María y su consentimiento para el nacimiento que cambiaría parte de la historia .

  • Navidad desde la teología feminista.

/ Escrito por Diana Hernández Gómez /

23.12.2022.  La Iglesia Católica tiene uno de sus pilares en el mito fundacional recopilado y difundido en la Biblia. Este relato ha sido analizado y revisado por el movimiento feminista debido a las representaciones que hay en él y que colocan a las mujeres en situaciones de subordinación y estigmatización. No obstante, el mismo feminismo se ha encargado de hacer una relectura de los textos bíblicos para darle la vuelta a esas miradas misóginas; en ella, una de las imágenes reivindicadas es la de la Virgen María.

El arquetipo de María ha trascendido en el imaginario de muchas mujeres como una meta inalcanzable: la “siempre virgen”, “esclava del Señor” y “madre de misericordia” dedicada exclusiva e irreflexivamente a servir a Dios y acompañar a su hijo Jesús hasta el pie de la cruz.

Pero, tal como han observado teólogas feministas como la hermana Elizabeth A. Johnson y la doctora en Teología Virginia Raquel Azcuy, detrás de estas representaciones hay una mujer con autodeterminación que dio su consentimiento para fungir como un pilar fundamental del catolicismo.

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Para fundamentar esta lectura, las especialistas se remiten al pasaje bíblico en el que el Ángel Gabriel se presentó ante María y le anunció que sería la madre del hijo de Dios. “Dios te salve ¡oh llena de gracia!, el Señor es contigo: bendita tú eres entre todas las mujeres” (Lucas 1: 28).

No obstante, al escuchar estas palabras, la reacción de María no fue de sumisión. Por el contrario: lo que hizo fue cuestionar al Ángel para saber de qué se trataba aquel asunto. Así lo narra el evangelista San Lucas: “Al oír tales palabras la Virgen se turbó y se puso a considerar qué significaría una tal situación” (Lucas 1: 29).

Ante la perplejidad de María, Gabriel procede a explicarle que ella concebiría al hijo de Dios, cuyo reino se extendería sin fin alrededor del mundo. Sin embargo, esta explicación tampoco fue suficiente para ella, por lo que refutó al Ángel diciéndole: “¿Cómo ha de ser eso? pues yo no conozco ni jamás conoceré varón alguno” (Lucas 1: 34).

Es solo hasta que el Ángel Gabriel le habla sobre el Espíritu Santo y sobre el milagro del embarazo de Isabel, prima de María, que ella acepta ser madre de Jesús. “Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1: 38), concluye, dando así su consentimiento para ejercer una maternidad deseada que es, además, parte fundamental del dogma católico.

Normalmente, las imágenes del nacimiento de Jesús suelen representarse con María arrodillada en el pesebre. Fotografía: Cathopic

En este sentido, la autonomía y autodeterminación de María no solo la benefició a ella: también fue un paso importante para construir la colectividad que constituye a la Iglesia Católica desde hace siglos. De ahí que, además de ser madre por elección, la Virgen María también sea una protagonista importante y activa dentro del catolicismo.

Pese a esto, no es extraño encontrarnos con representaciones del nacimiento de Jesús en el que el único personaje que permanece de rodillas es María. No obstante, también hay otras representaciones como las de Hugo van der Goes en la que ella está a la misma altura que los demás hombres que observan la escena.

«La adoración de los pastores» de Hugo van der Goes. Imagen: Wikimedia Commons

Estas relecturas propuestas desde la teología feminista nos sirven para dejar de tomar el dogma católico como una religión de opresión y mirarlo del otro lado de la moneda: como una historia llena de mujeres que se reivindican desde la fe.