/ Héctor Calderón Hallal /
En el México vertiginoso de nuestros días, una pregunta retumba y sacude nuestras conciencias: ¿Somos un país de gente cínica?; ¿se confirma aquella tronante afirmación hecha por José López Portillo y Pacheco?
En aquella entrevista donde se autoproclamó como el “Último presidente de la Revolución Mexicana” y fustigó las declaraciones despojadas de vergüenza y responsabilidad sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio, de quien fue en ese momento el Jefe del Ejecutivo, Carlos Salinas.
Tal parece que sí…
El hedonismo, el utilitarismo y la desvergüenza, son los tres atributos de la convivencia de las actuales generaciones de mexicanos y los hemos llevado a los altares de la devoción, al consentir que se conviertan en auténticos valores de los políticos que hoy nos gobiernan, sin que haya alguien que tenga el valor y la pertinencia de señalárselos en el plano de la moralidad; mucho menos en el de la dignidad ciudadana.
Pero hay que explicarle a la gente que la categoría llamada ‘cinismo’ no deriva del cine o la industria cinematográfica nacida apenas en el siglo 20.
La filosofía cínica, viene desde la antigüedad grecorromana, específicamente en los albores de este lapso de la historia, en aquella señalada decadencia de los habitantes de Atenas, provocada por el dominio de los macedonios; situación que marcó la pauta para el surgimiento del “Helenismo”, es decir, el estudio de la filosofía y la cultura en general, que floreció en lo que se conoce como la civilización Helénica, (de todas sus regiones) que pasaba por la península Balcánica, las islas del mar Egeo y llegaba hasta Anatolia, hoy Turquía; no sólo se concentró en los ‘ciudadanos’ de Atenas.
Y fue siempre el cinismo, la corriente del pensamiento filosófico sustentada en la ‘anaidea’, un formato de manifestación sustentado en una ética impopular para la época (adoxia)… y que lo sigue siendo en nuestros días.
Aquella fue una época marcada como de ‘decadencia ciudadana’ y del pensamiento en general, tal y como la que atravesamos en este México de vértigo y desorden.
El propio filósofo alemán Friedrich Hegel, padre del espíritu constitucionalista del Derecho moderno, con el paso de los siglos les regatea y hasta les niega un lugar a los cínicos en el estudio de la filosofía, dada esa renuencia cínica hacia el conocimiento sistemático, científico y conceptual en general, que tan esencial le parece a Hegel para hablar de legitimidad filosófica. Carecían de un ‘sistema doctrinal’, tal y como sucede ahora; reniegan del orden para abordar cualquier estudio científico.
Los cínicos sustentaban su filosofía en alcanzar la felicidad y el placer a como diera lugar, mediante una especie de autarquía, interpretada a conveniencia; es decir, alcanzar la felicidad y el placer en la más radical independencia de todo condicionamiento exterior; en un ‘antisocial y personalísimo’ esfuerzo y sin considerar vivencia cultural, histórica o convencional proveniente del resto del conglomerado social. Por lo tanto el cínico, para realizar esta suprema aspiración a la virtud autárquica no necesita hacer un ejercicio estrictamente racional: se trata, ante todo, de ejercer la voluntad, de querer algo, así como Heracles conquistó, a través del esfuerzo, la condición divina: … ‘Con sólo agitar el pañuelito blanco ya decretamos que no hay corrupción en el país”… o “quiero saber qué se siente ser papá, pero nomás por un fin de semana”;… finalmente todo se puede en esta vida; sufre el que quiere.
Para los cínicos de la cultura helénica, la verdadera sabiduría era práctica y por tanto, la que tenía la facultad de lograr gobernarse a uno mismo e independizarse de la alienación a la que nos vemos sometidos debido a las opiniones e influencias sociales en general. El cinismo filosófico formaba ermitaños y ególatras.
Pero el componente más nocivo –en sus orígenes- del cinismo, está dado por la escuela sofística y su retórica, que nunca pudo faltar. Como forma de deducir el conocimiento… y como herramienta para arribar al poder.
El cinismo es hijo de los ‘sofistas’.
Los sofismas –pronunciados por sus respectivos inventores o promotores- están presentes hasta nuestros días. En la política mexicana son pronunciados y prostituidos a diario en las intervenciones de las figuras políticas que han hecho uso y abuso de estas figuras pseudo-filosóficas. Se han vuelto de hecho, el fundamento de la ‘ética política’ de la izquierda mexicana que hoy se ha vuelto gobierno.
Y sí, sin rubor alguno ya podemos decir: En México nos gobiernan a base de sofismas, pronunciados inmisericordemente todas las mañanas, al compás de un soliloquio por demás decadente y abrumador.
Así entonces, si un sofisma es un argumento falso o capcioso que se pretende hacer pasar por verdadero.
El sofisma puede ser visto como un silogismo viciado, o sea, una exposición de premisas falsas o verdaderas cuya conclusión no es adecuada que tiene la finalidad de defender algo y confundir al interlocutor: Todos los hombres son mortales; por lo que el gato es mortal; luego… los hombres son gatos.
O… “Ser libre es poder hacer lo que uno quiera; los hombres quieren volar, pero no pueden; luego, los hombres no son libres…” (Prohibido prohibir).
