Morena se queda con la finca y los mangos.

Prosa aprisa

Arturo Reyes Isidoro

Qué varapalo le dio ayer Morena en el Congreso local al PAN-PRI-PRD juntos. Se vale tallar.

Ahora sí, Juan Javier Gómez Cazarín, presidente de la Junta de Coordinación Política, hizo lo suyo, y bien.

Podría decirse que sin despeinarse sacaron adelante las reformas y adiciones a la Constitución Política local que pretendían.

Seguramente después de que Gómez Cazarín reportó a Cuitláhuac García Jiménez: señor, las armas morenas se han cubierto de gloria procedió a destapar una botella de champán y a brindar con los suyos.

La ocasión lo ameritaba. Fue un triunfo político-legislativo de gran calado como que hicieron morder el polvo a los mismísimos dirigentes nacionales y estatales de los tres partidos políticos mencionados. Los hicieron quedar en ridículo.

Lejos, muy lejos quedaron aquellos dos fracasos cuando los morenos no pudieron llevar a juicio político a Jorge Winckler. Ayer se sacaron la espina.

No solo arrollaron a los partidos mencionados, sino también a voces externas como la de una organización identificada con la Iglesia católica, al presidente del OPLE y a los propios empresarios del Estado que por la mañana habían hecho circular un desplegado oponiéndose.

Ahora sí, como dice el dicho, se quedaron con todo, con la finca y con los mangos.

Casi nadie advirtió que por primera vez, en forma abierta, el PAN y el PRI acordaban ir públicamente una alianza. El PRD iba en la echada como satélite de los azules. Fue un hecho histórico en Veracruz.

Trataban de impedir la reforma y adiciones de Morena al estatuto legal. Armaron un trabuco si se toma en cuenta que el bloque opositor lo encabezaban los dirigentes nacionales Marko Cortés Mendoza y Alejandro Moreno Cárdenas, uno azul el otro tricolor.

Pero resultaron un tigre de papel. Su autoridad se la pasaron por donde quisieron lo mismo el diputado Rodrigo García Escalante que Antonio García Reyes, panista el primero priista el segundo. Los traicionaron y votaron a favor de Morena.

Si la de ayer fue la primera muestra de su fuerza unidos (y con ellos el PRD) con la que pretenden enfrentar en las urnas al partido en el poder en 2021 (y luego en 2024), ya chuparon Faros.

Lo que hizo Morena no es ninguna novedad, nada que no hubieran hecho en su momento priistas y panistas: salirse con la suya, por las buenas o por las malas.

Decían que ellos iban a ser diferentes. Reconfirmaron que son iguales, más de lo mismo. Pero de cabrón a cabrón, nada que reprocharles. Hicieron lo suyo.

Cierto, lo lograron porque diputados como García Escalante y García Reyes son desleales a sus partidos, no tienen principios, son verdaderos mercenarios de la política, que tampoco respetan la palabra disciplina, lo mismo que el diputado de Movimiento Ciudadano (MC), Alexis Sánchez García, quien ignoró instrucciones de su dirigencia.

Al menos el dirigente priista Marlon Ramírez Marín reaccionó y anunció la expulsión de las filas de su partido de García Reyes. En el PAN han tolerado al panuquense García Escalante; quien sabe qué les sabe. Sorpresivamente, anoche el dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, Gil Rullán, anunció también la expulsión de sus filas del diputado Sánchez García por haber votado a favor de la reforma que frena la revocación de mandato.

La votación de ayer mostró igualmente que lo fue el PES (ahora lleva otro nombre) jaló con Morena, así como el PVEM. De este último caso extraña el sentido del voto de la diputada Andrea Yunes, cuando su padre aspira y suspira por ser gobernador compitiendo contra Morena y prácticamente no hay día en que no critique a los gobiernos morenos. ¿Acaso votó con el visto bueno de su progenitor, o de Fidel Herrera Beltrán, el dueño de la franquicia verde en Veracruz? ¿Qué juego juega?

