*Donald Trump podría provocar un daño considerable a la salud financiera de Estados Unidos: The Peterson Institute for International Economics.
/ Daniel Francisco / Emmanuel Medina/
La deportación masiva de migrantes que plantea el presidente electo Donald Trump costaría más de 300 mil millones de dólares, según los cálculos de American Immigration Council (https://www.americanimmigrationcouncil.org/research/mass-deportation?os=__&ref=app).
Por su parte, The Peterson Institute for International Economics (PIIE), puntualizó que de cumplir sus promesas, Trump podría provocar un daño considerable a la salud financiera de Estados Unidos. Los investigadores del PIIE publicaron recientemente el estudio 24-20 The International Economic Implications of a Second Trump Presidency (https://www.piie.com/publications/working-papers/2024/international-economic-implications-second-trump-presidency).
En el documento se analizan dos escenarios: uno, en el que las deportaciones alcancen a 1.3 millones de trabajadores: y otro, en el que 8.3 millones de personas sean obligadas a regresar a sus países de origen. Ninguno de los dos sería benéfico para Estados Unidos, ya que de cumplirse la primera cifra el Producto Interno Bruto caería un punto porcentual por año; y de cumplirse el plan más ambicioso propuesto por Trump, el PIB podría sufrir una contracción de hasta 7 % anualmente.
En la actualidad hay 47.8 millones de migrantes en suelo estadunidense, según cifras publicadas por el Pew Research Center (https://www.pewresearch.org/short-reads/2024/09/27/key-findings-about-us-immigrants/), lo que equivale a 14.3 % de la población total de dicho país. Aproximadamente, 10.6 millones nacieron en territorio mexicano, cerca del 23 % del total de migrantes; el siguiente grupo más numeroso son los nacidos en India, quienes cuentan con una población migrante de 2.8 millones de personas, el 6 % del total.
¿El próximo presidente está dispuesto a asumir esos costos? Gaceta UNAM conversó con las académicas Camelia Tigau, Luciana Gandini, Cristina Rosas y Elisa Ortega, para profundizar en el tema.
Camelia Tigau, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), piensa que no lo hará. “En realidad está tratando de negociar algunos acuerdos. Y en ese sentido creo que está bien que México tenga una postura dura, como la que se ha tenido”.
Agrega que el panorama no será tan catastrófico, porque ya lo tuvimos 4 años y ya sabemos que hay muchas amenazas. Y aunque Trump dice muchas cosas, “vimos en su primer mandato que no logró hacer tantas deportaciones. Es muy costoso deportar a las personas y se daña la relación con México”.
La doctora en Ciencias Políticas y Sociales sugiere hacerle el juego de una negociación en un contexto asimétrico y responderle con la misma moneda. “Es decir, si dice que va a incrementar los aranceles nosotros también lo haremos”.
Criminalización
Por su parte, Luciana Gandini, académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas, señaló que Trump ha puesto sobre la mesa la idea de que la migración es una amenaza y presenta a los migrantes como criminales, y acota: “Muchas de estas falsedades funcionaron para ganar una elección en un contexto pospandémico muy particular, caracterizado por altos niveles de movilidad en las Américas”.
Para Gandini, quien coordina el Seminario Universitario de Estudios Sobre Desplazamiento Interno, Migración, Exilio y Repatriación, el contexto actual es distinto porque las medidas que antes usaba Trump como amenaza no le resultarán tan útiles en esta ocasión.
Por un lado, la supuesta solución planteada en la elección pasada era levantar un muro, algo que hoy no funcionaría, “no sólo porque ya hay una gran parte construida, sino porque eso no detendrá a quienes llevan años huyendo de situaciones extremas y tratando de encontrar un lugar donde vivir. No sólo es el tema económico lo que mueve las personas, sino las violencias estructurales. Un muro es una valla más a saltar”, refirió.
El republicano se ha comprometido a asegurar la frontera y a realizar la mayor deportación de la historia de su país mediante redadas masivas en lugares de trabajo y espacios públicos, y a seguir una política de tolerancia cero, lo cual implica expulsar a familias enteras. “No sabemos en qué medida va a ocurrir esto; sin embargo, su narrativa tiene efectos de miedo y disuasión”, aseguró la investigadora.
Y es que para lograr sus objetivos, Trump tendría que modificar leyes. “Esta idea de quitar la nacionalidad a las personas nacidas en su territorio es una propuesta discriminatoria que atenta contra la enmienda 14 de la Constitución estadunidense y otras medidas que garantizan una igualdad de trato a las nacionalidades”, señaló Gandini.
También hay limitaciones logísticas que restringen las pretendidas deportaciones a gran escala. “Muchos dicen que esto no puede ser masivo porque parte de la familia puede tener algún estatus migratorio definido, es decir, estar regularizada o tener la ciudadanía”, apuntó.
En este contexto, concluyó, el magnate plantea frenar la continuidad de los permisos de permanencia humanitaria y las solicitudes de asilo en su país, lo que pone a México en una situación complicada. “Históricamente hemos sido territorio de tránsito, pero con el tiempo nos hemos convertido también en sitio de espera y, posiblemente, de destino”.
Fin a programas promigrantes
Elisa Ortega, académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas, precisó que parece inoperable que Trump deporte 11 millones de personas que contribuyen a la economía estadunidense, pero sí se vislumbra un panorama muy complejo para nuevas entradas a EUA, incluso en materia humanitaria (asilo), así como separación de familias.
Asimismo, se espera que termine con programas promigrantes que se han sustentado en órdenes ejecutivas: DACA, Manteniendo a las Familias Unidas y el Estatus de Protección Temporal (TPS) y Parole Humanitario. Otra política que se plantea terminar es la de poner fin a la ciudadanía por nacimiento.
¿Cuál es el margen de maniobra del gobierno mexicano? ¿Qué acciones puede realizar frente a esta embestida? “Las instituciones que manejan los temas migratorios en México llevan enfrentando un recorte presupuestal desde la administración pasada. Por ello, su margen de acción es limitado en caso de ejecutarse deportaciones masivas. Y el tema no se agota ahí, sino que también es probable que la administración de Trump presione a México para que reciba migrantes de otros países, como Venezuela, Haití y Nicaragua”.
Cambios demográficos
María Cristina Rosas, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, señala que mucho se ha hablado de que la economía estadunidense es subsidiada por la presencia de la mano de obra indocumentada mexicana y de otras nacionalidades. “Pero yo creo que el problema de fondo es la manera en que está cambiando la demografía en la Unión Americana porque la población blanca, los llamados WASP (White Anglo-Saxon Protestan), ya no crecen. Cuando revisamos la línea de información del censo más reciente, nos damos cuenta de que los WASP están estancados en su demografía”.
En cambio, los que sí crecen son los hispanos (mexicanos entre ellos), los asiáticos y los afrodescendientes. Añadió. “Esto ha llevado a que los WASP, los blancos, se sientan amenazados por el tema demográfico. Y esta es una carta que ha jugado Donald Trump y que sigue siendo como su leitmotiv. Así que yo creo que sí hay una dependencia de Estados Unidos respecto a la mano de obra indocumentada, porque además no tiene que pagar prestaciones sociales, les puede pagar salarios más bajos”.