Mitad de diagnósticos por Cáncer de Mama, llegan en etapas metastásicas. Estado mexicano, responsable.

*Escrito por Arantza Díaz, Lizbeth Ortiz Acevedo y Luz Cecilia Andrade.

19.10.2024 Cimac Noticias.com/ Ciudad de México.- El Estado mexicano tiene un reto mayúsculo por resolver en los próximos años y de urgente atención en materia de Cáncer de Mama (CaMa), debido que al abandono institucional histórico enfrentado por las mujeres en materia de salud, ha resultado en que al menos la mitad de los casos de mujeres diagnosticadas con esta enfermedad, sean detectadas en etapas metastásicas, es decir, con la diseminación del cáncer en el organismo, esto de acuerdo con los Resultados de supervivencia de pacientes con cáncer de mama en una población mexicana.

El Cáncer de Mama, prevalece como una enfermedad de mayor incidencia y defunciones desde el 2023, cuyas muertes, de acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), podrían ser evitables, es decir, no deberían haber ocurrido en presencia de servicios de salud eficaces, con exámenes rutinarios para la detección temprana y con tratamientos adecuados.

Estos diagnósticos tardíos, más allá de una responsabilidad individual, corresponden al Sistema de Salud Pública, que no ha puesto a las mujeres en el centro de los presupuestos y que ha omitido su papel para revertir las cifras que año con año en materia de detecciones y defunciones aumentan.

Prueba de ello es que en el 2022 solo había en el sector público 803 mastógrafos para la detección del Cáncer de Mama (CaMa) a nivel nacional para atender más de 66 millones de mujeres, tal como lo documenta una investigación de la revista Salud Pública de México.

Además, el país experimenta una escasez constante de servicios médicos en zonas que viven contextos de marginación; así como de un sistema preventivo con dudas sobre el uso que ejercen sobre los recursos públicos, a lo que se suman las denuncias por el desabasto de medicamentos.

Por eso es resulta imprescindible incluir en el análisis, que recibir un diagnóstico por Cáncer de Mama (CaMa), no se vive igual entre la diversidad de sociedades que componen a la nación mexicana.

La interseccionalidad es un componente que juega en contra de mujeres quienes habitan en alguna de las zonas más alejadas de las grandes urbes; o de quienes hablan alguna de las 68 lenguas indígenas; aquellas que están en un proceso migratorio ya sea de tránsito o retorno; las que están en desplazamiento forzado o sostienen una vida familiar a través de sus cuidados.

El Cáncer de mama en cifras

En México, durante el 2023 hubo 8 mil 034 muertes por Cáncer de Mama en la población de 20 años y más, de las cuales 99.5 % ocurrió en mujeres, esto, según Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En 2023 a nivel nacional, la tasa de mortalidad en mujeres en  de 20 años y más por Cáncer de Mama, fue de 17.9 por cada 100 mil. Sonora tuvo la tasa más alta (27.5) y Campeche, la más baja (9.9).

Los tres grupos de edad que concentran la mayor cantidad de muertes de mujeres en México es de 65 y más años; de 55 a 64 años y de 45 a 54, con 22.2 %.

El año pasado también se registró el mayor número de defunciones por cáncer de mama en las mujeres que se encuentran en el grupo de edad de 64 años y más con 2 mil 598 casos.

En 2020, el cáncer de mama fue la enfermedad más frecuente (15.3 %) y la primera causa de muerte en mujeres, con un estimado de 29 mil 929 nuevos casos y 7 mil 931 muertes con una tasa de incidencia de 40.5 y de mortalidad de 10.6 por 100 mil.

A medida que las mujeres aumentan de edad, también se incrementa la tasa de mortalidad por cáncer de mama, pues por cada 100 mil mujeres de 85 años y más, se produjeron 85.7 defunciones.

Es importante señalar que 6 de cada 10 mujeres de 20 años y más que fallecieron por Cáncer de Mama, el año pasado contaban con afiliación a alguna institución de salud.

El diagnóstico tardío, principal causa de defunciones por CaMa

Se estima que en México al menos la mitad de los casos de mujeres diagnosticadas con cáncer de mama son detectadas en etapas avanzadas o metastásicas, es decir, cuando el tumor maligno invade otras áreas del cuerpo.

En cambio, si hay un diagnóstico temprano, luego de 5 años de ser diagnosticadas, el 99% de las mujeres que se encuentran en etapas tempranas permanecen con vida, en comparación con 23% de aquellas a las que se les detecta en etapa metastásica. Esto de acuerdo con un estudio realizado por un centro de referencia del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) publicado en febrero de 2024.

