La Fiesta del Té.
Brisa Gómez/
Metoo es un movimiento surgido de la necesidad de acompañar a las mujeres víctimas de acoso en cualquier ámbito de la vida social.
Ha dado espacio para la denuncia que muchas veces las autoridades encargadas de impartir justicia no atienden y a las víctimas que al acudir a pedir atención enfrentan revictimización y frustración.
En un mundo perfecto el Metoo no existiría, pues los hombres entenderían que no tienen derecho a acosar, hostigar y violentar a las mujeres, pero esto no es así en el mundo real.
En el mundo perfecto, las autoridades atenderían las denuncias de manera pronta y expedita, sancionarían a los agresores y dejarían de revictimizar a las mujeres, responsabilizándolas por lo que pasa.
En el mundo perfecto no habría la necesidad de visibilizar la violencia contra las mujeres mediante denuncias anónimas en redes sociales, pues los usuarios no agredirían a las víctimas, sino a los victimarios.
El caso que ardió esta semana, con el Metoomúsicosmexicanos fue usado para desvirtuar un movimiento que nació por necesidad y a la fuerza, tratando de apagar la denuncia para hacer conciencia y permitir que los agresores sigan en la sombra, sin ser visibilizados.
Hubo incluso algunas mujeres que en algún momento abrazaron al feminismo que se pusieron de lado de los agresores y los acusados, desvirtuando al movimiento, sin embargo olvidaron un poco la sororidad que nos hace voltear a ver a las víctimas para decirles “yo te creo hermana”.
Yo lamento profundamente ver esas voces, más que las de los agresores golpeando al Metoo, sin embargo no me hacen cambiar de opinión y seguiré creyendo en las voces de las mujeres que se levantan para decir que fueron acosadas.
La experiencia me ha enseñado que la violencia existe, que a todas nos ha pasado y que las primeras en desconfiar de nuestras sensaciones somos nosotras mismas, al dudar de lo que sentimos, al temer expresarnos y al procurar guardarnos lo que enfrentamos, para evitar ser expuestas.
Sin embargo creo que el espacio del Metoo, para dar a las mujeres un lugar donde visibilizar la violencia que enfrentan es del todo válido, pues les permite tener un sitio donde alertar a otras de lo que enfrentaron, les da una sensación de compañía y nos hace sentir que poco a poco se va despertando la conciencia entre nosotras mismas.
Ojalá viviéramos en ese mundo perfecto donde no hay violencia contra las mujeres, donde las autoridades imparten justicia pronta y expedita y los agresores reciben sanciones y reeducación por sus acciones.
Pero como no es así, el Metoo debe continuar, hasta que nos quede claro que debemos cambiar y eliminar la cultura machista de nuestras vidas. Por ello lamentablemente pronostico una vida para largo tiempo al movimiento.