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/ Eduardo Sadot/
Lo que comenzara como un movimiento de regeneración nacional (MORENA) en 2011 que abrevo en los ideales de la corriente democrática, una escisión del otrora poderoso PRI, que planteaba un combate a la corrupción cuya ética, enarbolaba la bandera de la austeridad republicana, viajar en vuelos comerciales, usar un tsuru, vivir en su casa y no en los pinos y mucho menos, en un Palacio construido por virreyes españoles por ser una falta de respeto a los pueblos originales ¡fue una farsa! ¡Una mentira electorera! Porque, en cuanto probaron las mieles del poder, las carretadas de dinero, al que inesperadamente tuvieron acceso sin control, abriendo las arcas para el permisivo enriquecimiento familiar, no porque fueran realmente cuantiosas las arcas, sino porque nunca lo soñaron y menos lo imaginaron, se acuerdan de la esposa de Duarte el de Veracruz, que se repetía “lo merezco”. Porque ya con el poder, la perspectiva de su movimiento cambió, estuvieron acostumbrados a dar por cierto que “ser político” era poder robar impunemente, actuar impunemente, derrochar las finanzas del Estado sin honestidad ni cautela, impunemente, sin límite, sin control y sin medida, pero nunca supieron hasta al final – que había un marco jurídico, al que había que respetar y que se construyó para evitar abusos, tarde lo descubrió su líder y preocupado por el cambio de gobierno, decide apoderarse de las instituciones – INAI, INE, CNDH y del propio Poder Judicial – para evitar que pudieran llevarle a juicio o castigar sus abusos.
El tan criticado PRI, construyó instituciones para mejorar a México, inclusive escuchó a la oposición y juntos construyeron el andamiaje, ¡no para perpetuarse en el poder!, antes, por el contrario, forjaron instituciones que pavimentaban el camino hacia la democratización del país, hacia la alternancia. Pensaron con visión de estadistas y encaminados al futuro privilegiando los intereses de la Patria y no del Partido, corrigieron los errores y dotaron a México de instrumentos para su democratización, todas esas herramientas fueron como las aportaciones a un coche en la historia del automovilismo siempre todos aportando para innovar y mejorar el vehículo y desde luego pensando en dotar de instrumentos cada vez mejores, para que el conductor cumpliera con su trabajo de mejor manera y en su caso, por que su experiencia, se revirtiera en beneficio de todos. En México se hizo lo mismo con los instrumentos del Estado y sus elementos de gobierno y administración pública, pensando en el responsable de la conducción, pero nunca nadie imagino que llegaría un conductor, con ínfulas de mesías con arrogancia y pretensiones “innovadoras” para preservar su fama, su nombre y su poder, alimentando su vanidad y como en el ejemplo del conductor llegó a hacer todo diferente, no para mejorar sino para alimentar su ego y teniendo el vehículo modernizado, decidió conducir en reversa, ¡sí! si se quiere en la misma dirección hacia adelante, pero conduciendo en reversa, con toda la dificultad que ello entraña, así de explícito es el ejemplo, cosechando desde luego la admiración del público por lo innovador de la manera de conducir, pero nunca por asertivo. Destruyendo todo lo que no abonaba a su fama, inventando universidades “del Bienestar” en lugar de invertir en instituciones educativas como la UNAM y el IPN, porque ahí no destacaría su nombre, cancelando el NAIM con mentiras y pretextos, solo porque no lo inició él, ni fue su idea, ni lo inauguraría él y obvio, no se alabaría su nombre. De ese tamaño su miserable mezquindad, su perversa ruindad, si mentimos, reto a quien lo lea, a que argumente, nos contradiga o convenza de lo contrario.
Con todo ello, se dio la intempestiva sustitución de la burocracia por una generación de inexpertos ignorantes, pero que se empoderaron sin ser capaces o competentes, cuyo único mérito fue apoyar su movimiento y su partido. Y el premio, fue trabajo y sueldo que nunca soñaron alcanzar, inclusive, así lo declaró el presidente del senado, ello provocó la inmediata sustitución de clases sociales, en el aparato burocrático, a costa de calidad, eficiencia y honestidad, apuntalando con amenazas, la importancia de poyar al movimiento, votar con todo y con todos, para no perder sueldo, trabajo y privilegios. La ignorancia y corrupción a su máxima plenitud.
Es como la revolución de Espartaco, el esclavo griego que se reveló contra los Patricios (nobles) romanos, hacerse patricio y a los patricios hacerlos esclavos, para reproducir el mismo modelo esclavista, es el ¡quítate tú, para ponerme yo! Sin importar ideales, principios o el supremo interés de la patria, es echar por la borda todo lo avanzado, dividir y fomentar el odio, romper con la unidad nacional, y ponerlo todo al servicio de la ambición y perversidad de un solo hombre, aplaudido por sus cómplices, capaces de todo, hasta de asociarse con la delincuencia para saciar sus más bajos instintos mezquinos, pisoteando y escupiendo a la Nación ¡vamos! Destruyendo el espíritu de la mexicanidad colectiva, que fuera la grandeza de la unidad de México.
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