Mexicanos, comprometidos con celebración de Todos Santos: J. Bonilla

/ Paola Cortés Pérez /

01/11/2021, Xalapa, Ver.- Jesús Javier Bonilla Palmeros, investigador adscrito al Instituto de Antropología (IA) de la Universidad Veracruzana (UV), dijo que los mexicanos están comprometidos con la festividad de Todos Santos y esto se refleja en los mercados que lucen rebosados de todo lo necesario para colocar los altares.

Lo anterior, al dictar la conferencia “La festividad de Todos Santos”, como parte de las actividades del programa universitario “Tardes de Ciencia” impulsado por la Dirección General de Investigaciones (DGI) de esta casa de estudios.

Probablemente, comentó, este año en algunas casas se verán limitaciones en los altares a consecuencia de la situación extraordinaria que se ha vivido durante casi dos años, seguramente serán altares más sencillos.

“La ofrenda será menor pero el compromiso de los vivos con los ausentes se mantiene, porque es parte de la identidad como mexicanos; somos muy comprometidos a mantener nuestros usos y costumbres. ¿Quién no hará un esfuerzo para poner una ofrenda para sus padres, tíos, hermanos, amigos? Se hace lo posible, aunque cada año estemos limitados económicamente, pero nunca se ha dejado de poner”.

El investigador enfatizó que no sólo se trata de poner una ofrenda, es una manera bonita de recordar a quienes ya fallecieron y de convivir con la familia.

“Entrevisté a una anciana y me dijo que cuando se acercan las festividades de Todos Santos nuestros muertos se nos empiezan aparecer entre sueños, nos hablan, nos dan muestras de cariño y nos dicen que nos recuerdan; ellos nos avisan que van a venir, hay que esperarlos con mucha alegría, convivir con ellos, compartir los alimentos.”

Mencionó que durante estas fechas los cementerios, las tumbas y las cruces se adornan y se pintan de hermosos colores, con la finalidad de hacer un reconocimiento y celebrar la visita de quienes han fallecido. “Queremos alegrar la llegada de nuestros difuntos en esta temporada”.

Lo mismo sucede en aquellos pequeños mausoleos o cruces que indican dónde falleció una persona, aquellos que se colocan a la orilla de carreteras, en una finca y en diversos lugares, al pensarse que una parte de la persona se ha quedado donde murió.

El cosmos en las sociedades mesoamericanas

Jesús Javier Bonilla explicó que las sociedades mesoamericanas concebían el cosmos de una forma cuadrada: en la parte superior ubicaban el cielo, integrado por 13 niveles, por ello algunos altares tienen 13 elementos; la tierra, que tiene dos extremos: la casa del Sol y la región de las mujeres; y el Mictlán –en la parte inferior–, la región de los muertos, cuenta con nueve niveles.

“En total suman 24 escalones que recorría diariamente el Sol, cabe aclarar que esto no corresponde con las horas del día, eso vino después con la llegada de los españoles; estos niveles están referidos en los altares que se levantan con la festividad de Todos Santos.”

También, indicó que las cuatro regiones a las que van los espíritus de las personas que han fallecido son acordes a las estructuras del cosmos prehispánico.

Comentó que hay altares cuadrados, como el representativo del municipio de Zontecomatlán, en el que se colocan 13 rollitos de flor de cempasúchil y en medio una flor “mano de león” (número simbólico que en la época prehispánica está asociado a la parte alta del cosmos).

A la altura de la mesa van los alimentos, ya que corresponde al nivel de la tierra; en la parte baja, relacionada con el Mictlán, se colocan las velas.

Existen altares con nueve escalones, relacionados con las nueve regiones de la muerte y recientemente se asocian con el novenario o el cabo de año, principalmente cuando fallece una persona. Como se observa, reiteró, los altares van acorde a la estructuración del cosmos de la época prehispánica.

“Los ancianos nos dicen que los espíritus no comen sino aspiran la esencia de los alimentos, por eso las abuelas decían que después de ofrendarse la comida ya no sabe igual.”

La llega de los difuntos también tiene coincidencias con el orden de la dirección de la cosmogonía prehispánica: el 27 de octubre se espera a las mascotas, principalmente a los perros con un traste de agua, una gorda con frijoles o sal y manteca atrás de la puerta; el 28 de octubre llegan las personas que murieron ahogadas, se les coloca un vaso con agua, su vela y un plato con algún alimento de su preferencia.

El 29 de octubre es para los asesinados; el 30 de octubre, se espera a los del limbo con un vaso de agua bendita, una vela blanca y un platito con harina; el 1 de noviembre nos visitan los difuntos grandes y el 2 de noviembre el ánima sola.

“Hay que mantener estas tradiciones que nos dan identidad; además el cumplir con estos usos y costumbres nos dejan la satisfacción de honrar a quienes se nos adelantaron, esperando que un día en el futuro nos esperen con mucho cariño, nos honren y nos recuerden.”

En los altares se observan tres niveles, las nueve regiones de la muerte o los 13 niveles del cielo