Mujeres en política: acoso y violencia digital .

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/ Por Ainhoa Portillo /

Madrid. Noviembre 22. AmecoPress.- La primera mujer elegida jefa de un gobierno se llama Sirima Bandaranaike, ocupó el cargo en 1960 en Sri Lanka (por entonces Ceilán). Desde ese momento las mujeres han ido rompiendo barreras para conseguir tener mayor representación política. Según datos aportados por ONU Mujeres, “en sólo 22 países hay Jefas de Estado o de Gobierno. En los ministerios, las mujeres ocupan un 21%. Asimismo, las carteras ministeriales más comúnmente ocupadas por políticas son: familia, niñez, juventud, adultos mayores, discapacidad, seguidas por Asuntos Sociales; Medio Ambiente, Recursos Naturales, Energía; Empleo, Trabajo, Formación Vocacional, y Asuntos de la Mujer, Igualdad de género”. Teniendo en cuenta estos datos, la ONU estima que no se conseguirá la igualdad de género en las más altas esferas en al menos 130 años más.

Cuotas de género

Las cuotas de género en los parlamentos se introdujeron en muchos países como solución al desequilibrio entre los hombres y mujeres en los altos cargos y puestos de responsabilidad en los órganos políticos, con el fin de conseguir, o al menos estar cerca, de la paridad. Existen, en la actualidad, tres tipos de cuotas: constitucionales, legislativas y de los partidos políticos. Se imponen con el objetivo de garantizar una efectiva integración de la mujer en el ámbito de la política.

Esta medida, como cualquier otra que atañe a la igualdad de género, ha generado un gran debate. Entre quienes que consideran que estas cuotas son la única solución efectiva para alcanzar una igualdad en las Instituciones públicas a corto plazo, y entre otros que opinan que no es democrático. Además, dentro del propio movimiento feminista, también hay quienes las critican y explican que fuerza a que tenga una representación exclusivamente por cuestión de género y por lo tanto, fomenta la desvirtualización del talento y la capacidad de trabajo de las mujeres.

De la forma que sea, los datos han demostrado que en los países en los que se han aplicado las cuotas legislativas, la paridad ha sido más efectiva y estarían más cerca de alcanzar el equilibrio de género que aquellos que no han aplicado ninguna medida. La base de datos de instituciones políticas (DPI) recoge este aumento de representación femenina en los órganos políticos.

Representación no implica consideración.

Que las mujeres cada vez tienen una mayor representación en las Instituciones políticas es una realidad.

Sin irnos más lejos, en España, al menos 5 partidos presentes en el congreso de los diputados, tienen una representación femenina del 50% o más, según datos del INE en 2019. Por orden, de mayor a menor porcentaje mujeres entre sus filas: Esquerra Republicana (53,8%), Unidas Podemos (51,4%), CC+ Nueva Canaria (50%), Juntx Catalunya (50%), Ciudadanos (50%), y el resto de partidos con una representación inferior al 50%, PSOE (48,3%), Partido Popular (43,2%), EH BILDU (40%), PNV (33,3%) y por último, VOX (26,9%).

Sin embargo, esto no implica que en estos organismos exista igualdad entre géneros , ni siquiera que estemos cerca de conseguirla; ni la consideración, ni el trato, ni el respeto, ni la asignación de materias, ni la representación en los altos cargos de las mujeres es la misma que la de los hombres. Y esto también es una realidad.

Aunque tengamos representantes femeninas en nuestros parlamentos y senados, la consideración de la sociedad difiere a la consideración de los hombres, en la mayoría de los casos por la única condición de ser mujer.

Un problema en cifras

Según dos estudios de la Unidad de Intervención Policial publicados en 2016 y 2018, y recogidos en un informe por la Unión Interparlamentaria; el 82% de las mujeres parlamentarias que participaron en este estudio internacional confiesan haber experimentado violencia psicológica (“comentarios de naturaleza sexual o sexista, intimidación y amenazas, publicación de imágenes humillantes de las mismas o connotaciones sexuales, etc.”), el 65% de ellas han recibido comentarios sexistas (en la mayoría de casos por parte de sus compañeros de otro partido político o del suyo propio), un 25% ha experimentado violencia física y otro 20% habría sido acosada sexualmente.

A nivel Europeo, también en un estudio proporcionado por la UIP; el 85% de las parlamentarias europeas encuestadas vivieron violencia psicológica durante su mandato, el 25 por ciento de ellas han sido acosadas sexualmente. En el 75 % de los casos, los perpetradores fueron compañeros parlamentarios hombres y el 34% de estos actos tuvieron lugar dentro del parlamento.

Por otro lado, poniendo un pie fuera del parlamento, el acoso y la violencia sigue para las parlamentarias, esta vez en forma de violencia machista digital. “El 58 % de las participantes en el estudio europeo y 42 por ciento de los participantes en el estudio global fueron blanco de ataques sexistas en las redes sociales”, explica el estudio de la Unión Interparlamentaria “Directrices para la eliminación del sexismo, el acoso y la violencia contra las mujeres en los parlamentos”.