Las cosas quedaron más claras ya sobre el rumbo que han tomado las fuerzas políticas rumbo al 2021.

También quedó claro que los morenos ya aprendieron, a comprar votos, conciencias, lealtades y que en adelante usarán los intereses como moneda de cambio (posibles cañonazos, por qué no) para lograr lo que quieran.

Por eso, merecen respeto pero no puede más que calificárseles de ingenuos a todos los que se inscribieron para “competir” por la titularidad de la Fiscalía General del Estado, cuando está más que cantado que Morena confirmará a Verónica Hernández Giadáns. Ya demostraron que tienen con qué. Y van también por la Fiscalía Anticorrupción y en cuanto puedan se quedarán con el OPLE y pronto con la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Con la finca, pues, y con los mangos.

No puede más que reconocerse que Cuitláhuac dio muestras de fortaleza política-legislativa ayer. Le ha de haber puesto paloma el presidente.

En este espacio le he hecho críticas. Ahora destaco el tanto que logró ayer.

¿Seguirán ahora con la Ley Nahle? ¿Le pondrán la mesa para que llegue a la candidatura morena a la gubernatura sin ningún cuestionamiento?

¿Qué más modificaciones harán a la Constitución Política local de aquí en adelante? ¿Quién los para ahora?

En Minatitlán inició la Guardia Nacional; fracasó

Poco se recuerda ya que fue a raíz de la masacre de 14 personas el 19 de abril de 2019, Viernes Santo, en Minatitlán, cuando apresurada e improvisadamente el presidente Andrés Manuel López Obrador activó la Guardia Nacional (GN).

No la sustentaba una normatividad secundaria y no tenía protocolos de uso de la fuerza y de derechos humanos. Aun así se desplegaron mil 59 activos de la Policía Militar, de la Policía Naval y de la Policía Federal.

Tan improvisado estaba todo que para nadie pasó inadvertido que lo único que hicieron esos policías fue colocarse en el brazo izquierdo un brazalete con las siglas GN pero sobre sus mismos uniformes verde olivo, de camuflaje y azul, tradicionales, respectivamente.

O sea, era la misma gata aunque revolcada, pero al presidente le urgía dar la idea de un cambio y de que su Frankestein de seguridad ya estaba listo, para contener las críticas por la creciente ola de inseguridad y la ineficacia de las policías para contenerla.

Poco más de un año después, el viernes pasado AMLO dispuso, a través de un decreto, que las Fuerzas Armadas asuman tareas de seguridad pública prácticamente por lo que resta del sexenio, aunque se dijo que de manera complementaria a la GN.

La medida equivale a, tácitamente, aceptar el fracaso de la Guardia. Por decreto de quien tanto criticó como aspirante y luego como candidato a la presidencia las tareas de seguridad del Ejército, ha terminado por militarizar la seguridad del país. Los soldados patrullarán las calles ahora.

Tanto que criticaba a Felipe Calderón y termina igual. El 28 de marzo de 2017, cuando era dirigente nacional de Morena, criticó la “declaración de guerra” de Calderón a la delincuencia y su decisión “absurda y criminal” de recurrir al uso indiscriminado de la fuerza militar que “en vez de resolver el problema lo empeoró”.

Bien dice el dicho que cae más pronto un hablador que un cojo. Pero, además, ¿los devuelve a la calle en tareas de seguridad pero con las manos atadas? Cosa de recordar que el año pasado les prohibió que se defendieran y vimos las escenas cómo los amarraban, escupían, pateaban y denigraban en diferentes pueblos del país.

Y recordar que en Veracruz ante el incremento de hechos violentos, en el Gobierno del Estado apostaban todo a la Guardia Nacional. Repetían que todo se iba a acabar con la llegada de la GN. Ese cuerpo policiaco fracasó y la violencia no cesa en el Estado. Seguimos igual.