Maternar después del feminicidio de una hija, la historia de Norma Andrade

  • Escrito por Wendy Rayón Garay .

 

19.05.2025/CimacNoticias.com/ Ciudad de México.- La primera vez que Norma Andrade fue madre por elección fue cuando se hizo cargo de sus nietos Jade y José Kaleb tras el feminicidio de su hija menor, Lilia Alejandra, en Ciudad Juárez. Este capítulo en su vida la orilló asumir el trabajo de cuidados, pero también lo hizo desde el amor por su hija. La situación no es aislada, pues en un país en el que ocurren 10 feminicidios al día, son las madres de las víctimas quienes vuelven maternar a sus nietas y nietos, por lo que en el marco del 10 de mayo deben ser nombradas.

La violencia feminicida en México es una herida que permanece abierta, pues nos ha arrebatado a las mujeres de nuestra vida, desde hijas, hermanas, tías, madres y abuelas. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo, México cerró el 2024 con 797 feminicidios siendo Chihuahua el tercer estado con mayor número de registros.

Este dato no es menor tomando en cuenta que en Ciudad Juárez ocurrió el feminicidio de Lilia Alejandra y que a lo largo de los años se ha convertido en un caso emblemático por la búsqueda de justicia ya que su caso reveló el de otras mujeres que fueron asesinadas desde 1995 hasta 2010, nombrado como «Las muertas de Juárez».

En los últimos 24 años el camino para Norma Andrade no ha sido nada sencillo, ya que cuando ocurrió el feminicidio en 2001, ella tenía 41 años de edad y cargaba con ella la depresión por la pérdida de Lilia Alejandra.

Anteriormente, ella laboraba dando clases de primaria y secundaria en la maquiladora Johnson Controls. Su primer turno comenzaba en la mañana, de 4:00 a 6:00 horas y el segundo por la tarde de 14:00 a las 16:00 horas; sin embargo, tuvo que abandonar el turno de la tarde para pasar más tiempo con Jade y José Kaleb.

Según narró Norma a Cimacnoticias, la transición de cuidarlos por completo junto a su esposo fue «difícil y complicado», pero con el tiempo buscó personas que pudieran cuidarlos hasta que logró ingresarlos a una guardería. En todo este proceso, nunca recibió apoyo económico o psicológico para afrontar las secuelas de la perdida de Lilia Alejandra.

En 2003 se dio cuenta que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas había ordenado proporcionar apoyos económicos de $900 pesos para despensas a las madres de víctimas de feminicidio, pero solo se estaba ayudando a 90 madres de un padrón de 268 mujeres a la espera de este tipo de ayuda.

Más tarde logró obligar al gobierno a que extendieran el padrón a otras mujeres mayores, pero cuando ellas llegaban a fallecer, se les quitaban los apoyos económicos a las infancias quedando desprotegidos. Apuntó como ejemplo el caso de Elvira Teresa Almacena y Julia Cano en el que, tras su muerte, el Estado se olvidó de sus nietos.

Posteriormente, la esperanza de recibir ayuda psicológica y económica llegó con José Reyes Baeza, exgobernador de Chihuahua (2004-2010), quien se había comprometido a proporcionar acompañamiento médico y psicológico a las madres de víctimas de feminicidio en un plan de 40 puntos durante su gobierno.

En dicho documento, ya se había determinado que se brindaría atención psicológica a las familias a través de becas y que el personal de salud mental sería elegido por ellas para que fueran personas que les inspirara confianza para evitar intentos de manipulaciones del gobierno. De esta manera, el gobierno pagaría directamente a las psicólogas y psicólogos, no obstante, nunca se cumplió.

A pesar de no contar con ayuda económica o psicológica, lo más difícil para Norma Andrade fue adaptarse a una nueva realidad junto a sus nietos. Por ejemplo, de un día a otro, José Kaleb tuvo que dejar de tomar leche del pecho de su madre para acostumbrarse a tomar formula, el cual fue un proceso «duro» porque lo resintió, según narró Norma.

Para Jade el cambio fue más abrupto el desprendimiento de Lilia Alejandra, ya que «para ella fue como si su mamá la hubiera abandonado, porque su mamá ya no regresó». A partir de esta experiencia, la menor «se volvió una niña violenta». Norma implementó diferentes medidas para disminuir las emociones acumuladas de su nieta como comprar piñatas para que pudiera romperlas y sacar su ira o adaptar un espacio en el que Jade tenía permitido golpear sin hacerle daño a alguien.

