*Escrito por Wendy Rayón Garay .
12.05.2025 /CimacNoticias.com/ Ciudad de México.- Para Yoltzi Martínez Corrales, maternar siendo una mujer buscadora significa cargar una pala en una mano y sostener a su hijo en la otra. No es un rol que pueda desarrollar establemente, sino que ha buscado diferentes formas de balancear su maternidad y labor de búsqueda como lo han hecho las mujeres en quienes recae este papel frente al abandono del Estado.
«¿Cómo disfrutas un embarazo cuando tienes tanto dolor?, ¿cómo disfrutas del crecimiento de un pequeño cuando dejaste de ver el crecimiento de otra persona?«, pregunta Yoltzi. Ella comenzó la maternidad al mismo tiempo en que su hermana desapareció en Acapulco, Guerrero, en el 2010. Según narró a Cimacnoticias, ha sido un camino difícil porque el trabajo de búsqueda no es estable, no da paso a crear una rutina en la que pueda adaptar su vida personal y asistir a las reuniones con el resto de las familias buscadoras para buscar cuerpos y cavar en fosas.
Para Yoltzi, ser madre bajo un contexto en el que también desarrolla la búsqueda de un familiar implica encontrarse con una barrera, cuidar a su hijo y a sí misma del gobierno, ser acusada constantemente por quien debería protegerla y hacer un esfuerzo sobrehumano para poder proporcionarle a su hijo una vida feliz: «quiero que crezca sin dolor cuando yo traigo un dolor a cuesta».
Desde su experiencia, la mayoría de las mujeres buscadoras son mamás autónomas (madres y abuelas) que no solo buscan y cuidan, sino también son el sostén económico de sus hogares en un país que no les ofrece oportunidades laborales. Por eso han tenido que autoemplearse, Yoltzin ha vendido postres, manualidades o servicios de decoración para sostener económicamente a su familia. Siempre busca trabajos con tiempos flexibles, pero tampoco son estables.
Esta situación la llevó a adaptar la vida de su hijo a las jornadas de búsqueda. A veces lo dejaba al cuidado de alguien más, incluso de otra mujer buscadora, por largas jornadas de tiempo que podían ser horas, días o incluso una semana mientras iba a otros estados de la república a reconocer cuerpos ganándose cuestionamientos y poca empatía de las personas. Por ejemplo, cuando su hijo cursó la secundaria, la directora de la institución le dijo «Olvida tu familiar y enfócate a tu hijo», también le comentó que nunca encontraría a su hermana y que debía enfocarse en atender su hogar:
«No lo comprenden que nosotras no elegimos buscar, no elegimos de desplazarnos, no queremos ser amenazadas, ser perseguidas. No, no decidimos ser buscadoras. No lo decidimos. Desgraciadamente es algo que nos orilló el gobierno y nosotras estamos solucionando y atendiendo de acuerdo a nuestro propio amor, coraje y necesidad de encontrar.» -Yoltzi Martínez.
Según mencionó, la mayoría de las mujeres buscadoras están maternando o cuidando de las infancias de las hijas e hijos que desaparecieron, la falta de personas que cuiden en sus casas y la desconfianza que hay ante la inseguridad de los refugios o albergues en la que a veces se alojan, las ha orillado a llevarlos consigo y el caso de Yoltzi no fue la excepción, junto a las mujeres de su colectivo, se turnan y crean espacios en los que los infantes puedan esperar.
A veces no es posible llevar a cabo la búsqueda de la mano de un infante o dejarlo solo con otra persona. Esto lo ha entendido Yoltzi a lo largo de los años y se ha apoyado del resto de mujeres buscadoras con quienes resuelve este tipo de problemáticas que se entrecruzan con su maternidad y labor, pese a no contar con un protocolo sobre el cuidado de infantes en estas circunstancias.
