Marcó la historia volando alto: Emma Encinas, la primera mujer piloto mexicana.

*Emma Encinas, la primera mujer piloto mexicana, rompió barreras de género en los años 30, inspirando a futuras generaciones de aviadoras.

26.10.2024.- Ciudad de México.- Se conmemoró el natalicio de una de las pioneras más audaces de la aviación mexicana: Emma Catalina Encinas Aguayo, una mujer que desafió las alturas y los estereotipos de género del siglo 20. Con tan solo 23 años, en los años 30 Emma se convirtió en la primera mujer piloto aviadora de México, inscribiendo su nombre en los cielos de la historia.

En una coincidencia simbólica, el 24 de octubre también marca la celebración del Día de las Naciones Unidas, una fecha que destaca el compromiso global con los derechos humanos y la igualdad, valores con los que Emma estaba profundamente identificada, según su familia, ya que sentía una gran afinidad con la labor de la ONU.

Nacida en 1909 en Mineral de Dolores, Chihuahua, Emma demostró desde muy joven una voluntad férrea. Sus primeros años transcurrieron lejos de los aviones, mientras estudiaba en un colegio de monjas en Los Ángeles, Estados Unidos. Pero el destino tenía otros planes para ella. Durante una visita a las famosas “All Women Air Races”, un evento de mujeres aviadoras en Santa Mónica, California, el ruido ensordecedor de los motores y la vista de mujeres audaces desafiando el cielo sembraron en ella una semilla de curiosidad que pronto se convertiría en pasión.

De regreso a Chihuahua, su destino tomó un giro inesperado cuando una amiga la invitó a una visita al campo de aviación local. Fue en ese momento, mientras sentía el viento en la cara dentro de un biplano Spartan, que Emma supo que quería volar. Aquella joven llena de ambiciones comenzó a forjar su camino hacia los cielos.

“Quería aprender a volar y volaría” 

Con esa determinación, Emma se inscribió en la Escuela de Aviación “Roberto Fierro” en Chihuahua. El curso de vuelo no fue ni fácil ni barato, pero su madre la apoyó incondicionalmente para que pudiera seguir adelante. A pesar de las bromas de sus compañeros, Emma perseveró con firmeza.

En 1932, justo cuando estaba lista para realizar su primer “solo” —el vuelo en solitario que consolidaría su formación como piloto—, sus planes parecieron truncarse cuando la escuela de aviación se trasladó a Monterrey, obligándola a interrumpir sus estudios. Sin embargo, poco después, encontró la oportunidad de continuar sus prácticas en la Ciudad de México, lo que le permitió seguir su camino hacia la aviación.

El vuelo hacia la inmortalidad

El 20 de noviembre de 1932, en el marco de las festividades por la Revolución Mexicana, llegó el día que cambiaría la vida de Emma. Bajo la atenta mirada de sus instructores y de miles de asistentes que presenciaban el desfile militar, Emma despegó en su biplano Spartan, nerviosa pero decidida.

Por primera vez voló en solitario sobre los cielos de la Ciudad de México, realizando maniobras acrobáticas y aterrizajes impecables. Al regresar al hangar fue recibida como una heroína por sus compañeros, quienes la llevaron en hombros hasta el Zócalo, donde concluía el desfile.

Días después, el 4 de diciembre de 1932, presentó su examen oficial ante los sinodales del Departamento de Aeronáutica Civil, obteniendo su tan ansiada licencia de piloto aviador. Se convirtió así en la primera mujer mexicana en alcanzar este logro, abriendo las puertas a una nueva generación de mujeres en la aviación.

Rompiendo los techos de cristal del cielo

Emma contrajo matrimonio con el doctor Gutiérrez Suárez y se mudó a Tehuantepec, Oaxaca, donde no tuvo la oportunidad de seguir volando. Esto la llevó a pausar su carrera aeronáutica para dedicarse a su familia. Años después, regresó al mundo de la aviación como jefa de relaciones públicas de American Airlines en México, continuando su labor de abrir caminos en un sector históricamente dominado por los hombres.

Su nombre, sin embargo, no se ha perdido entre las nubes. La Oficina para Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de la OACI le ha rendido un emotivo homenaje a su legado nombrando su Salón de Conferencias en la Ciudad de México Emma Catalina Encinas Aguayo, reconociendo así su contribución y valor como pionera en la aviación civil.

El legado de Emma Catalina, como primera mujer piloto aviadora de México, resuena con el trabajo actual de la OACI por fomentar la participación de las mujeres en la aviación y reducir la brecha de género.

Inspirar a más niñas y mujeres a interesarse por carreras en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM) es fundamental no solo para la igualdad, sino también para incrementar el personal en este sector. Con la creación del Programa OACI para la Igualdad de Género, la aviación global reconoce que, así como lo hizo Emma hace casi un siglo, es esencial seguir promoviendo el acceso equitativo para las mujeres y romper los techos de cristal en los cielos del futuro.

Foto: © La Prensa

Más que una piloto

Emma no solo se destacó en la aviación. En los años 50 fue una firme promotora del derecho de las mujeres a votar. En 1953 se desempeñó como productora de televisión en la Ciudad de México, creando programas educativos que abordaban los problemas de las mujeres y su responsabilidad como votantes.

Además, escribió artículos para diversos periódicos mexicanos y tradujo cerca de 300 artículos, libros y novelas de idiomas como inglés, francés, portugués y ruso al español. Se desempeñó como intérprete en Naciones Unidas y fue traductora oficial del expresidente Luis Echeverría Álvarez.

“Emma Catalina era políglota y afirmaba que el conocimiento de varios idiomas facilitaba el entendimiento entre los seres humanos por más diversas que fuesen sus culturas”, comentó Eduardo Olmedo Aguayo, sobrino de Emma, a Naciones Unidas.

Legado e inspiración

Hoy, México cuenta con más de mil mujeres pilotos. A nivel mundial, solo el 4% de los pilotos comerciales son mujeres, un número aún pequeño, pero que sigue creciendo gracias a la implementación de acciones afirmativas por la igualdad de género en este sector.

“Hoy, en su cumpleaños, recuerdo a mi tía no solamente por haber sido la primera mujer aviadora mexicana, hazaña que no hubiera logrado sin la firmeza de su carácter y la claridad de sus objetivos”, agregó su sobrino.

Emma le abrió los cielos a las mujeres, indicó, creando una poderosa conexión que ha permitido que miles de aviadoras sigan sus pasos. Su lema favorito en momentos difíciles era: “Si no se puede, también lo hacemos”, indicó.

Recordar a Emma no solo es celebrar a la primera mujer piloto aviadora de México, sino a una mujer que, con valentía y determinación, escribió su nombre en los anales de la historia aeronáutica y social. Emma Catalina Encinas Aguayo demostró que los sueños, por muy grandes que sean, siempre están al alcance de quienes se atreven a volar.

Texto:  Luis Arroyo | Centro de Información de las Naciones Unidas en México, Cuba y República Dominicana