También tuvo que buscar ayuda psicológica por su cuenta para atender la afectación psicológica de Jade, quien tuvo varios intentos de suicidio terminando internada en varios hospitales. Invertir su tiempo en Jade la llevó a tener que dejar al cuidado de otros a José Kaleb, provocándole sentimientos de presión o culpa «por descuido» de su segundo nieto: «Todo eso fue muy difícil para nosotros. Una de las etapas yo creo que es más dura», señaló Norma.

Por otro lado, el desplazamiento forzado a la Ciudad de México, después del primer intento de asesinato en su contra por la búsqueda de verdad y justicia también fue uno de los mayores desafíos que enfrentó en este proceso porque luego de tres años viviendo ahí, en que perdieron cercanía con el resto de su familia, pudieron adaptarse a una ciudad «hostil».

Desde la Ciudad de México ha logrado tejer redes de apoyo con otras madres a quienes la violencia de género les ha arrebatado a sus hijas. Por ejemplo, con María del Carmen Volante, madre buscadora de Guadalupe Pamela Gallardo Volante desaparecida en 2017 en la capital. El apoyo entre ambas y el resto de las madres se ha visto reflejada en cada marcha, en cada grito de justicia.

«Tu familia no está contigo. O sea, tu núcleo familiar lo que es la familia, pues somos Jade, Kaleb y yo, pero los demás integrantes de la familia (mis hermanos, mis sobrinos) no están (…) te afecta porque finalmente son tus redes de apoyo y acá no las tienes. Entonces, aquí empiezas a tener una familia elegida, la que tú decides que es tu familia, ¿por qué? Porque te acompañan muchas veces en un mismo dolor» -Norma Andrade.

Como en cada familia, las mujeres que se unen han tenido problemas. Para Noma, se ha tratado de un proceso de conocerse, apreciarse y apoyarse pese al daño psicológico que cada una de ellas carga consigo. Aun así, se sientan juntas a trabajar y hacer alianzas: «Debemos de saber muy bien con quién estamos trabajando, ¿a quién le estamos defendiendo?, ¿con quién nos estamos sentando a platicar?, ¿con quién nos estamos sentando a la mesa a negociar?», mencionó Norma.

«Para mí, las alianzas son fundamentales. Yo siempre les he dicho: «aunque ella me caiga bien gorda, Si va a hacer un frente común conmigo, pues yo voy y me paro con ella y hago frente» ¿Por qué? Porque lo que menos debemos de mostrarle al Estado es que estamos fragmentadas» -Norma Andrade.

Bajo este contexto, ¿qué es ser madre?

Para Norma Andrade, el papel de una madre ha estado estandarizada en México como la «cabeza de la familia». Aquella que, sin importar si está casada o soltera, se encarga del trabajo de cuidados, de los hijos e hijas menores, un papel que recae en las mujeres y que lo asumen por tradición o cultura.

Sin embargo, «esto no debería ser así» porque cambia por completo la vida de las mujeres, su forma de pensar, su cuerpo o aspiraciones por sus hijos e hijas: «Entrega uno el corazón, el coraje, sus fuerzas todos los días para sacarnos adelante, enseñarnos a vivir. Para muchas, los hijos son la razón de vivir. El ver una sonrisa de tu hijo o tu hija es no tiene palabras» afirmó Norma.

Pese a que no debería ser así, el amor la orilló a elegir ser madre de Jade y José Kaleb, una oportunidad que no tuvo con sus primeras dos hijas, María Luisa y Lilia Alejandra. Ahora, el contexto en el que se volvió a convertir en madre se ha convertido en su lucha.

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El camino de Norma Andrade por buscar justicia para Lilia Alejandra

Lilia Alejandra fue una adolescente de 17 años que vivía en Ciudad Juárez, entre la frontera de México y Estados Unidos. Su vida giraba a cuidar de sus dos hijos Jade de un poco más de un año y Caleb de cinco meses de edad, así como de su trabajo en la Planta Maquiladora Plásticos Pemex ubicado entre Avenida Ejército Nacional y la Carretera Panamericana.

