Mi Playlist .

*Mis proyecciones en el espejo

/ Por: Paula Roca /

Mis canciones son un cúmulo de sentimientos, un reflejo de lo que mi corazón vive en cada instante. Hay una lista especial donde he guardado todas esas melodías que me hacen fluir, perderme y bailar. No lo niego, tengo “dos pies izquierdos”, pero eso es lo de menos, porque en ese espacio íntimo, bailo solo para mí, en completa libertad.

 

Sin embargo, hay otra playlist, aún más especial. Es un cofre de tesoros donde, a lo largo de los años, he guardado canciones que soñé dedicarle a alguien. A esa persona única que, con su sola existencia, mereciera cada verso, cada nota, esa poesía hecha melodía que hace latir el alma y suspirar al ser escuchada.

 

Es como un traje hecho a la medida, confeccionado con palabras que, como pequeños botones, sostienen emociones profundas. A veces, con una mezcla de nostalgia y esperanza, pensaba: Esa canción es para alguien especial, alguien que entienda su significado, que reciba sus versos con el corazón abierto. Alguien que, con una simple mirada, me robe un suspiro; alguien que, al cerrar los ojos, me haga vibrar. Quería dedicar esa melodía a quien, al escucharla, pudiera sentir lo mismo que yo: ese instante mágico en el que el tiempo se detiene, y la música se convierte en un puente que une nuestras almas, llevando nuestras manos a un abrazo eterno.

 

Esa playlist ya tiene un nombre especial. Hoy pertenece a alguien que no solo vino a escucharla, sino a enriquecerla con su propia poesía, su propia música. Juntos hemos creado una sintonía perfecta. Y eso hace la música: inmortaliza momentos, congela el tiempo en besos llenos de vida, y acerca las almas en cada suspiro, en cada acorde.

 

Nunca es demasiado tarde para reconocer a alguien en una canción, para encontrar a esa persona que cambie por completo tu mundo o transforme la forma en que escuchas cada estrofa. Porque, a veces, la música no solo nos acompaña: nos revela el amor, el destino, la magia de la vida misma.

 

Hoy, esa playlist me inspira a seguir escribiendo. Y, en esas noches de silencios y calma, cuando el mundo se detiene, me envuelvo en mi pijama y dejo que cada nota me lleve de regreso a esos brazos que me cobijan con el alma. Cada palabra en esas canciones parece tener un vínculo con el amor que compartimos, recordándome que, al final, la música siempre será nuestro refugio, nuestra memoria, nuestro eterno amanecer.