/ Por Mónica Silva Dávila* /
Hombre, tierra, agua y sol, fórmula perfecta que al amparo de la recia madera transforma el racimo de joyas púrpuras en elixir de vida, alegría y pasión.
Y así como Sally Owens conjuró su hechizo de amor amas veritas, en Practical Magic, así doña Mina Cavia se soñó siempre, dormida y despierta, casada y con una hermosa familia. Lo que tal vez a sus 15 años no imaginó fue que ese chico que le pidió permiso para leer y estudiar con su libro en la clase de inglés, sería el eterno amor de su vida. Cuatro años después, se casaron y posteriormente el feliz matrimonio dejó Ciudad de México para llegar a Saltillo y empezar a formar esa anhelada familia.
Y es que el gran amor de esta pareja, Mina y Enrique, se fortaleció con cada proyecto, con cada pequeña batalla, con cada paso que iban avanzando, siempre juntos, siempre luchando por dejar huella. Con su afortunada llegada, hace más de 30 años a la exhacienda La Soledad, empezaron un nuevo capítulo de su fabulosa vida. Este lugar con más de 150 años de antigüedad, por el que otros revolucionarios pasaron, se volvió en ese ventrículo izquierdo del corazón de los Salinas Cavia: Barro Viejo, una bodega productora de vino con tres etiquetas: Herencia, 5 Cielos y Cava 13.
Lo que inició con pasión y tenacidad se ha transformado en un legado viviente, sin instructivo, pero siempre con mucho corazón. Doña Mina no ha dejado de amar ni de extrañar un sólo momento a don Enrique, y es con ese mismo entusiasmo y pasión por la vida que continúa con lo que él le dijo antes de partir: tú puedes.
Ahora, esta mujer de principios y de convicciones profundas sigue haciendo comunidad, esta vez empoderando a las mujeres del ejido aledaño al viñedo: El Ganivete, un pintoresco lugar donde viven unas 70 personas y que poco a poco ha ido disminuyendo su población, tal como el agua que su vecino nogalero les dejó.
Y junto a esta gran revolucionaria están sus soldaderas y soldados que, en equipo, brindaremos una alternativa para que sean las mujeres quienes mantengan unido este ejido del Pueblo Mágico de Parras de la Fuente, cuna de la vitivinicultura en América y de la Revolución Mexicana.
En unas semanas, El Ganivete tendrá su propio mercado artesanal y gastronómico y será una opción más para que el visitante que recorra la Ruta Vinos y Dinos y disfrute, no sólo de una gran experiencia enológica en Barro Viejo, sino que además viva la calidez de la exHacienda La Soledad y se lleve un pedacito de la magia de este ejido del desierto.
Por ello, el turismo sustentable integra a los habitantes de las comunidades rurales a emocionantes experiencias turísticas, conserva el entorno y otorga una derrama económica justa para todos los involucrados. Con esta opción de subsistencia que doña Mina estaba buscando desarrollar en ese ejido y preocupada por el presente y el futuro de quienes lo mantienen vivo, las mujeres se convertirán en cocineras tradicionales, en artistas textiles, en recolectoras y también en operadoras turísticas de este rinconcito de Parras. Los viajeros podrán encontrar en este mercado artesanal, mermeladas y empanadas de frutas locales, gastronomía típica, bordados, figuras de papel maché, la muñequita de trapo vendimiadora, además de artesanías elaboradas con plantas del desierto e historias vivientes, que —sin duda— enaltecerán el orgullo y la identidad del lugar y de su gente.
Doña Mina es la conexión a la inteligencia y a la sabiduría, a la bondad y a la generosidad, es una mujer que sigue dejando huella, creando, viviendo y haciendo valer más cada detalle, cada palabra y cada vivencia, porque su misión no ha terminado.
*Twitter: @desertique