El 14 de febrero de 2001 desapareció y su cuerpo fue hallado hasta el 21 de febrero del mismo año, en un lote baldío frente a una plaza comercial y cerca del lugar donde laboraba. El certificado de autopsia determinó que Lilia Alejandra fue asesinada por asfixia un día antes de ser encontrada y que fue víctima de violación tumultuaria.

Durante el tiempo en que desapareció, Norma Andrade, su madre, asistió al Ministerio Público, pero su denuncia fue desestimada al argumentar que su hija estaría de regreso para recibir su pago del trabajo, acción que nunca ocurrió. Desde entonces, Norma ha comenzado el camino hacia la búsqueda de justicia.

En 2008, después de cerrar diferentes líneas de investigación, solicitó junto a sus abogados el procesamiento de datos del único perfil genético de los fluidos seminalógicos con el que contaban.

Asimismo, se procesaron calcetas de los colchones donde fue encontrada Lilia Alejandra logrando obtener otro perfil genético que junto con el anterior se procesaron en una base de datos de la Fiscalía General de Chihuahua dando como resultado un parentesco con Enrique Castañeda, un servidor público asesinado en 2010. Además, se encontró dicha coincidencia en otros casos de feminicidio desde 1995.

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Por primera vez en 10 años, Norma Andrade pensó que estaba cerca de encontrar al feminicida de su hija, pues para ella solo se tenía que investigar a la familia para encontrar al verdadero agresor; sin embargo, el 2 de diciembre de 2011 intentaron asesinarla fuera de su casa con cinco balazos dirigidos a su rostro.

Pese a su estado de salud, ningún hospital quería recibirla y cuando lo hicieron, a cuatro días de extraerle las balas, la corrieron debido a las amenazas dirigidas a la institución. La solución que le dio el gobierno fue un desplazamiento forzado junto a sus nietos de Chihuahua a Ciudad de México. En total, Norma Andrade ha recibido 32 amenazas que ya han sido documentadas, entre las que se encuentran 2 intentos de asesinato.

En enero de 2018, Norma Andrade logró confirmar una audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y un mes después las investigación del caso de Lilia Alejandra se reactivaron. Según comentó, el expediente se trasladó a Chicago y se determinó que, el ADN extraído de Castañer no coincidía con el perfil genético encontrado con Alejandra, sino el de Manuel Rivas, quien a siete años de estar detenido no le han sacado una prueba de ADN.

Nosotros hemos aportado y soportado. Mi esposo y yo nos convertimos nuevamente en padres porque Alejandra dejó dos bebés. A su hija Jade que en ese entonces tenía un año 8 meses y ahora es toda una joven adulta. Que sigue siendo una niña, pero ya adulta. Y su hermano Caleb de 5 meses de nacido entonces (…) Tuve que salir a la calle a exigir y gritar, «Justicia.» Conmigo, Jade y Caleb siendo unos bebés, en brazos de cada una de algunas de las compañeras que andan aquí me ayudaban y me acompañaban durante todas las marchas cuando salimos a denunciar lo que estaba pasando en esa ciudad en ese momento. Tuvimos que aprender de derechos humanos. Tuvimos que aprender el lenguaje abogadil y tuvimos que aprender a hacer fichas de desaparecidas. -Norma Andrade en la Tercera Marcha Contra el Borrado de las Mujeres.

En febrero de 2024, Norma logró que el caso fuera admitido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH), siendo esta la última instancia para buscar justicia y obligar al Estado Mexicano a crear una política de prevención de feminicidios en el país.

Sin embargo, Norma Andrade ha intentado llevar el caso ante la CoIDH varias veces en más de dos décadas. En 2002 presentó información del caso del feminicidio de su hija y en 2018 emitió un informe de fondo considerando al Estado Mexicano como responsable por varias acciones: actuar sin debida diligencia en la búsqueda inmediata de Lilia Alejandra, por la investigación insuficiente y por no sancionar a los servidores públicos responsables

La propia CoID señaló la falta de políticas públicas para prevenir el delito de feminicidio, así como la desaparición de niñas y mujeres sin perspectiva de género.

El pasado 26 de marzo de 2025 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) tuvo la oportunidad de sentenciar al Estado Mexicano por el feminicidio de Lilia Alejandra. Se trató de una ocasión histórica para la rendición de cuentas y la revisión del marco jurídico para erradicar este delito que puedes leer en la siguiente nota.