/ Eduardo Sadot /
Una proclividad del presidente obrador para hacerles blanco fácil de sus frecuentes arranques de cólera además de los periodistas, son los profesionales de la medicina.
Primero generalizó acusándolos de mercenarios y comerciantes de la salud, palabras más o palabras menos pero que en esencia significaba lo mismo, hay que reconocer que sí los hay metalizados, pero de eso a generalizar cuando sabemos que no son todos, eso es otra cosa.
Luego les ofendió, trayendo a “médicos cubanos” a “ayudar” a México con el tema de la pandemia, pagándoles muy por encima del sueldo de los médicos mexicanos. Después se refirió a ellos como fifís, y ofreció abrir contrataciones a médicos (pero en zonas rurales) lo que – según él – no aceptaron porque eran muy fifís y no quisieron ejercer en zonas, mentiras.
La carrera de medicina, al menos en la UNAM, para ingresar, exige un promedio de diez cerrado, las clases de medicina, en cualquier escuela, no como otras carreras, exige muchísimas horas de estudio, aprendizaje, reflexión, práctica y amplia formación y disciplina.
Quienes han tenido el privilegio de convivir con estudiantes de diversas carreras, ya sea por familia o amistades, recordarán el esfuerzo y desvelos de quienes decidieron estudiar medicina a diferencia de otras carreras.
Es claro que la calidad de nuestros médicos está a los más altos niveles del mundo, en todas las universidades donde se estudia, gracias al empeño y dedicación de sus profesores.
Los egresados de medicina primero tienen que pasar por la residencia conocida como médicos R1 o R2 para que guiados por sus maestros practiquen y contribuyan en la práctica, a la salud.
Ustedes seguramente recordarán algunas fotos por ahí en redes donde se aprecia a jóvenes – mujeres y hombres – acostados en camillas o en el piso en pasillos de hospitales, fue entonces, que la reacción impulsiva de la ignorancia, no se hiso esperar, los insultaron, se burlaron criticando con ironías de “como trabajan” lo que muchos de esos críticos no saben, era que esos jóvenes médicos, en su mayoría tenían más de veinte horas sin descanso, atendiendo pacientes cuando más lo necesitan.
Las humillaciones a los mexicanos y a los profesionales provenientes de Palacio Nacional, es inadmisible, censurable y reprochable, más, viniendo de quien por sus estudios no tiene autoridad moral para pronunciarse en ningún sentido que miente cuando recomienda asistir al sistema medico público, mientras para él y su familia solo acude a los hospitales mas caros del país.
Lo último y más grave es que ésta profesión con tantas muertes entre la delincuencia, ha incrementado su relevancia, a la delincuencia no le importa secuestrar particularmente a los mejores médicos – a algunos los mantienen secuestrados – para que cumplan con sus conocimientos tan necesarios en la vorágine de la violencia que ha costado muchas vidas, y es ahí precisamente a donde los manda obrador. La delincuencia en algunos lugares como Tamaulipas, su manera de reclutar sicarios es con secuestros para habilitarlos como asesinos, incluyendo acciones que van como endurecerles ante asesinatos hasta practicar canibalismo para insensibilizarlos ante el dolor propio y ajeno. Mientras topamos con la terquedad de abrazos no balazos.
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