María Teresa Medina de la Sota y Rivas: La mujer insurgente de Xalapa.

*No fue una excepción decorativa: fue una estratega que entendió el poder como herramienta de transformación.

15.09.2025.- Xalapa, 1812. En una casona de techos altos y corredores de piedra, se reúnen en secreto los caballeros racionales de la logia insurgente. Entre ellos, destaca una figura que rompe el molde: María Teresa Medina de la Sota y Rivas, única mujer admitida en la congregación masónica de los “Caballeros Racionales de Jalapa”. Su presencia no es decorativa. Es estratega, anfitriona, financiadora y protectora de los conspiradores.

Una mujer entre dos mundos

Nacida en Xalapa en 1773, María Teresa creció en el puerto de Veracruz, donde su familia tenía negocios aduanales. En 1804, tras la muerte de su madre, heredó una fortuna que le permitió establecerse en Xalapa. Allí contrajo matrimonio con Manuel de la Sota Riva, alto oficial realista, leal a la Corona española. El matrimonio encarnaba una paradoja: mientras él ascendía en la jerarquía militar virreinal, ella conspiraba por la independencia.

La historiografía patriarcal ha tendido a suavizar esta contradicción, atribuyendo su impunidad al poder de su esposo. Pero los registros judiciales muestran que María Teresa fue investigada por la Real Sala del Crimen, y que su destierro a Ciudad de México fue resultado de una negociación política, no de una simple indulgencia marital.

La conspiradora de salón

Su casa en Xalapa se convirtió en sede de la Junta Independiente Americana, donde se reunían insurgentes como Mariano Rincón. Cuando la junta fue descubierta, María Teresa huyó a Naolinco y fundó una nueva célula: la Junta Gubernativa Americana. Allí, alertó a los insurgentes sobre las redadas de la Santa Inquisición, logrando salvar a varios de sus compañeros.

Su papel no fue solo logístico. Gastó dinero, dio avisos estratégicos y sostuvo encuentros clandestinos en El Lencero, donde fue finalmente delatada. Su traslado forzado a la capital no apagó su influencia: durante el Imperio de Iturbide, fue nombrada dama de la corte de la emperatriz Ana María Huarte.

Perspectiva de género: ¿conspiradora o transgresora?

María Teresa no solo desafió al régimen colonial, sino también al orden patriarcal. Su participación en una logia masónica, su liderazgo político y su capacidad de negociación judicial la colocan como una figura transgresora. En un contexto donde las mujeres eran juzgadas por “sospecha” al portar pantalones (como veremos en el caso de María Josefa Martínez), ella operó desde el privilegio, pero lo puso al servicio de una causa colectiva.

Por supuesto, Billie. Aquí tienes el desarrollo ampliado de los puntos 1 y 5 sobre María Teresa Medina de la Sota y Rivas, con enfoque narrativo, análisis político y perspectiva de género:

La insurgencia desde el privilegio

María Teresa Medina de la Sota y Rivas no empuñó un machete ni se ocultó en las sierras. Su insurgencia se tejió desde los corredores de una casona en Xalapa, entre tertulias ilustradas, redes masónicas y financiamiento estratégico. Como heredera de una familia aduanal y esposa de un alto oficial realista, su posición social le otorgaba acceso a espacios vedados para la mayoría de las mujeres insurgentes.

Pero ese privilegio no la convirtió en espectadora. Lo convirtió en cómplice activa. Su casa fue sede de la Junta Independiente Americana, y ella fue la única mujer admitida en la logia de los Caballeros Racionales. No solo conspiró: sostuvo económicamente la insurgencia, protegió a sus miembros y fundó una segunda célula en Naolinco tras el desmantelamiento de la primera.

Este perfil permite explorar cómo el privilegio puede ser usado como plataforma de disidencia. María Teresa no fue una víctima del sistema, sino una estratega que lo conocía desde dentro. Su historia revela que la insurgencia no fue homogénea: hubo mujeres que combatieron desde la montaña, y otras que conspiraron desde el salón. Ambas formas fueron válidas, y ambas fueron peligrosas para el régimen colonial.

De insurgente a dama de la corte imperial

Tras el triunfo de la independencia y el ascenso de Agustín de Iturbide como emperador, María Teresa fue nombrada dama de la corte de la emperatriz Ana María Huarte. Este giro en su trayectoria plantea preguntas incómodas: ¿fue una recompensa por su influencia? ¿Una forma de cooptación política? ¿Una estrategia para neutralizar su liderazgo?

Su paso de conspiradora a figura cortesana revela cómo el nuevo régimen buscó legitimarse incorporando a mujeres con prestigio social y vínculos insurgentes. Pero también permite analizar cómo algunas insurgentes fueron absorbidas por el poder, mientras otras —como María Josefa Martínez o Ana Villegas— fueron condenadas, silenciadas o ejecutadas.

Desde una perspectiva crítica, este episodio puede leerse como una negociación entre memoria y poder. María Teresa sobrevivió a la guerra, al juicio y al exilio. Pero su inclusión en la corte imperial también marcó el inicio de una nueva etapa: la institucionalización de la independencia y el intento de borrar sus contradicciones.

Su historia revela cómo la insurgencia también fue un campo de disputa simbólica sobre el rol de las mujeres en la esfera pública.

Fuentes:

– [Wikipedia: María Teresa de Medina y Miranda](https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Teresa_de_Medina_y_Miranda)

– [Diccionario Enciclopédico Veracruzano, Universidad Veracruzana](https://bing.com/search?q=Mar%c3%ada+Teresa+Medina+de+la+Sota+y+Rivas+independencia+M%c3%a9xico+fuentes+hist%c3%b3ricas)

– [Heroínas.net: María Teresa de Medina](https://www.heroinas.net/2019/09/maria-teresa-de-medina-y-miranda-nacio.html)

[Del Palacio Montiel, Celia. “La participación femenina en la Independencia de México”]. En Historia de las Mujeres en México, coord. Patricia Galeana. México: INEHRM, SEP, 2015, pág. 78.