Narcisismo, egolatría, autoritarismo y poder

RAÚL CREMOUX

Ya tenemos meses viendo textos y escuchando en las redes las palabras que encabezan este artículo. ¿A quién se dirigen y qué significan?

Bien lo sabemos todas las mañanas y también los fines de semana. El narcisismo es el hábito de admirarse uno mismo y desear ser admirado. La tragedia de muchos políticos consiste en que el narcisismo va sustituyendo poco a poco el interés por la comunidad y los valores que defendía. El hombre cuyo único interés es que el mundo lo admire, tiene escasas posibilidades de alcanzar su objetivo. Para el poderoso siempre es agradable tener a la mano a alguien que de modo permanente va a elogiarlo, lo merezca o no. Para ello, se requiere la suspensión de la facultad crítica y arrancar de raíz, en todos los oscuros escondites a las voces disidentes.

Veamos qué dicen psiquiatras, creadores y voces autorizadas:

Sigmund Freud. Uno puede defenderse de los ataques, contra el elogio se está indefenso.
Todo poder es querer compensar algo que incomoda tu vida. Ahí puede empeñarse todo tu existir.

Karl Jung. Todo depende de cómo ves las cosas y no de la forma en que éstas son en sí mismas.
Lo que niegas te somete, lo que aceptas te vanagloria y aquello a lo que resistes, persiste.
Quien tiene ambición de poder siempre está a la defensiva, ya que ve todo como amenazante o agresivo. Nunca descansa, siempre hay enemigos que acechan.

Alfred Adler. El megalomaníaco está clavado en la cruz de su ficción.
Una sensibilidad que pide, exige adhesión e incondicionalidad, padece un inocultable sentimiento de inferioridad.

En la política, la mentira es primordial, normalmente el político más mentiroso es el que consigue el mayor número de votos.
Los individuos peligrosos siempre persiguen a otros y, sin embargo, siempre se consideran perseguidos.

Gabriel García Márquez. A los políticos como a los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad.
Un pésimo gobernante puede llevarte a las puertas del infierno.

Honorato de Balzac. El bruto se cubre, el rico se agacha, el elegante se desviste, el político se disfraza de pobre.
Cada frase de un político popular requiere siempre de una masa de ignorantes que le escuche.
La burocracia de un populachero es un mecanismo gigante operado por pigmeos.

Georges Clemenceau. Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro.
El poder es la más completa de las servidumbres y cuando a él llega un carácter autoritario, la población siempre lo paga muy caro.

Le Duc Tho. Cuando hay muchos pobres el gobernante no habla, sólo actúa.
El invasor comienza por tragarse al dirigente para que gobierne mintiendo y prometiendo lo que sabe no cumplirá.

Alfonso X el Sabio. Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen.
Todo hombre que gobierne, debe guardar celosamente sus palabras ya que, cuando salen de su boca, se expone al juicio del pueblo y del ridículo.

Julio Cortázar. En la política no hay buenos o malos gobernantes, sólo hay buenos o malos resultados.
El autoritario no respeta la palabra ni siente amor por los demás, está obsesionado con ampliar el poder para resguardarse de sus temores.