*Escrito por Wendy Rayón Garay .
Ciudad de México.- En el marco del 10 de mayo, colectivos de búsqueda se reunieron para pedir justicia por la crisis de desaparecidos y en dos puntos de la capital: la Fiscalía Especializada en la Búsqueda, Localización o Investigación de Personas Desaparecidas (FIPEDE) y en el Monumento a la Madre en la Ciudad de México.
Esta convocatoria consistió en montar el Árbol de la Memoria donde fueron colocadas fotografías de personas desparecidas y honrar a las madres quienes les buscan. Más tarde una velada cerró la jornada donde fueron encendidas veladoras para visibilizar la situación que atraviesa el país.
La mayoría de las mujeres no localizadas el 2024, son adolescentes de entre 15 y 19 años de edad (959), posteriormente, son las mujeres jóvenes de entre 20 y 24 años quienes tienen la mayor incidencia en ser víctimas de desaparición forzada.
México atraviesa no solo una crisis de personas desaparecidas con un registro del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas al 10 de mayo del 2025, hay 128,331 reportes, a lo que se suma una ataque sistemático dirigido contra madres y familiares quienes los buscan.
El pasado 27 de marzo, la madre buscadora Teresa González Murillo sufrió un intento de secuestro en su domicilio en la colonia San Marcos, Guadalajara. Durante el incidente recibió un impacto de bala que la hirió de gravedad hasta que finalmente murió seis días después del atentado. La noticia la dio a conocer los medios de comunicación antes que los supiera la familia o los integrantes de Luz de Esperanza Desaparecidos Jalisco, colectivo al que pertenecía.
Ante el abandono del Estado, Teresa González Murillo buscaba a su hermano Jaime González Murillo de 40 años, quien presuntamente desapareció gracias a un grupo armado el 2 de septiembre de 2024. Desde ese momento, ella encaminó su vida a buscarlo junto a la colectiva Luz de Esperanza Desaparecidos Jalisco hasta que su labor se vio interrumpida tras su asesinato.
En el mismo mes se dio a conocer que la buscadora María del Carmen Morales y su hijo Jaime Daniel Ramírez fueron asesinados en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, mientras salieron por unas cubetas de agua.
Según comentó Maribel Cedeño de la colectiva Guerreros Buscadores de Jalisco, al que pertenecía la buscadora, a Cimacnoticias María del Carmen ya había recibido varias amenazas de muerte que nunca fueron atendidas por las autoridades. Nunca quiso abandonar el estado por la esperanza de encontrar a su otro hijo Ernesto Julián, desaparecido el 24 de febrero del 2024.
Teresa González Murillo y María del Carmen Morales son las dos primeras mujeres buscadoras asesinadas en lo que va del 2025 y a esto se suma que el estado donde ocurrieron es el mismo en donde se hizo el hallazgo del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, donde las familias de Guerreros Buscadores de Jalisco encontraron 400 pares de zapatos, restos óseos, pertenecías y evidencia de que el predio era utilizado como centro de reclutamiento y exterminio por el crimen organizado.
Fotos: Wendy Rayón
Las consecuencias de buscar para las mujeres
De acuerdo con el informe de Amnistía Internacional, gracias a su labor como buscadoras, las mujeres y niñas experimentan impactos diferenciados, especialmente por los roles de género que le son asignados por la sociedad patriarcal. En primer lugar, se enfrentan a la estigmatización de la familia, la comunidad, la sociedad, los medios de comunicación y otros actores con poder cuando denuncian la desaparición de sus familiares.
Esto se ve reflejado cuando culpan a la víctima, el cual se agrava cuando la persona desaparecida, así como la persona buscadora es una mujer, ya que se les culpa por desafiar los mandatos patriarcales. Cuando se trata del segundo caso, son las madres a quienes culpan por no cuidar lo suficiente a sus hijos e hijas y son rechazadas por dedicarse a la búsqueda generando en ellas sentimientos de culpa y preocupación.
La violencia ejercida hacia las madres buscadoras escala hasta criminalizadas desde la perspectiva de quienes perpetran los crímenes o si afecta algún interés político como ocurre en muchos casos de personas defensoras de derechos humanos. Por ello, con la intención de impedir la búsqueda y perpetuar la impunidad, el Estado suele ejecutar estrategias de disuasión que involucran el uso indebido del sistema penal en contra de las mujeres buscadoras iniciando investigaciones de manera arbitraria.
Las formas más comunes para silenciar su lucha son a través de la violencia física donde sus cuerpos son perpetrados de forma diferenciada y que puede terminar en amenazas, ataques, desplazamientos forzados, violencia sexual hasta llegar a su asesinato. Por otro lado, también enfrentan empobrecimiento al equilibrar su búsqueda con sus esfuerzos de ser proveedoras del hogar y la carga de los cuidados; así como impactos en su salud al afrontar el estrés y duelo por la desaparición de su familiar.
Por ello, en el marco del 10 de mayo en donde se conmemora el Día de la Madre, los colectivos de búsqueda, en donde imperan mayormente las mujeres, apuntan que no hay nada que celebrar mientras la crisis de desaparecidos y los asesinatos a las madres buscadores continúen ocurriendo.