*Sin tacto.
/Por Sergio González Levet/
Causó tan buen divertimiento a los lectores la recopilación de algunos chistes del cómico uruguayo Juan Verdaguer, que hoy me sigo de largo y pongo otros, tan buenos y alegres como los de ayer, porque todos los de este artista no tienen pierde.
Un dato antes, Juan creció en un circo, hijo de una familia de equilibristas. En sus inicios muchas veces contaba sus historias trepado en una escalera. Y nunca se cayó.
Bien, ayer nos dio ejemplos de los tres elementos fundamentales de un chiste: exageración, ridículo y las suegras, y hoy alarga la lista con otros tres: el humor cruel, el humor negro y el humor sutil. Tiene la voz el genial charrúa:
Para el humor cruel conozco un cuento que viene justito. Un pequeño camaroncito lloraba desconsoladamente a orillas del mar en la playa. Pasó una camarona gorda, su vecina. Pasó la camarona gorda y dijo: “¿Por qué lloras, hijo mío?” El camaroncito dijo: “Lloro porque mamá salió esta mañana y son las 10 de la noche y todavía no ha regresado”. “¿Y a dónde ha ido tu mamá?”, preguntó la camarona. “Fue a un coctel”.
Bueno, eso cubre la crueldad en el humor. Tenemos ahora el humor negro. Para eso tendríamos que irnos a África. A Sudáfrica específicamente, en donde está el Apartheid (en la época en que contaba este cuento aún no había caído el régimen racista blanco ni había llegado a la Presidencia Nelson Mandela). Los blancos por un lado y los negros por otro. Hasta en los clubes hay piscina para blancos y piscina para negros. La diferencia es que en la piscina para negros el trampolín está mucho más alto… y no tiene agua. Un club en Johannesburgo tenía un cartel en la puerta que decía: “Only White people” (“Sólo atendemos blancos”). Entró un señor negro, se sentó en una mesa y pidió un whisky. El camarero se acercó al dueño que estaba en la caja y le dijo: “Oiga, ahí entró un negro y pidió un whisky”. “¿Pidió un whisky? Cóbrale diez dólares”. Al rato regresa el camarero y le dice: “Oiga, el negro pidió otro whisky”. “Cóbrale 20 dólares”. Llega una vez más el camarero y le dice: “Oiga, el negro pidió otro whisky”. “¿Pidió otro whisky? Cóbrale 50 dólares, y de paso cambia el letrero en la puerta. Pon que sólo atendemos negros”.
Después está el humor sutil. El humor sutil no hace reír, pero hace pensar. Y es bueno pensar de vez en cuando. ¿Se han puesto ustedes a pensar alguna vez que todas las personas que están en favor de una ley que autorice el aborto, es porque ya han nacido? ¿Se han puesto ustedes a pensar alguna vez que hay muchos casos de locuras que son hereditarias? Casi siempre se heredan de los hijos. ¿Se han puesto ustedes a pensar alguna vez que si los 10 Mandamientos hubieran tenido que ser aprobados por el Congreso, apenas iríamos en el tercero?
El comunismo dice que el capitalismo esclaviza al hombre. A su vez, el capitalismo dice que el comunismo esclaviza al hombre. ¿Se han puesto ustedes a pensar alguna vez que los dos tienen razón?
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