*
04.11.2025.- La organización Miss Universo emitió disculpas públicas a la representante mexicana Fátima Bosch luego de que el empresario tailandés Nawat Itsaragrisil vinculado al comité anfitrión, la humillara públicamente durante una actividad oficial del certamen. El incidente, que incluyó insultos directos y amenazas a otras concursantes que mostraron solidaridad con Bosch, desató una ola de indignación internacional y puso en evidencia actitudes misóginas y prácticas de cosificación profundamente arraigadas en el evento.
Itsaragrisil, quien ostenta cargos de influencia en el certamen, llamó “estúpida” a Bosch por negarse a grabar un video promocional del país anfitrión, y abiertamente intimidó a otras participantes que expresaron apoyo a la mexicana, advirtiéndoles que serían “castigadas o expulsadas del certamen” si no obedecían sus instrucciones.
Las declaraciones del empresario, que trató a las concursantes como si fueran propiedad de la organización, reflejan una lógica patriarcal de control y sometimiento, incompatible con los valores que Miss Universo afirma promover. Según justificó en sus redes, fue Bosch la que alzó la voz, (luego del insulto) y se puso de pie sin su permiso.
Las disculpas ofrecidas por la presidencia del certamen llegaron solo después de que se impusieran sanciones contra Itsaragrisil, quien fue apartado de futuras actividades.
Diversas voces feministas y medios internacionales han señalado que la respuesta institucional fue tardía y reactiva, y que el incidente revela una estructura de poder que normaliza el abuso y la cosificación de las mujeres en espacios que deberían celebrar su autonomía y diversidad.
Fátima Bosch, por su parte, ha reafirmado su compromiso con la representación digna de México y ha exigido que se garantice un entorno seguro y respetuoso para todas las participantes.
El caso ha reactivado el debate sobre la necesidad de reformar los certámenes de belleza desde una perspectiva de género, que reconozca a las concursantes como mujeres con voz, agencia y derechos, no como figuras decorativas al servicio de intereses comerciales o políticos.
La agresión de Nawar generó una ola de indignación mundial, especialmente en redes sociales, donde usuarios, medios y figuras públicas exigieron respeto y sanciones.
El director general de Miss Universo México, George Figueroa, defendió públicamente a la mexicana Bosch, calificando el acto como “imperdonable” y reiterando que no se tolerarán faltas de respeto hacia las concursantes latinas.
Ante la presión internacional, Raúl Rocha Cantú, presidente de Miss Universo, ofreció disculpas públicas a Fátima Bosch y anunció que se tomarán medidas disciplinarias contra Nawat Itsaragrisil. Aunque no se han detallado las sanciones específicas, se confirmó que el directivo será apartado de futuras actividades del certamen y que se revisarán los protocolos de trato hacia las participantes para evitar nuevos abusos.
Por su parte, Fátima Bosch confirmó que continuará representando a México en el certamen, reafirmando su compromiso con la dignidad y el respeto hacia todas las mujeres que participan en este tipo de eventos.
Este episodio no es aislado: forma parte de una historia de silencios y violencias simbólicas que muchas mujeres han enfrentado en estos espacios. La exigencia ahora es clara: no más disculpas tardías, sino transformaciones estructurales que desmantelen el machismo institucional y dignifiquen la participación femenina en todos los ámbitos.
El hecho ha reabierto el debate sobre el trato que reciben las concursantes en certámenes internacionales y ha puesto en evidencia la necesidad de reforzar los valores de respeto, inclusión y profesionalismo en plataformas que promueven la belleza y el talento femenino.