Otro estudio llevado a cabo por el Parlamento Europeo, recoge las vivencias de 123 mujeres procedentes de 45 países europeos: 81 parlamentarias y 42 miembros del personal parlamentario. El estudio muestra que el 85,2% de estas han sufrido violencia psicológica en el transcurso de su mandato. Dentro de estas, el 46,9% había recibido amenazas de muerte, violación o palizas; el 58,2% había sido objeto de ataques sexistas en Internet a través de las redes sociales; el 67,9% había sido objeto de comentarios relativos a su aspecto físico o basados en estereotipos de género; el 24,7% había sufrido violencia sexual; el 14,8% había sufrido violencia física.

Dimisión por acoso

Si tecleas en el buscador de Google “dimisión por acoso sexual en política”, te sorprenderá la gran lista de políticos y gobernadores que han sido destituidos de su puesto en los últimos años por denuncias de abuso sexual a compañeras de trabajo.

Hace veinte años, Nevenka Fernández dimitió de su puesto como concejala en el Ayuntamiento de Ponferrada (León) por el acoso sexual que había sufrido por parte del alcalde del municipio del Partido Popular. Aunque esto pareció un caso aislado en España, lo cierto es que la lista de nombres de políticas que denuncian acoso, es cada vez más larga.

En 2021, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, “asumía la culpa” y dimitía por la acusación de hasta 11 mujeres por acoso sexual. En España, un año antes, el jefe de Gabinete de Exteriores del Govern de Cataluña, Carles García Hernández, fue destituido de su cargo por acusaciones de trabajadoras de la Consellería de Cataluña. En la capital, la formación política Más Madrid forzó la dimisión de Pablo Soto, uno de sus integrantes, tras recibir una denuncia de acoso sexual por parte de una “trabajadora del entorno”.

También a principios de este mismo año, el socialdemócrata Gijs van Dijk, presentaba su dimisión tras recibir varias denuncias de mujeres por acoso sexual. Una de las víctimas fue Cornelia Klaster, encargada de los asuntos de pobreza en el partido socialdemócrata neerlandés, que interpuso una denuncia por supuestos tocamientos no consentidos.

Todos estos casos demuestran que las mujeres se tienen que enfrentar a situaciones de acoso y violencia machista en el ámbito laboral. Aunque el ser política no sea expresamente un condicionante. Es una clara muestra de la desigualdad que sufren desde sus propias filas. Porque que haya representación no implica que haya igualdad. Ni de las puertas de los Parlamentos hacia dentro ni puertas para afuera.

Acoso en redes y medios de comunicación

Cualquier persona que se convierta, por el motivo que sea, en un personaje público adquiere una gran exposición a recibir críticas, insultos y campañas de linchamiento. Si al ser un personaje público le añades el condicionante de ser mujer, entonces el acoso se multiplica. Las mujeres no son solo juzgadas por lo que dicen sino que también tienen una lupa puesta en su sexualidad, su físico, su forma de vestir, su forma de relacionarse, su vida de ocio, y un largo etcétera. Si esas mujeres tienen un puesto de “poder” o “autoridad” en la sociedad, como es el caso de las políticas, se utilizará cualquier argumento, de los citados anteriormente, para restarles importancia, valía y profesionalidad.

En un reportaje llevado a cabo por “El Periódico de España”, algunas políticas españolas contaron sus experiencias sobre el acoso que reciben día a día a través de las redes sociales. Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, confiesa: “A mí me insultan mucho por ser fea y gorda, y te planteas si merece la pena. Ana Vázquez, diputada del PP, explica que en numerosas ocasiones ha sentido ganas de cerrar su perfil de Twitter puesto “A las mujeres, como siempre, se nos dicen bestialidades sexuales. ’Malfollada, fóllate a Pablo Casado, eres una puta, una zorra”, así. Obviamente eso no es debate político, explica para EPE.

Por su parte, Mónica García, líder de Más Madrid, explica que el acoso que reciben las políticas es constante “24 horas, los 7 días de la semana y los 365 días del año“A mí me mandan de todo, desde fotos no deseadas a insultos, amenazas y comentarios sobre tu apariencia física y tu sexualidad, añade la líder de Más Madrid.

Las redes sociales han potenciado el acoso y han desarrollado un nuevo tipo de violencia: la violencia machista digital. Sin embargo, las redes no son las únicas plataformas en las que se difunden mensajes de odio. A menudo, los medios de comunicación fomentan el ‘hate’ contra las mujeres políticas; extrapolando, tergiversando o exagerando asuntos y convirtiendo en mediáticos ciertas situaciones, declaraciones sacadas de contexto, etc. El vídeo viral de la Primera Ministra de Finlandia de fiesta, el discurso “pedófilo” de Irene Montero o su viaje a Nueva York o el intento de asesinato a la vicepresidenta de Argentina, son algunos casos mediáticos bastante recientes que seguro que te suenan.