Entre las razones por la que las mujeres llegan tarde a un diagnóstico de Cáncer de Mama, se debe a que la cobertura para su detección en México es limitada.

La mastografía es uno de los principales mecanismos para detectarlo -principalmente en las mujeres de 40 años en adelante-. Sin embargo, el sistema de salud mexicano no se da abasto para producir las mastografías suficientes para un buen diagnóstico.

De acuerdo con un estudio exploratorio que correlacionó la cantidad de mastógrafos del sector público existentes en 2020 con la cantidad de mujeres de entre 40 y 69 años, actualmente se cuenta con el número de mastógrafos suficiente sólo para elevar la oferta de estudios de tamizaje al 50% a nivel nacional.

También se observó que la distribución de estos equipos no es equitativa, pues hay estados con grandes necesidades de inversión en equipo así como estrategias de tamización para Cáncer de Mama.

Este estudio evidencia que es necesario mejorar las capacidades gerenciales de los programas de detección de Cáncer de Mama para impactar en la cobertura y calidad de los estudios y así prevenir casos de mujeres con la enfermedad avanzada o metastásica.

De acuerdo con datos abiertos de los Recursos en Salud Sectorial 2023, actualmente hay 803 mastógrafos en todo el país para atender a mujeres de 50 años y más que representa al 23.8 % de las 67 millones mil 958 mujeres reportadas en el país a mediados del año pasado.

Al respecto, el día 9 de octubre, las diputadas del Partido Revolución Institucional (PRI), hicieron un llamado para tomar consciencia sobre el cáncer de mama.

Las diputadas mencionaron en el Palacio Legislativo que es fundamental que las mujeres cumplan con los protocolos de autoexploración, además de pedir al Gobierno Federal garantizar tratamientos preventivos y de suministro para combatir esta enfermedad, ya que es una de las principales causas de muerte de las mexicanas.

En rueda de prensa, la diputada Xitlalic Ceja García, presidenta del Organismo Nacional de Mujeres Priistas (ONMPRI) dijo que es importante aprobar un presupuesto en el 2025, para generar acciones preventivas.

Por su parte, la diputada Marcela Guerra Castillo resaltó que el cáncer de mama es una de las principales causas de muerte de mujeres en México y en el mundo.

“Por eso vamos a impulsar voluntades económicas desde esta Cámara de Diputados, desde el PRI, para que se asignen presupuestos específicos para atender este mal, atenderlo a profundidad”, expuso.

Por su parte, la diputada Lorena Piñón Rivera (PRI) señaló que el cáncer de mama representa el 11.7 % de todos los diagnósticos de cáncer a nivel global. Y son alrededor de 670 mil defunciones por este padecimiento, anualmente en todo el mundo.

El cáncer de mama como un problema de carácter público

«El personal médico y de enfermería es el responsable de capacitar a la mujer en la técnica correcta de autoexploración mamaria», refiere el Instituto Mexicano del Seguro Social en su página oficial. Una responsabilidad de prevención individualista que las mujeres cargan; una enseñanza de la que penderá su detención oportuna o un diagnóstico metastásico.

¿Realmente se puede apuntar a una responsabilidad única?, ¿en qué punto el Estado nombrará la palabra corresponsabilidad y se despojará de la culpabilización?, ¿realmente se considera la pobreza del tiempo de las mujeres, la discriminación y el lejano autocuidado?

Para encauzar a esta conversación, Cimacnoticias conversó con la especialista en cuidados y envejecimiento, Verónica Montés de Oca, investigadora titular C en el Instituto de Investigaciones Sociales con una antigüedad de 30 años en la UNAM.

Hablar de pobreza de tiempo en mujeres no es el hilo negro de la conversación, pero sí el génesis que atraviesa a un problema de salud pública como el cáncer de mama con el género, pues no olvidemos que, como dice Veronica Montes de Oca, esto también responde a un orden social.

Pensemos en esto, dice la especialista, como mujer esperan de ti muchas acciones propias del rol de género porque recordemos que las mujeres cuidan todo el tiempo; cuidan de sus hijas e hijos, de otras personas, de su casa, de animales y hasta de su comunidad.

En añadidura a este trabajo de cuidados, hay que recordar que las mujeres representan el 40% del mercado laboral, según el documento Participación Económica de las Mujeres 2023, del Inegi.

La conciliación entre el trabajo en el hogar y el trabajo remunerado, recrudece la pobreza del tiempo para asistir a una cita médica; una cita médica que no consta de asistir una hora o menos y que, en algunos casos, puede ser reiterativa.

