Misógino de cuarta… T

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Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica y autoproclamado “Claudista”, volvió a mostrar su misoginia. No solo hacia las autoras latinoamericanas, sino también hacia la propia presidenta Sheinbaum.

Anunció que el 17 de diciembre iniciará la repartición de 2.5 millones de libros en 200 puntos de América Latina, incluido el Zócalo de la Ciudad de México. Hasta ahí sería pasable, si no fuera por el “detalle” del comentario: “Ahí a la presidenta le vamos a regalar un cúter para poder abrir cajas y repartir libros…”

Sí, para eso —según él— está la presidenta. Ni un guiño a su formación académica, ni una colección de autoras destacadas, ni una selección especial de mujeres del Fondo. No: un cúter.

El nuevo proyecto editorial del FCE —financiado con nuestros impuestos— regalará millones de ejemplares de literatura latinoamericana, pero con una alarmante escasez de autoras.

Antes de ir a repartir libros por el continente, quizá convendría fomentar primero la lectura en México, donde el promedio de libros leídos por persona apenas supera los tres al año (y mismo eso me parece que han inflado el dato). Pero claro, eso no da titulares ni aplausos internacionales.

Lo peor vino cuando se le preguntó a Taibo II por qué no hay más escritoras en la selección. Su respuesta fue un retrato perfecto de su soberbia y desprecio: “Tienes que inventar un poco qué es lo que hay por ahí que tenga calidad. Porque si partimos de la cuota, dices, bueno, un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de ser escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria en mitad de Guanajuato, porque hay que castigarlos con ese libro de poesía.”

Así, con todo su machismo y su prepotencia, el funcionario cultural del gobierno “feminista” por excelencia sentenció a las escritoras latinoamericanas.

Y sí, es cierto: el “boom” fue mayoritariamente masculino. Pero eso no borra la existencia ni el valor literario de las mujeres que también escribieron y publicaron en esa época. Tampoco lo autoriza a erigirse en juez absoluto del gusto literario.

Por cierto, Taibo II tampoco está libre de conflictos de interés. En 2020, bajo su dirección, el FCE adquirió títulos de una editorial española que incluía una novela suya, con un costo superior a 24 mil euros por 24 mil ejemplares, más transporte. Todo con dinero público.

¿Y esos libros? Tan olvidables como su comentario. ¿Quién es Taibo II para decidir qué merece ser leído? Antes, el Fondo contaba con consejos editoriales plurales que garantizaban diversidad y calidad. Hoy solo refleja la visión estrecha del misógino cuatroteísta que lo dirige.

Y lo más curioso: ¿dónde quedaron las feministas de la 4T cuando soltó su “poemario horriblemente asqueroso”? ¿O cuando dijo lo del cúter? Calladas. Desaparecidas. Porque en la 4T, el feminismo se usa como escenografía, no como convicción.

Ante la polémica, Claudia Sheinbaum respondió que se hará una colección de libros escritos por mujeres. Ojalá la elabore alguien con criterio y no el mismo personaje que necesita un mapa para encontrar autoras.

Así que hagamos nosotros la tarea que él no hizo. Mexicanas del boom: Rosario Castellanos, cuya lucidez anticipó al feminismo literario moderno. Elena Garro, relegada por su propio esposo, Octavio Paz, pese a ser pionera del realismo mágico.

Clarice Lispector, que hizo poesía en prosa desde el exilio y la incomodidad. Silvina Ocampo, eclipsada por su hermana Victoria y por su círculo masculino, pero con una narrativa exquisita.

Y Luisa Valenzuela, argentina irreverente cuya Cola de lagartija retrata a los dictadores con una crudeza que hoy recuerda a Milei y compañía. Hay muchas más. Pero que Taibo II —ese misógino de cuarta— haga su tarea. Para eso cobra de nuestros impuestos.

Y ya que tanto habla del “boom latinoamericano”, no estaría de más que recordara algo: fue una mujer, la alemana Michi Strausfeld, quien llevó a Cortázar, García Márquez, Fuentes y Bioy Casares al mercado europeo. Su libro Mariposas amarillas y los señores dictadores narra precisamente eso: cómo la literatura latinoamericana sobrevivió a los egos masculinos y a las dictaduras… como la del machismo cultural que hoy encarna Taibo II.