- Astrolabio Político .
/ Por: Luis Ramírez Baqueiro /
“Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá”. – Johann Christoph Friedrich Schiller.
En los últimos meses, la pontificación de gobernadores elaborada por Demoscopia Digital ha arrojado datos que permiten calibrar con cierto rigor la aceptación ciudadana hacia Rocío Nahle al frente de Veracruz. En abril de 2025, la calificaron con un 57.9 % de aprobación, lo que la situaba en el lugar 13 del ranking nacional. Para marzo del mismo año la cifra había sido 55.6 %.
No obstante, las mediciones más recientes muestran un descenso significativo. Según su propia ficha en el sitio oficial de Demoscopia Digital, su aprobación cayó a 50.3 % en octubre de 2025.
Ese retroceso —casi 7 puntos porcentuales respecto de abril— obliga a considerar con seriedad el desgaste de imagen: la legitimidad ciudadana difícilmente puede prescindir de una tendencia ascendente sostenida.
Aciertos visibles, pero con luces y sombras
Es indudable que Nahle llegó al gobierno estatal con altas expectativas. Su gestión ha impulsado programas de gobierno, infraestructura, y políticas públicas que, según su administración, apuntan a un cambio estructural para Veracruz. Además, ha sabido capitalizar —al menos en sus inicios— una narrativa de orden, trabajo y renovación.
Este contexto explica por qué, para algunos, su perfil emerge como uno de los activos más preciados de su partido de cara al futuro nacional. Una gobernadora con buen nivel de aceptación ciudadana puede convertirse en figura clave para ambiciones mayores.
Sin embargo —y aquí está el punto medular— el hecho de que su aprobación haya caído a poco de cruzar el umbral de 50 % abre interrogantes. Cuando más de la mitad de la población aprueba, no significa automáticamente respaldo entusiasta. El piso de aprobación empieza a parecer más un colchón frágil que una plataforma sólida. En una entidad con retos históricos de desigualdad, inseguridad y rezago, una gestión que no logre consolidar avances tangibles puede pagar caro la oscilación en la percepción social.
Entre la vitrina nacional y las realidades estatales
Que Nahle figure como una de las candidatas con perfil nacional —junto a otras figuras de su partido— implica que su mandato no solo opera en la lógica local, sino en una doble dimensión: eficacia estatal y proyección nacional. Esa vitrina exige resultados concretos, no solo retórica.
Si Veracruz no experimenta mejoras sustanciales en rubros clave —servicios públicos, seguridad, desarrollo sostenible, justicia social— la narrativa de cambio no resistirá la prueba del tiempo. Y cuando eso ocurre, encuestas como las de Demoscopia Digital se convierten en espejos que reflejan decepciones, no triunfos.
Conclusión: ni vitrina ni blindaje automático
Rocío Nahle García llegó con buen viento. Su arranque generó expectativas. Pero las cifras más recientes de aprobación muestran que la ciudadanía comienza a evaluar con más escrutinio: los símbolos y promesas ya no bastan.
Para que su nombre siga siendo un activo valioso para su partido (y quizá para ambiciones nacionales futuras), necesita consolidar cambios reales y sostenibles en Veracruz. Si logra hacerlo, la vitrina será ventana de oportunidades. Si no… su capital político podría diluirse en medio de promesas incumplidas, desencanto y un electorado cada vez más exigente.
En la política, como en la gobernanza, las encuestas no lo son todo —pero sí son un termómetro demasiado sensible. Aunque no dudamos que Nahle García haga valer su capacidad para la consumación de grandes proyectos, razón por la cual es considerada una de los 4 activos de Morena y especialmente de la presidenta Claudia Sheinbaum para el 2030.
Al tiempo.
“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx












