos funcionarios, hombres y mujeres, de su partido en el gobierno.