Sin embargo, lo que más le pesó en los años que maternó fue la carga mental y emocional que tuvo que manejar. Tan solo sonreír a su hijo, ir a los festivales o celebrar los pequeños logros de alguien que empieza a vivir nuevas experiencias cuando no tenía ánimo de celebrar, le costó trabajo: «mientras quieres celebrar sus primeros pasos, sabes que te faltan descubrir cuáles fueron los últimos pasos de tu familiar, en el caso mío de mi hermana» mencionó Yoltzi.
Pese a ello, una de sus preocupaciones ha sido el bienestar de las infancias de quienes buscan porque terminan adaptándose a este estilo de vida, incluso colaboran con la creación de carteles «Vivos se los llevaron, vivos los queremos». En vez de comprar ropa nueva, usan camisas con la fotografía de su familiar desaparecido, ayudan a recordar fichas, a ordenarlas y a tender lonas en lugar de disfrutar su infancia, pero es difícil no involucrarlos.
Eso ha cambiado incluso el cómo se vive el 10 de mayo en sus hogares. Mientras que algunos infantes se preparan con flores, pastel y regalos para sorprender a sus madres, las infancias buscadoras salen a las calles y ayudan a quienes siguen buscando.
La situación ha perpetuado la salud mental de las infancias obligando a las madres a acudir a organizaciones e instituciones que ofrecen terapia psicológica, ya que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas no cuenta psicólogos capacitados en atención y menos especialistas infantiles. Además, Yoltzin acuso que los psicólogos de esta instancia lo primero que le dicen a una persona que busca es que lo abandone, por lo que no fue una opción para ella y su hijo.
Por la experiencia que vivió en los años que maternó, se ha enfocado a impulsar propuestas para cuidar de las infancias, por ejemplo, tejer redes con espacios colectivos para ellos, una dinámica que encontró en la Ciudad de México cuando un pequeño grupo solidario creo espacios exclusivos de cuidados para ellos. Aun así, señaló que aún falta muchas iniciativas para atender a las infancias buscadoras sin discriminar, juzgar o señalar a las madres.
«Ahora los niños tienen más, están creciendo con mucho dolor. Porque se están sintiendo solos, porque están esperando mamá, porque están esperando papá, pero también en mi caso mi hijo sabe que busco a mi hermana. Pero en mi casa mi hijo me espera. Es como si él me buscara» -Yoltzi Martínez.
Yoltzin y su camino como buscadora
Hace quince años, Yoltzi comenzó la búsqueda de su hermana Yatzil Martínez Corrales, desaparecida el 27 de abril del 2010, gracias a la violencia, el cobro de piso y las peleas entre grupos criminales en el estado de Guerrero. En medio de este panorama desapareció su hermana y ella paso a convertirse en una mujer buscadora sin darse cuenta.
Lo hizo como la mayoría lo hace, sola y sin saber nada del tema como a quien acudir. En varias ocasiones asistió al Ministerio Público quienes no quisieron levantar la denuncia, en cambio solo abrieron un acta de hechos y revictimizaron a Yatzil, diciéndole que seguro estaría con alguna pareja. Esto la obligó a salir a los hospitales a intentar localizarla, incluso llego a parar al Servicio Médico Forense (SEMEFO), pero nunca la localizó.
Comenzó a pegar carteles con la fotografía de Yatzil en las que se podía ver su aspecto físico, una mujer con facciones típicas acapulqueñas, joven y de estatura media. También adjuntó su teléfono llevándola a ser víctima de extorción.

La búsqueda en solitario continuó los primeros cuatro años siendo un proceso cansado y agotador dentro de su familia y comenzó a pesarle los efectos de la falta de salud emocional, mental y física. Fue entonces que ocurrió la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27, un capítulo en la historia de México que continua impune.
Yoltzi asistió a las marchas de la Ciudad de México, preguntó y siguió los pasos de los padres de los normalistas, y se dio cuenta que su hermana no era la única en estar desaparecida. Para 2014, desaparecieron 9 mil 512 hombres y 8 mil 566 mujeres, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).
