*Escrito por Wendy Rayón Garay .
22.01.2025 /Cimac Noticias.com/ Ciudad de México.- También conocida como ‘La Divina’, María Anna Cecilia Sofía Kalogeropulu es considerada la cantante de ópera más eminente del siglo XX por su bel canto y realizar el “agudo de México”, una de sus notas más altas cantada en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.
Aunque los últimos años de su vida estuvieron expuestos en la prensa rosa, su historia va más allá de sus relaciones de pareja.
De acuerdo con el ensayo ‘María Callas: como el eco de la campana piadosa’, la cantante nació el 2 de diciembre de 1923 en Nueva York, Estados Unidos. Fue hija de Evangelina Dimitriadis y George Kalogerópoulos, una pareja de inmigrantes griegos. Su padre, quien era farmacéutico, abrió un negocio familiar en un barrio griego de Manhattan y cambió su apellido a ‘Callas’ por la complejidad del suyo.
En 1937 sus padres se separaron, por lo que María tuvo que mudarse a Grecia junto a su madre y hermana. Ahí comenzó su formación en el Conservatorio Nacional de Atenas con apenas 14 años. Algunas de sus profesoras fueron la soprano María Trivella y Elvira de Hidalgo quien le enseñó el bel canto romántico italiano.
En febrero de 1942 debutó en el Teatro Lírico Nacional de Atenas con la ópera Boccaccio y consiguió su primer éxito en agosto del mismo año con Tosca en la Ópera de Atenas. Sin embargo, debido al conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial, María decidió volver a Estados Unidos con su padre.
Rechazó la oferta de Edward Johnson, director general del Metropolitan Ópera House para debutar en Estados Unidos con papeles principales en dos producciones. En cambio, esperó hasta enero de 1947 con la ópera Turandot en Chicago. Más tarde, aceptó trabajar con Giovanni Zenatello, director de la Arena de Verona, para cantar La Gioconda en Italia. Ahí conoció a su primer esposo, Giovanni Batista Meneghini, quien era treinta años mayor que ella.
Gracias al apoyo económico de Giovanni Batista, después de la ópera, pudo continuar con sus estudios en canto hasta que pudo debutar en Venecia y Buenos Aires. En 1949 se casó y se cambió el nombre a María Meneghini Callas. En ese mismo año, se convirtió en ‘la voz de Italia’ al presentarse en I puritani de Vicencio Bellini volviéndose una celebridad en el país. Su presentación en La Scala de Milán con un papel importante en Aida de Giusseppe Verdi, fue lo que la catapultó como ‘La Divina’.
En 1950 cantó en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México con Norma y más tarde, en la ópera de Aida, interpretó el ‘agudo de México’, su nota más alta, al lado del tenor Mario de Mónaco. En ese mismo escenario cantó junto a Giuseppe Di Stefano formando una de las parejas más famosas en la música y posteriormente grabaron 9 óperas completas, por lo que en 1952 firmó un contrato de grabación con Walter Legge, productor musical de EMI.
Entre 1953 y 1954, María bajó 36 kilos para interpretar el papel de Medea de La traviata que fue presentado en La Scala, dirigida por Leonard Bernstein, a partir de ese momento, el director Luchino Visconti la escogió como protagonista de diversas escenificaciones cinematográficas para actuar y cantar.
Cuatro años después, María salió en los titulares por un mala interpretación durante la opera Norma que fue dedicada en honor al presidente de Italia, Giovanni Gronchi, y a su esposa. Ese día, la cantante contrajo un resfriado y aunque se le informó al teatro que debían sustituirla, La Scala se negó, por lo que salió a cantar. Tras el primer acto, huyó por una puerta trasera y se disculpó con el público de Milán.
En esa misma década, María inició una relación con Aristóteles Onassis, un magnate griego, cuando ella ya era conocida como ‘La Divina’. Debido a su enamoramiento, la cantante se separó de su esposo Giovanni y descuidó su disciplina y rigor profesional por un nuevo estilo de vida a lado de Onassis.
Al mismo tiempo, se evidenció el declive vocal de María debido a diversos factores como el exceso de trabajo, durante años Callas asumió un repertorio exigente que incluyó dificultad técnica y vocal, lo que desgastó sus cuerdas vocales; la pérdida de peso en un periodo corto, que impactó su técnica respiratoria y proyección de voz; sus problemas emocionales gracias a su relación con Onassis; y las críticas y presión.
En esta etapa, su voz perdió la solidez y el control que la habían caracterizado. Aunque seguía impresionando por su interpretación y presencia escénica, los problemas técnicos se hacían cada vez más notorios, lo que llevó a cancelaciones, críticas negativas y una paulatina retirada de los escenarios.
La relación con Onassis, que en un inicio parecía ofrecerle felicidad y seguridad, terminó en 1968 para casarse con Jacqueline Kennedy, viuda del presidente estadounidense John F. Kennedy. Este hecho representó un duro golpe para Callas, quien nunca logró recuperarse del todo, tanto emocional como profesionalmente. Realizó su última aparición en Londres en 1965 y se mudó a París.
En 1973, María volvió a aparecer junto a su compañero Giuseppe de Stefano para evocar viejos tiempos. No obstante, debido al deterioro de su voz, se dejó entrever que la gira sería un fracaso. Ambos trabajaron junto al pianista Ivor Newton y finalmente dio su último concierto el 11 de noviembre de 1974 en Sapporo, Japón.
María murió en su casa de París, sus cenizas se esparcieron en el mar Egeo en Grecia.