Escrito por: NADIA JIMÉNEZ CASTRO
Mujer también, entre otros doce hombres que decidían su momento, como los apóstoles, sordos ante lo que dijera una mujer. Luego la historia venidera se encargaría de extender esa sordera masculina y patriarcal durante siglos…
Mujer en minoría, entre hombres que podían entregarla, como su padre. Entre hombres que podían tomarla, como un marido. Mujer en minoría entre hombres que dictaban su vida, como sus hermanos.
Mujer también, entre otros doce hombres que decidían su momento, como los apóstoles, sordos ante lo que dijera una mujer. Luego la historia venidera se encargaría de extender esa sordera masculina y patriarcal durante siglos…
Y así hasta reducirla a una pobre mujer arrepentida, más concretamente, a una prostituta que ‘cambió de vida al ver la luz’. Por boca de otro hombre más, por supuesto. En el año 591, el Papa Gregorio Magno se encargó de instaurar semejante versión.
No sería hasta el 10 junio de 2016, durante el Jubileo extraordinario de la Misericordia, que el Papa Francisco declarara a María Magdalena, ‘apóstola’ de los apóstoles (‘Mulieres Dignitatem’)..
Por boca del arzobispo Arthur Roche (Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos), se daría a conocer el significado del decreto por el que, a partir de entonces, María Magdalena sería “festejada”, litúrgicamente, como el resto de los apóstoles.
‘Más vale tarde que nunca’, como dice el refranero. Y dentro de esa profunda reflexión que requiere la dignidad de la mujer, también en la Iglesia (sobre todo, en la iglesia), se asoma a la cartelera un nuevo film de los llamados ‘bíblicos’: ‘María Magdalena’.
La película, protagonizada por Rooney Mara y el siempre excelente Joaquin Phoenix, tiene como primer y claro objetivo limpiar la imagen de un personaje crucial en el primigenio fundamento del Cristianismo como religión misma.
Joaquin Phoenix como Jesús en María Magdalena.
Definida en la iconografía, siempre eclesiástica, como una prostituta que marcará el nulo papel de la mujer a posteriori, aquí es restaurada como una/o más de los discípulos de Jesús.
La película del australiano Garth Davis se apoya en el paisaje, con imágenes oníricas de la simbología purificadora del agua, y el realismo en la recreación de la época, contribuyendo ambos a potenciar la finalidad de la historia.
En una atmósfera serena de los días que precedieron a la entrada de Jesús en Jerusalén, acompañado de los discípulos que lo seguían desde Galilea, se coloca María Magdalena o de Magdala, su origen. Una pequeña población pesquera en la costa oriental del Lago o Mar de Tiberiades, entre Cafarnaún y Tiberiades.
Y es que María Magdalena es de las primeras discípulas de Jesús. Pertenece a su grupo y es de las personas más próximas a él. De hecho, Marcos, Mateo y Lucas citan a María Magdalena en primer lugar.
Pero para que María Magdalena comparta su causa y su destino, para que se halle en el camino con él, muy a pesar de los otros apóstoles (hombres de su época, ¿y de ésta?), ha tenido que ser valiente y romper son su familia.
Estigmatizada por los suyos al rechazar un matrimonio concertado y señalada por toda la comunidad, por huir tras las palabras de un profeta. Inteligente y sensible, con una empatía innata hacia toda la condición femenina, que la lleva a intuir las necesidades de todas las mujeres y a sufrir en silencio por albergar ella misma otras.
Tendrá que pasar incluso por una suerte de ‘exorcismo’ masculino colectivo en las aguas del lago, sometida bajo la batuta del Rabino, antes de desoírlo todo y correr tras los pasos de Jesús.
María Magdaena bajo las redes de pesca en Migdala.
Paradójicamente, María Magdalena pasará luego por otra inmersión en las aguas del Mar de Galilea, pero de manera voluntaria. Para su bautismo a manos del propio Jesús.
Ella es la mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar, entre todas las mujeres que rodearon a Jesús. Amiga, confidente y evangelizadora en primera persona, no sólo hace el mismo camino que Jesús, sino que será determinante para que otras mujeres se incorporen a la senda de este rabino…Rompe con la tradición patriarcal adjudicada al cristianismo desde su base.
La música de la película sumerge igual en esta atmósfera buscada por el director, donde la aparente frialdad de María Magdalena, la mujer a quien Jesús escoge para dar la noticia de su resurrección, se traduce en serenidad de principio a fin (pese a los hechos que se narran).
La belleza plástica del film contribuye, sin duda, a mantener ese tono. Sin ser una obra maestra, el resultado final gusta bastante y, sobre todo, resulta valioso verlo para juzgar de otra manera la casi insultante tradición religiosa del tema.
‘Chapeau’ por el acto revisionista de un personaje tan desconocido como distorsionado por la ‘historia narrada’, verdadero ejercicio de historia social y de antropología cultural, aunque quizá el exceso de introspección (por otro lado, necesario), le reste pasión. Pero su convicción y su sentido estético compensa todo lo demás.
Y en cualquier caso, María Magdalena como la primera testigo de la Resurrección es un hecho más que constatado en una reconstrucción no patriarcal de los primeros siglos de la religión cristiana, en los evangelios llamados ‘apócrifos’.
Pero la teología androcéntrica da al traste con cualquier indicio de la mujer como primer testigo de la Resurrección, claro.
Sólo hay que poner perspectiva de género a la reacción de los otros apóstoles, ante el anuncio de María Magdalena. La incredulidad nace del prejuicio por provenir de una mujer y tratarse pues, de un ‘desvarío’ femenino.
El testimonio de las mujeres carecía de valor entonces. Y aún hoy. No en vano la ‘sharía’, aplicada también en zonas de Oriente Medio (sin excluir Palestina), exige el testimonio de dos mujeres por cada hombre en cualquier asunto judicial.
Pero volviendo al encuentro…Hay un tono íntimo tras el descubrimiento de la Resurrección (muy bien retratado en la película). Jesús llama a María por su nombre y ella lo reconoce inmediatamente y le llama: ‘Rabbonní’.
No deja dudas. Era la forma en que los discípulos se dirigían a él. Pero el sistema jurídico de la época y el proceso de ‘patriarcalización’, amén de las jerarquías dentro del cristianismo, hicieron el resto. María de Magdala fue arrinconada y postergada al olvido. Representada como prostituta arrepentida, fue la carta usada por la Iglesia para el futuro las mujeres y, con el tiempo, eliminar a las mujeres de todo protagonismo en el movimiento encabezado por Jesús.
(Por cierto, interesante es también la hipótesis que plantea sobre las elevadas expectativas de Judas, cuya decepción, quizá, contribuyó a su traición. Y magnífica la interpretación de Tahar Rahim). ‘María Magdalena‘, imagen del primer feminismo de la historia, puede verse en los cines estos días.
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