Justo como lo que vivió la doctora Verónica al intentar asistir a su madre en el mes de septiembre; atravesó días de incertidumbre, de burocracia y de un combate insistente en las ventanillas del seguro social, ¿quién puede gozar del privilegio de asistir hasta 3 días y perder toda la mañana en la clínica cuando el trabajo de cuidados y el sistema laboral no da tregua?

Ante ello, la especialista sostiene que la perspectiva de género, interseccionalidad y del cuidado de la enfermedad son herramientas políticos que no caben en las filas del Seguro Social.

El Estado crea una subjetivización de que la única responsable de aquello que atraviese a las mujeres son ellas mismas; culpables de habitar un cuerpo con cáncer y no haberse dado cuenta antes.

«Lo que hacen es que adjudican la responsabilidad del Estado y lo privatizan en las personas. Es igual que las personas que sufren cirrosis, es su culpa; las personas con obesidad, es su culpa por comer; las personas con cáncer pulmonar por fumar y con cáncer de mama por no tocarse, pero en realidad, esto esconde muchas cosas porque la enfermedad, cualquiera, no es una responsabilidad de la persona, es un tema de salud pública, no es una cosa aleatoria que viene de la nada; viene de una causante social, que la ciencia no ha investigado por su visión patriarcal, no hay avances que apunten a las causas del cáncer de mama o de cérvix. Pensamos que somos culpables, más no el sistema de salud; todo nos atraviesa y se privatiza en las personas.»

Así, se construye un primer acercamiento al mapeo de recibir atención médica en el Seguro Social para prevenir una de las principales causas de muerte en mujeres en México; desde la opacidad y la carga de responsabilidad individual. Ante ello, resulta imperioso que un problema de salud pública abandone la esfera de lo privado, para convertirse en un asunto de interés colectivo donde el Estado cargue con la atención, prevención, acompañamiento y cuidados.

Pues como ya apuntaba el Frente Feminista Nacional en la presentación del documento Los Irrevocables Feministas, para que se pueda nombrar completa la frase «Llegamos todas», el Estado debe reconocer su responsabilidad; no llegaremos todas, hasta que el Cáncer de Mama sea prevenido, atendido y erradicado de forma oportuna del cuerpo de las mujeres mexicanas.

Al colocar la lupa en otras interseccionalidades, el contexto es aún más discriminatorio; Verónica Montes de Oca, plantea un escenario en el que una mujer indígena habitante de zonas periféricas acude a recibir atención médica para una mastografía.

Una mujer que por fin logró ahorrar para pagar un autobús, conciliar su trabajo de cuidados y desarrollar cuidadosamente una estrategia para acudir al Seguro Social, ¿el sistema cuenta con la facultad de atender a mujeres monolingües?, ¡por supuesto que no!, responde la especialista.

Sobre esta línea, la Encuesta Nacional de Discriminación del Inegi recuerda que el 43.3% de las personas indígenas de 12 años o más han sido discriminadas «mucho o algo» al momento de recibir atención en un servicio de salud.

«Sería ideal que tuviéramos instituciones que fueran eficientes, que tuvieran aparatos y que no postergaron los análisis clínicos para mujer que no sólo tienen una pobreza de tiempo, sino también, económica; mujeres que no pueden estar gastando en estudios, laboratorios y personal médico privado porque el sistema es brutalmente discriminador, entonces, las dejan horas y meses esperando para ser atendidas. Entras como un sujeto y sales como un objeto, te sacan como si fueras desechable desde la secretaría de salud, hasta el IMSS, entonces, ¿quiénes son los beneficiarios si no son las personas mayores, las infancias y las mujeres?, dan por hecho que tenemos todo el tiempo del mundo, ¿cómo quieres asistir si no hay tiempo, no hay recursos y además te tratan mal? Esa es otra forma de matarnos»

Ante violencia estructural; el cuidado sostiene. Patricia y sus hijas

«Está invadida de cáncer, no tiene caso que le demos quimioterapia», le dijo una médica a Patricia Guía de 50 años quien sólo recibiría pastillas para calmar cualquier dolor y descansar en casa; no había más qué hacer. O al menos, eso es lo que la negligencia médica intentaba constatar.

En uno de sus senos, Patricia sintió una protuberancia «era como una uva», dice en entrevista. Asistió a consulta para verificar de qué se trataba y fue cuando recibió su primer diagnóstico: Cáncer de mama etapa 3.

En la casa de la familia, Patricia, cabeza del hogar, se encarga del trabajo doméstico y de cuidados, tras el diagnóstico, el cuidado y trabajo del hogar transmutó a la intergeneracionalidad; sus hijas iniciaron un proceso para cuidar de ella, preparar una dieta estricta y asegurarse de mantener desinfectada la habitación.

