Nacida en Corea del Sur, Han Kang, galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2024, “representa de forma muy honesta un tipo de prosa y una proyección única de la realidad, reflejando los problemas de las mujeres coreanas. Por eso le han otorgado el Nobel”, comentó Nayelli López Rocha, investigadora del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África.
“Es una noticia muy interesante, ya que en los últimos años se ha popularizado la novela coreana contemporánea, así como esa cultura, el K-pop y el hallyu. Sin embargo, esto no le resta importancia ni calidad a sus obras”.
Relativamente joven (53 años), Kang es una de las más grandes exponentes de Corea del Sur, contribuyendo a popularizar la lectura de novelas que transmiten realidades concretas de la sociedad contemporánea de ese país.
Sus obras, completamente actuales, abordan el lugar de la mujer en la sociedad, las problemáticas que enfrentan y los retos más importantes, además de explorar las dinámicas sociales de ese país.
Para una mujer contemporánea de Corea del Sur, este reconocimiento es de gran relevancia. De hecho, es el primer Premio Nobel que obtiene el país en esta categoría, además del Premio Nobel de la Paz.
El galardón reconoce su literatura, su labor y, sobre todo, la forma en que aborda problemáticas sociales. Su obra invita a reflexionar no sólo acerca de las realidades de Corea, sino también de aquellas que se reproducen en otras sociedades en relación con las mujeres, las modas y los consumos.
Su obra más icónica es La vegetariana, traducida a varios idiomas, incluyendo versiones en español. Trata sobre una mujer que decide convertirse en vegetariana, desafiando la presión social respecto al cuerpo femenino. La protagonista, influida por varios factores, enfrenta dificultades al cambiar su alimentación.
El relato también genera conciencia sobre la matanza de animales para consumo humano. Sin embargo, esta decisión la aísla de su entorno familiar y social.
La novela es interesante porque en la sociedad coreana, la comida (especialmente cuando se consume carne) es uno de los momentos más importantes de socialización. De hecho, comer carne es considerado un lujo debido a su alto costo.
“Cualquiera que te invite a comer carne está haciendo un elogio, porque la mayoría de los alimentos son vegetales”, señaló López Rocha. Esta decisión lleva a la protagonista a enfrentar diversos retos.
Patriarcal y jerárquica
Corea del Sur es una sociedad machista basada en una estructura social confuciana, patriarcal y jerárquica, donde la mujer siempre estará subsumida a la figura de un varón. De niña está bajo la tutela de su padre, y al casarse pertenece a su esposo. Esta relación de poder desigual es permanente y tradicional.
No obstante, han surgido movimientos feministas en los últimos años. Tras el Me Too en Estados Unidos se ha levantado una ola más contemporánea de feminismo en Corea. Aunque siempre han existido mujeres defendiendo sus derechos, en este contexto contemporáneo han ganado más fuerza, apoyadas por las redes sociales y los espacios virtuales.
Persiste el machismo, mas se han logrado importantes avances en el acceso a la educación. Cualquier mujer con las posibilidades puede estudiar; el género no es una limitante para profesionalizarse.
Jóvenes feministas coreanas han comenzado a cuestionar fuertemente el machismo, y antes del movimiento Me Too ya lograban destacar en otras dinámicas de pensamiento.
Las novelas de Han Kang han sido traducidas a varios idiomas, y su popularidad internacional le ha otorgado reconocimiento dentro de su propio país. Su obra se ha destacado por la representación de su sociedad y los temas que aborda.
Desde el año 2000 ha habido una ola de jóvenes escritoras coreanas. Sin embargo, Han Kang ya había logrado abrirse camino antes de este boom de popularidad, lo que hace que su éxito sea aún más notable.
Por ello, recibir el Nobel de Literatura es muy significativo tanto para ella como para las demás mujeres coreanas, pues abre el camino a un nuevo perfil en la literatura.
Además, Corea no sólo representa el K-pop y la industria del entretenimiento, sino que también tiene otras prácticas culturales que deben ser observadas. Es común que se espere que las mujeres enseñen en universidades o escuelas, o se dediquen a la lengua, los idiomas o la pintura, habilidades en las que en el pasado eran entrenadas las hijas de élites para mejorar su “mercado matrimonial”.