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28.10.2025 Xalapa, Ver.- En la historia política de Veracruz, el nombre de María Teresa de Medina y Picazo resalta como uno de los primeros símbolos de la participación femenina en el poder legislativo.
Su elección como diputada local en la década de 1950 marcó un hito en la vida pública del estado, apenas unos años después de que las mujeres mexicanas conquistaran el derecho al voto y a ser electas.
La reforma constitucional que reconoció el sufragio femenino a nivel federal fue promulgada en 1953, tras décadas de lucha encabezada por mujeres de distintas regiones del país. En Veracruz, sin embargo, el reconocimiento del voto femenino se había adelantado a 1952, cuando el Congreso local aprobó reformas que permitieron a las mujeres participar en los procesos electorales estatales.
Fue en ese contexto que María Teresa de Medina y Picazo accedió a una curul en el Congreso del Estado, convirtiéndose en una de las primeras legisladoras veracruzanas.
Aunque la documentación sobre su trayectoria es escasa, su presencia en la legislatura veracruzana representa una ruptura con siglos de exclusión política.
En un entorno dominado por hombres, su voz en el Congreso significó no solo una conquista individual, sino un acto de representación colectiva para las mujeres veracruzanas que, hasta entonces, habían sido sistemáticamente marginadas de las decisiones públicas.
El ingreso de mujeres como María Teresa de Medina y Picazo al ámbito legislativo no fue un gesto simbólico, sino una respuesta a las exigencias de los movimientos feministas y sufragistas que, desde principios del siglo XX, habían demandado el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres.
Su elección fue también un reflejo de los cambios sociales que se gestaban en el país tras la Revolución Mexicana, donde la ciudadanía plena para las mujeres se convirtió en una deuda histórica que comenzaba a saldarse.
Desde su curul, Medina y Picazo participó en la discusión de leyes que afectaban directamente la vida de las mujeres, aunque los registros de sus intervenciones aún esperan ser rescatados y estudiados con mayor profundidad.
Su paso por el Congreso debe entenderse como parte de una genealogía de mujeres que, desde distintos frentes, abrieron camino en la vida pública, enfrentando resistencias estructurales y culturales.
Hoy, su legado es recordado en espacios como la Medalla Insurgente María Teresa de Medina y Miranda, que el Ayuntamiento de Xalapa entrega a mujeres destacadas por su labor en favor de los derechos humanos y la igualdad de género.
Aunque esta presea honra a otra mujer homónima, insurgente del siglo XIX, el gesto revela la necesidad de visibilizar a las mujeres que han contribuido a la historia política de Veracruz desde distintos momentos y trincheras.
La historia de María Teresa de Medina y Picazo es también un llamado a la memoria institucional: a documentar, reconocer y difundir las trayectorias de las mujeres que, como ella, rompieron techos de cristal en épocas en que la política era un territorio vedado.
Su figura invita a revisar los archivos legislativos, a reconstruir su biografía con rigor y a inscribir su nombre en la narrativa pública con la dignidad que merece.
Fuente Imagen: Recreación generada por inteligencia artificial.