Estos son algunos titulares sobre los acontecimientos referidos de algunos medios nacionales con repercusión:

• “Un vídeo de la primera ministra de Finlandia dándolo todo en una fiesta triunfa en las redes “Despechá y alocá”.
• “La fiestuki de la amiga de sánchez”
• “Irene Montero sí defendió la pederastia y sí mintió sobre García-Gallardo”.
• “Irene Montero desecadenada”
• “La polémica foto de Irene Montero y su equipo de Igualdad en Times Square”
• “Montero presume en la cuna del capitalismo, Nueva York, del viaje que se pega con nuestros impuestos”
• “Balas atascadas, “pólvora mala”… Misterios sobre el intento de asesinato a Cristina Fernández que alimentan la teoría de montaje”
• “El ‘odio irracional’ de las redes sobre el intento de asesinato a Kirchner: Fue un montaje”.
• “¿Qué imagen ofrece María Jesús Montero? Un debate entre el acento andaluz, lo estrafalario y la experiencia”
• Ángela Rodríguez “Pam”, o cómo ganar más de 9.000 euros mensuales sin vida laboral
• La elegancia imprevista de la ministra de trabajo de Podemos: el estilo de Yolanda Díaz.
• Isabel Díaz Ayuso deslumbra con un vestido de 255 euros de la firma favorita de la reina Letizia.

Estos titulares, son un claro ejemplo del trato de los medios a las políticas; desvirtúa el papel de la mujer, se tienen en cuenta características como su forma de vestir o su físico sin que tengan ningún tipo de relevancia ni relación con su trabajo, que es el único motivo que las convierte en personajes públicos. Sin embargo, es difícil encontrar un titular sobre un político en el que hablen de su estilo, de su pelo o de sus hijos.

La cobertura de los medios es crucial para dar visibilidad o quitarla y la forma de tratar o hablar sobre los sujetos o protagonistas de las informaciones es realmente importante también. En la sociedad en la que vivimos, alimentados por bombardeos de informaciones, los medios de difusión tienen un papel fundamental porque a menudo educan, influencian y tienen la capacidad de moldear nuestra forma de entender o ver las cosas. Esto sucede porque son la principal fuente de información y sobre todo, la que entendemos como más fiable ya que está desarrollada por, en teoría, profesionales de la información.

Un informe del Parlamento Europeo sobre las mujeres en la vida política y sobre el abordaje de los medios de comunicación en esta cuestión, determina, según datos recogidos en las elecciones de 2014 en algunos países de Europa (Bulgaria, Croacia, Hungría, Lituania, Malta y Polonia), durante las elecciones europeas de 2014, las mujeres recibieron menos atención que sus homólogos masculinos. Las mujeres también tenían cuatro veces más probabilidades de que se hicieran referencias a su apariencia, y menos probabilidades de ser cuestionadas en temas relacionados con algún asunto político o del plan electoral.

Por una representación efectiva

“El concepto de democracia sólo tendrá un significado verdadero y dinámico cuando las políticas y la legislación nacional sean decididas conjuntamente por hombres y mujeres y presten una atención equitativa a los intereses y las aptitudes de las dos mitades de la población”, declaró la Unión Interparlamentaria en 1992.

Un estudio de la Unión Europea, determina que hay dos tipos de representación política: la descriptiva y la sustantiva. La descriptiva hace referencia al número de mujeres que hay en la política y cómo la presencia de estas en el liderazgo político ayuda a que los gobiernos funcionen más eficazmente ya que da legitimidad a las instituciones de gobierno y proporciona modelos de conducta femeninos. La representación sustantiva, por su parte, examina los efectos que podrían lograrse mediante una mejor representación de las mujeres y postula que la participación de las estas aumenta la probabilidad de que los intereses de las mujeres estén adecuadamente representados. Alcanzar estos dos modelos, sería el objetivo.

En España tenemos adoptada una democracia representativa. Si la representación en los parlamentos y en los senados es lo más parecida posible a la realidad de nuestra sociedad, entonces será más equitativa y consecuentemente, nos sentiremos mejor representados.

Sin embargo, la crítica va más allá. No solo se exige y se precisan mujeres en los parlamentos y en los senados. Esto no sirve de nada si se desvirtúa su trabajo continuamente y se convierten en víctimas de los medios de comunicación y los usuarios de redes sociales que aún no entienden que las mujeres también pueden tomar decisiones de peso, estar en el poder y representar y gobernar a los ciudadanos y ciudadanas de cualquier estado democrático. Es importante que nuestras voces se escuchen en las altas esferas y sobre todo, que esas voces puedan calar en la sociedad, y no ser ignoradas, infravaloradas o sesgadas por cuestión de género.

Foto: Archivo AmecoPress cedidas por La Moncloa (Foto 1 y logo) e Instagram de la Secretaria del Estado de Igualdad (Foto 2).
Política – Legislación y género – Violencia política de género – Ciberacoso. Madrid, 24 oct. 22. AmecoPress.