DESDE SAN LÁZARO.
/Alejo Sánchez Cano /
No importa qué tan absurda sea la instrucción, él tiene que cumplirla, no hay de otra, ya que no solo está en juego su posición privilegiada, sino el mismo proyecto político de la 4T.
Ya sea que se trate de bancarizar los dólares en efectivo o de terminar con las energías limpias o de plano censurar el uso de las redes sociales, como sucede en Venezuela; tiene que cumplir la misión aunque esta parezca imposible, no importa que en ello vaya su prestigio y su liderazgo en la cámara de senadores.
Ricardo Monreal, líder de la bancada morenista en la cámara alta, tiene por delante todavía retos de mayor envergadura, sobre todo si su partido pierde, como todo hace suponer, la mayoría en la cámara de diputados como producto de las elecciones intermedias del próximo 6 de junio.
El objetivo final es armar todo el entramado jurídico para que el poder del presidente sea absoluto, sin contrapesos institucionales y sin plataformas de comunicación digital libres y medios de comunicación con libre albedrío.
Ese el reto de Ricardo Monreal, la pieza más importante del tablero político de AMLO.
Tiene otros operadores el presidente, cómo Julio Scherer Ibarra o Marcelo Ebrard, pero realmente el más relevante para consolidar su proyecto hegemónico a largo plazo es el político zacatecano.
Desde luego, en esta misión, Monreal cada vez más pierde fuerza e interlocución y se debilitan los puentes de diálogo y negociación que ha tendido con la oposición y no se diga con otros protagonistas o liderazgos de otros sectores de la sociedad.
Monreal es el último dique civil antes de que operen plenamente con las fuerzas armadas. Por ello, es relevante su papel en aras de mantener incluso la gobernabilidad y la incipiente democracia mexicana.
Así es señores, el ejército tiene atribuciones constitucionales e incluso meta constitucionales para intervenir en la vida política, económica y social del país. El roll protagónico que cada vez adquieren las fuerzas armadas en el gobierno del presidente López Obrador es incuestionable y avasallador.
Mientras ello ocurre, la gobernabilidad del país, que pende de alfileres, se cuida desde Palacio Nacional y en la cámara de senadores. La Segob ha quedado rebasada.
El fracaso de la vacunación contra el COVID 19, por ejemplo, tiene prendidas las alarmas en toda la 4T y no solo en el Ejecutivo, sino también en el Legislativo, en donde no solo están atentos, sino puestos a respaldar al presidente en caso de que las cosas se compliquen más de lo que ya están.
Así como este problema están otros como la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia y ahora la estatización eléctrica, además de la censura a las redes sociales que ya se convirtió en una obsesión del presidente. Existen cada día más frentes que AMLO solo no puede contener y por ello requiere a hombres como Ricardo Monreal.
Veamos el caso de la censura a las redes sociales; la guadaña oficial no solo pretende sancionar a Twitter o Facebook, sino a quien ose criticar al presidente y su gobierno; penas para aquellos que en la óptica del gobierno difame o calumnie y cárcel a quien ose revelar secretos que el gobierno considere reservados.
El papel del abogado del diablo que encarna Monreal es evidente, ya que, verbigracia, hace tan solo unos años criticaba acremente la censura del gobierno priista.
“Sería el colmo que censuraran el internet ¿Qué acaso no les basta el control omnímodo que ejercen sobre los medios comunes de información?”, citaba en su cuenta de twitter y ahora tiene que cumplir con ser el Torquemada de las redes sociales.
Ingrato, pero relevante el papel que le tocó jugar al senador Monreal. La pregunta queda en el aire; ¿Al final se le recompensará tanto sacrificio? en mi opinión diría que no…Esa es otra historia que merece ser conta