O… “El dinero entregado a mis hermanos en efectivo fue para una causa justa (como contribuir al triunfo de Morena y la 4 -T) tal y como cuando le dieron dinero a Morelos y a la Corregidora (en la 1-T); por lo que no es justo que haya sanción penal contra mis hermanos, aunque así esté legalmente tipificado en el Código Penal”…
O… “Las presunciones de delitos cometidos por Rosario Robles Berlanga en torno a la llamada ‘Estafa Maestra’ deben ser investigados a conciencia y castigados con todo el peso de la ley, sin miramiento alguno, porque Rosario Robles trabajó para un gobierno priísta, sinónimo de corrrupción; pero la conducta de Delfina Gómez al frente del Ayuntamiento de Texcoco, cobrando sin su consentimiento un porcentaje o diezmo a humildes trabajadores de las diferentes áreas, para solventar la campaña presidencial de Morena del 2018, no debe sancionarse porque yo (presidente) la conozco, le tengo mucha confianza en Delfina Gómez, porque es muy fina persona”…
O… “Como se han ‘derechizado’ todas las instituciones de educación pública superior en este país, porque ya solo se enseña ciencia y tecnología; ya no hay crítica social; crítica al capitalismo; crítica al sistema de gobierno y a las aristocracias en general; vamos a quitarle sus apoyos por la vía del Conacyt a algunos de ellos y les vamos a proponer nuevas autoridades y nuevas cartas curriculares, porque no es posible que estemos manteniendo escuelas donde los estudiantes sí se dedican a estudiar y no salen a las calles a manifestarse, a ser rebeldes contra los sistemas oligárquicos previamente establecidos;… porque eso quisiéramos, que aunque sea para manifestarse contra nosotros, estudiantes y maestros salieran a las calles a rebelarse públicamente”…
Y centenares de falacias repetidas casi a diario por los maestros de la retórica y el sofisma. Antes de parte de los vilipendiados PRI y PAN… ahora, indefectiblemente de las autoridades emanadas de Morena o el Movimiento Ciudadano y autoproclamadas impulsoras de la 4-T.
La “cosificación”
Y los que nos faltaba en México, que para las actuales autoridades, la población haya perdido su carácter humano para entrar en un proceso de cosificación, convirtiéndose en materia sobre la que el gobernante ejerce su arte político.
¿Será acaso propio de las nuevas generaciones de mexicanos y de todos los individuos del planeta en general?… O ¿será solo un tema de los nuevos políticos de México y que nos gobiernan ya… o aspiran a gobernarnos a nivel nacional?
Hace poco más de una semana, justo el fin de semana anterior al reciente, en Monterrey, Nuevo León, la pareja formada por el gobernador de aquella entidad, Samuel García y su esposa, la señora Mariana Rodríguez Cantú, fue criticada por “adoptar” durante un fin de semana a un bebé de 10 meses del sistema de Desarrollo Integral de las Familias (DIF).
Usuarios y Organizaciones Internacionales, han señalado que el niño quedó expuesto y fue víctima de diversas violaciones a sus derechos, después de que festinaron y publicitaron en redes sociales particulares de ambos, el lujo de la ocurrencia que prohija el poder.
En un país como el nuestro donde, por economía, seguridad y barreras legales, un proceso de adopción infantil, implica numerosas diligencias al juzgado de lo familiar y varios meses de paciencia para afrontar interrogatorios, cuestionarios, estudios socio-económicos, como investigaciones a amigos y familires de todo tipo.
A los García-Rodríguez les resultó francamente fácil y rápido. Materialmente fueron al DIF a ‘cumplir con un caprichito… con un sueño solo propio de los juegos infantiles, como “jugar al papá y a la mamá”… a la ‘casita’.
Para llevarse al bebé en un plan de ‘demostración’… a ver si les ‘cuadraba’ ese rol de padres obligados moralmente a dar servicio incondicionalmente, sin horarios ni condiciones. Sin plazos fatales… sin certidumbres de ningún tipo.
Pidieron el ‘Nenuco’ de carne y hueso en la Casa Hogar del DIF y fueron complacidos… por sus propios empleados o subalternos.
Una vida sin Responsabilidad
Ser padre es uno de los actos –sino el que más- que implica mayor responsabilidad en la vida de un hombre o una mujer que integran una pareja o una familia, llamada de tipo nuclear.
Responsabilidad significa responder, dar respuesta al llamado de otro.
En este acto, está íntimamente presente la vocación, una palabra proveniente del latín vocatio o acción de llamar.
Tiene que ver con cumplir con las obligaciones personales, familiares, laborales y ciudadanas; con obedecer a la propia conciencia, a las autoridades y a Dios, no como un acto pasivo de esclavitud, sino como el ejercicio del compromiso que dignifica a cada persona.
Responsabilidad también tiene que ver con asumir las consecuencias de nuestras decisiones y acciones. Una persona responsable es aquella que respondiendo al llamado de su conciencia, cumple integralmente las obligaciones que se derivan de su edad, talento y capacidad… y del puesto que ocupa en el espacio social en que se desarrolla.
Resulta inconcebible que Samuel y Mariana pretendan eludir o retardar su propio reloj vital, pisoteando la dignidad como persona de ese pequeño de tan solo 10 meses de edad… asignándole una categoría de objeto… o cosa.
La desvergüenza del cínico no se comprende a primera vista. La vergüenza es la más íntima atadura social que nos une, por encima de cualquier regla de la conciencia o la reflexión racional, a los parámetros generales de comportamiento.
No se puede hablar de una clase de políticos con responsabilidad o de una generación de mexicanos con dignidad y vergüenza, ajenos al cinismo, cuando una pareja de gobernantes, la de uno de los estados de vanguardia económica, industrial y educativa, asume con hedonismo y utilitarismo un rol tan vital como la paternidad y la maternidad.
Ahí no puede haber grandeza alguna, solo mediocridad.
Porque como sentenció el gran Winston Churchill: “El precio de la grandeza es la responsabilidad”.
Vuelvo a la pregunta original, aunque corregida: ¿Somos o no un ‘pais gobernado por cínicos’?
Autor: Héctor Calderón Hallal
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