El debilitamiento y el extremo cansancio de Patricia Guía resultaba insostenible.

«Mi vida dio un giro completamente cuando supimos de su enfermedad, mi papá, mi hermana, mis tíos, mis abuelitos platicamos en buscarle una enfermera que la viera en todo el proceso y platicando con mi esposo le dije que no, que yo quería irme con ella, que nadie más podría cuidarla», refiere Hada, una de las hijas de Patricia.

Así, Hada preparó su maleta y se mudó a casa con su madre en Naucalpan; a la periferia, no había conciliación entre su empleo, la distancia y el trabajo de cuidados, por ello, tomó la decisión de renunciar y volcar todo su tiempo a cuidar, limpiar, velar y también, convertirse en sostén emocional.

«Tuve que hacerme la fuerte frente ella, ya que sentía que si yo lloraba o le hacía ver que me sentía triste pues no la podía ayudar mucho, la verdad, fue un proceso muy muy fuerte, me dolía mucho ver cómo con cada quimio ella se ponía muy mal, no comía, no se levantaba, lloraba de dolor, vomitaba mucho y cuando se le cayó su cabello, sufrió demasiado. En el espacio de las quimios, le ayudaba en su casa la limpiaba, le hacía su comida, la cuidaba, cuando habían días buenos en que se sentía bien, coloreábamos en su patio, le ponía una mesita y una silla y aunque yo sabía que eso no le animaba trataba de hacer cualquier cosa porque ella se sintiera bien», comparte Hada en entrevista.

El proceso físico y emocional, continúa Patricia Guía, era lo más difícil al momento de recibir atención médica pues no había fuerza suficiente para trasladarse a la capital: «Yo tenía náuseas, vómitos, sin ganas de caminar, ni hablar, y aún así, una tiene que asistir», explica.

Radiaciones y malos diagnósticos

Tras superar los ciclos de quimioterapias, inició el escalón siguiente para la familia; las radiaciones que terminarían por lastimar irreversiblemente la garganta de Patricia Guía.

«Sí, siempre le echamos ganas», dice Hada, quien explica que fue doloroso ver cómo Patricia no podía ingerir alimentos, ni bebidas sin sentir dolor. Al final, la felicidad llegó a casa cuando les anunciaron que estaba oficialmente curada; un episodio momentáneo que, según refiere Patricia Guía, sería apenas la primera oportunidad para continuar viva.

En mayo de 2024, una anomalía sería encontrada en la clavícula de Patricia, el diagnóstico, por segunda ocasión, fue cáncer.

El 24 de mayo Patricia y su esposo asistieron a consulta para darle seguimiento, sin embargo, la médica en turno se limitó a decirle a la mujer que ya no tenía cura, que estaba invadida y que le daría medicamentos para «alargar la vida un par de meses, pero nada más» y que era momento de regresar a casa.

«Recuerdo que lloré tanto tanto y le dije que me disculpara por no ser tan fuerte y llorar, estaba muy enojada pensando porque si hay tanta gente mala en el mundo que gozan de buena salud y mi mamá que era tan buena estaba pasando por eso, ella fue a mi lado y me abrazó y dijo que ella no tenía miedo que si era lo que diosito quería que lo aceptamos, entonces empezamos a decir que no, que íbamos a buscar más opiniones médicas», explica Hada.

La familia y la red sólida de amistades se reunieron para encontrar una segunda opinión por fuera del sistema de salud público, se costearon análisis y 3 días después, recibieron los resultados: No había metástasis y sólo se trataba de un ganglio que podría ser eliminado con cirugía.

En conversación con Patricia Guía, refiere que la palabra que ha trazado el rumbo de su vida es «afortunada»; se sabe afortunada. Actualmente, permanecerá en vigilancia los próximos 10 años y su diagnóstico es libre de cáncer.

En México, el acceso a la salud, a un cuidado colectivo y a la viabilidad económica para obtener un servicio privado no consta de un derecho público y de libre acceso para todas, sino más bien, de una escalera de obstáculos donde la negligencia, la pobreza del tiempo de las mujeres y la irresponsabilidad del Estado ha sido catapulta para que cada día 10 mujeres pierdan la vida, de acuerdo con las Estadísticas de Defunciones Registradas 2022.

Hada refiere que para su madre, siempre hubo posibilidad de ser cuidada por toda su familia, de redes comunales que la apoyaron, buenos servicios médicos y una red que sostuvo la vida. Un caso excepcional

El grupo etario con mayor incidencia al cáncer de mama en México es de 65 años y más, precisamente, uno de los grupos que recibe menos cuidados en nuestro país. De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC), el 75.9% de mujeres adultas mayores no recibe cuidados y paralelamente, es el grupo que más demanda «cuidados adicionales», pues el 65.1% refirió requerir de personal de enfermería.

