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/ Eduardo Sadot/
Una elección entre zombis, manipuladores perversos, electores ignorantes, políticos ambiciosos y “siervos de la nación” serviles al gobierno, pagados por nuestros impuestos. Mientras la patria agoniza.
México es hoy – que fuera antes nunca justifica que hoy lo sea – botín de ignorantes que privilegia su partido y la permanencia en el poder por encima del patrimonio de las nuevas generaciones y la evolución y preservación de la patria.
Es cuando irremediablemente pensamos, que en realidad los priístas más corruptos se fueron a MORENA para continuar con lo mismo, solo que ahora desde otro Partido, para seguir gobernando otros setenta años, nada más que con el cinismo de la embriaguez del poder, ya los vieron perpetrándose en el poder y hasta frenando la iniciativa de Sheinbaum contra el nepotismo. Y nadie se da cuenta y si se dan cuenta lo justifican.
Predicando en el desierto se leen y escuchan las voces que denuncian el fraude legislativo orquestado para alcanzar una mayoría calificada del sesenta por ciento, indispensable para hacer cambios constitucionales, mayoría lograda a base de corrupción, amenazas, cohecho y chantajes a cuatro senadores y un ministro de la Corte ¡vaya! personajes que no hubiesen tenido cola que les pisen o ambición desmedida, no habrían cedido a las amenazas del Partido MORENA y nunca se habrían logrado las reformas constitucionales, pero aún habiéndolas logrado, están viciadas de origen, por haber conseguido la mayoría no en las urnas sino mediante procedimientos delincuenciales, gansteriles, en la más pura estrategia digna de grupos de narcos – quizá porque lo traen en su naturaleza – porque difícilmente se puede observar lo contrario.
Después del primero de junio, vista la participación del Partido MORENA, sus movilizaciones, acarreados y acordeones, huelga decir que la elección fuese un éxito, si lo que legitima una decisión, a un gobierno y a un funcionario, es el apoyo en las urnas, la aceptación y reconocimiento de los electores, cómo puede darse ese reconocimiento y aceptación mayoritaria cuando se fundan en el chantaje y la corrupción. Cómo legitimar un proceso tan importante como el del poder judicial si está manchado de narco y corrupción. Como creer que un gobernante “solo quiera el bien de la nación” cuando da rienda suelta a su odio y resentimiento y fue incapaz de contenerse en beneficio de la nación que por el contrario respondió a sus caprichos, ocurrencias e impulsos oscuros y bajos, disfrazado de pastor. Dijo Dietrich Bonhoeffer y Carlo Cipolla en su “Estudio sobre la estupidez humana”, que lo peor que puede hacer una sociedad – eso sucedió antes que en México en la Alemania Nazi – es darle poder a un estúpido y peor cuando un grupo de estúpidos le dan el poder a otro igual o peor que ellos.
Quién puede sostener – claro que no esté mal de la cabeza – que de un padrón de más de noventa o cien millones de electores, solo votaron 13 millones, entonces los otros 87 millones su silencio o abstencionismo no cuenta. José Saramago en sus dos libros “Ensayo sobre la ceguera” y “Ensayo sobre la lucidez” narra muchos años antes, lo que sucedió este primeo de junio del 2025 en las elecciones judiciales en México.
Y qué sigue, la resistencia civil, la represión, las persecuciones, en el más puro estilo de Norroña – fascista y nazista tirano de closet – aunque cada vez más a la vista, ante la impasividad de Sheinbaum, que además justificó los acordeones y la operación de los siervos de la nación. Entraremos a una dinámica que no conviene a nadie, desgastante, que no conviene a nadie, pero así quiere la mayoría de los mexicanos – igual que con los nazis – que se han dejado gobernar por una minoría, ¡ah! Porque sumados los votos de la oposición con los del abstencionismo, son mayoría por encima del Partido MORENA. Y de verdad, en qué México vivimos, cuándo y dónde, con una participación del 13 por ciento con acarreados y un proceso donde no participan los ciudadanos en el recuento de votos, ¿dicen que fue un éxito? Sí, ¿para quién? De verdad, tan mal estamos.
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