El colectivo Centro de Derechos para Víctimas de Violencia Minerva Bello la impulsó a estar presente en los procesos de búsqueda y no solo de justicia. Así en 2019 fundó su propio colectivo Raúl Trujillo Herrera, conformado por 35 familias y conoció a diversas organizaciones que le enseñaron sobre esta labor y la perspectiva de género, así como el por qué era necesaria aplicarla cuando se trata de mujeres desaparecidas.
«Mi labor como defensora de derechos humanos comienza al dar acompañamiento a otras familias víctimas de desaparición, secuestros, feminicidios y homicidios; buscamos justicia, y tratar de recuperar nuestros propios proyectos de vida. La defensa de los derechos y la búsqueda de personas desaparecidas no sólo empieza con la integración de las carpetas de investigación; gran parte de la lucha que realizo es promover una verdadera búsqueda con perspectiva de género, porque las mujeres familiares buscamos mujeres desaparecidas» Yoltzi Martínez
Sin embargo, no sabía cómo implementarlo en las búsquedas. Ahora aplica la presunción de búsqueda con vida en el cual no importa el tiempo transcurrido, sino comenzar una búsqueda inmediata y sin dilación, con dignidad humana hacia las víctimas e incluir la participación de las autoridades, personales de las comisiones de búsqueda, fiscalías, y cuerpos de seguridad.
Desde su experiencia, cuando las autoridades hacen una diligencia de búsqueda llevan a las familias a hacer recorridos a reclusorios, cementerios, casas hogares, plazas u hospitales sin considerar los lugares donde realmente podrían estar, es decir, donde se explotan sexualmente a las mujeres que por lo regular operan durante la noche.
Ante este tipo de búsqueda, Yoltzin y su grupo han tenido que aplicar brigadas nocturnas donde en grupos pequeños asisten a los servicios sexuales a tratar de localizar a mujeres que hayan sido extraídas. Al ser un ejercicio que se realiza en las noches, las autoridades no las apoyan «porque está fuera de su horario laboral» o por no contar con un cateo formal permitido ante una persona juzgadora.
Este abandono ha dificultado su labor como buscadoras, donde son las mujeres, en su mayoría madres quienes entregan la información a los Ministerios Públicos para que investiguen al recaer esta tarea bajo sus hombros: «La falta del acompañamiento de las autoridades es es evidente. Y nosotras no podríamos esperar (…) Eh, si bien nos llevan la a el equipamiento femenino, pero no basta», mencionó.
Aunado a las brigadas nocturnas, tratan de generar rutas de tráfico para la explotación o el trabajo sexual, pero también apuntó que podrían estar en el trabajo doméstico o en la explotación reproductiva de sus cuerpos. Además, otro señalamiento que hizo fue hacia las Fiscalías quienes solo aceptan que las «mujeres bonitas» podrían estar bajo la explotación sexual ignorando al resto de las desaparecidas.
Bajo la crisis de desapariciones en la que México se encuentra y donde el número de personas desaparecidas ya llegó a 128 mil 084 registros como apunta el RNPDNO, Yoltzin y el resto de madres buscadores se enfrentan a una narrativa oficialista haciéndolas ver como arma de golpeteo u opositoras.
«¿Qué somos para el gobierno? Somos un desafío porque no hay poder que pueda comprar, tirar o parar en la lucha por encontrar un familiar. Somos ese desafío evidencia la omisión, la negligencia y la indolencia de un gobierno que nos ha hundido en una inseguridad total. Y somos víctimas que estamos cansadas de la de las estafas que está haciendo el gobierno también. Simplemente nosotros no tenemos esa fuerza política porque nuestro movimiento, nuestra lucha, más bien dicho, es que no es un movimiento, ¿sabes? Es una lucha constante de sobrevivir ante la adversidad, el dolor, la desesperación de no tener a nuestro familiar. Y esta lucha no tiene partido.» -Yoltzi Martínez.
De cara al 10 de mayo y con la herida abierta sobre la crisis de desapariciones, se debe reconocer la labor de las mujeres buscadoras que al mismo tiempo maternan en un país que intenta callarlas.