En el caso de Patricia Guía, la posibilidad de ser cuidada por sus hijas sin necesidad de costear a personal de enfermería fue posible, sin embargo, ¿qué sucede entre las adultas mayores con diagnóstico de cáncer que no reciben cuidados intergeneracionales?

Consultando el margen de salarios percibidos mensualmente en páginas de empleo, se encuentra que el promedio salarial de personal de enfermería particular es de entre 9 mil y 10 mil pesos, y aunque estos salarios pueden variar según la empresa, la región y el traslado, esta cifra oscilatoria funge como base.

A la edad de +60 años, las mujeres perciben un salario de 6 mil pesos 445 y si se añade la interseccionalidad de ser hablante indígena, el salario de mujeres se reduce a la mitad, según refiere la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares Estacional (ENIGH E, 2022).

Esto último implica que, para las mujeres las mujeres autónomas de más de 60 años costear un servicio de cuidados resulta imposible, aunque otorgue en totalidad su ingreso mensual aún harían falta entre 3 mil y 4 mil pesos para lograr cubrir el salario de personal de enfermería.

Leslie y Teresa

Leslie recibe la llamada de Cimacnoticias por la noche. Está en clases, al fondo, se escucha el ruido de los pasillos de una preparatoria del Politécnico Nacional al norte de la Ciudad de México.

Leslie ahora tiene 18 años, es hija única de Teresa de Jesús, mujer trabajadora en el área de administración y del hogar; hace 2 años recibió el diagnóstico de cáncer (luego de haber superado el padecimiento una década atrás).

Teresa de Jesús inició con un diagnóstico de anemia que no mejoraba y tras una transfusión de hierro, acudió al hospital Siglo XXI para realizarse estudios y acto consecuente, recibió un diagnóstico de cáncer. Ante ello, la rutina de ella y su hija cambió; Tere continuó trabajando hasta su tercer ciclo de quimioterapia.

Probablemente, dice Leslie, lo más complicado fue aprender a cocinar la dieta rigurosa de su madre, realizar un meticuloso cronograma de medicamentos y por supuesto, todo lo que implicaba la limpieza cuando Tere presentaba fuertes náuseas.

Ese año, Leslie optó por frenar sus estudios de segundo año de preparatoria y dedicar el año a cuidar de su madre; todo lo que implicaba viajar juntas, acompañarla en quimioterapias y estar presente ante cualquier necesidad.

Cuando una cita se avecinaba, Leslie se apoyaba en su tía, quien vive en Ciudad de México; llegaban un día antes desde Tecamac y desde ahí, el viaje para llegar al hospital requería todavía de una hora más de traslado.

Leslie comparte que muchas veces las citas eran a las 5:30 pm y eran atendidas dos horas después. «Terminábamos saliendo a las once y a esa hora ya no había transporte, tenía qué pedir un Uber. Eso era pésimo».

A su alrededor, Leslie refiere que muchas mujeres acudían solas a sus citas de quimioterapia y al momento de salir, los efectos como mareo, debilidad y náuseas provocaban accidentes. El Instituto Mexicano del Seguro Social apresuraba su salida, a pesar de que el estado de esas mujeres era inconveniente.

¿Alguna vez atravesaron alguna clase de negligencia? No, responde Leslie, pero habían muchas excusas a pesar de que se sentía mal, había que pelear por su lugar, para que estuviera en su cama. El hospital se encontraba remodelando el último piso y no había espacio suficiente, así que la difirieron a la Clínica 48 pidiéndole a Leslie que acudieran en calidad de «emergencia» para asegurar su pronto ingreso, ello, a pesar de que Teresa presentaba fiebres muy altas.

En este tenor, es importante apuntar a que el Seguro Social figura como la institución con mayor número de denuncias ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, sumando sólo en 2022 un total  3 mil 789  denuncias y en sumatoria, acumulan desde 2020, 9 mil 866 quejas, según reporta el Informe anual de actividades de la CNDH.

Entre cuidados de Leslie y su tía, transcurrieron 2 años, siendo el sustento principal, el soporte económico de su padre quien labora en el extranjero.

Teresa de Jesús murió el 14 de septiembre de 2023; Leslie constata un discurso contra la revictimización en este episodio de la familia De Jesús, y zanja la conversación diciendo: Mi mamá es fuerte. La entrevista termina; su última clase de las 9 de la noche está por iniciar.