03.12.2025.- El empresario tailandés Nawat Itsaragrisil, presidente de Miss Universe Thailand, presentó una demanda penal por difamación contra Fátima Bosch, Miss Universo 2025 en un caso que no solo refleja un enfrentamiento personal, sino que ha reavivado el debate sobre cómo los certámenes de belleza continúan reproduciendo prácticas de cosificación y subordinación de las concursantes.
El altercado se originó el 4 de noviembre, cuando Bosch fue increpada por Itsaragrisil por no haber difundido contenidos sobre Tailandia como el empresario quería sin pagar un solo centavo.
El directivo la presionó para grabar videos promocionales, lo que derivó en una discusión pública y en la intervención de personal de seguridad.
Bosch empoderada no se dejó del maltrato y abuso de Nawat y denunció que fue insultada frente a otras participantes, asegurando que la llamó “tonta” o “estúpida”. La acusación se viralizó y generó un intenso debate sobre la conducta del empresario y el trato hacia las concursantes.
Aunque posteriormente hubo un intento de disculpa, la tensión se mantuvo y, tras la coronación de Bosch como Miss Universo, ambos aparecieron juntos en imágenes que pretendían mostrar cordialidad.
Para muchos, la escena en la final fue un retrato hipócrita de un sistema que busca maquillar los conflictos internos con gestos superficiales de unidad.
Bosch, sin embargo, insistió en que había sido agredida verbalmente y se negó a ser instrumentalizada como figura publicitaria, lo que fue interpretado como un acto de empoderamiento frente a prácticas que históricamente han reducido a las concursantes a meros objetos de promoción.
La demanda presentada en Tailandia sostiene que las declaraciones de Bosch dañaron la reputación de Itsaragrisil y de la organización.
La reacción pública ha sido dividida: mientras seguidores de Bosch la defienden como víctima de un trato irrespetuoso y de un intento de explotación mediática, sectores ligados a la organización respaldan al empresario y niegan que haya habido insultos.
El conflicto ha puesto en entredicho la imagen de Miss Universo 2025, apenas semanas después de la coronación de Bosch y en medio del escándalo porque uno de los accionistas ha sido acusado de vicnculos con el crimen organizado.
Su reinado ya es considerado uno de los más polémicos en la historia del certamen, no solo por los rumores sobre su triunfo, sino por la tensión con directivos del concurso.
Más allá de lo jurídico, el caso refleja cómo las concursantes enfrentan presiones que van más allá de la competencia: se les exige ser imagen de empresas y países, mientras se minimizan sus señalamientos de violencias machistas
La historia de Bosch e Itsaragrisil, marcada por agresiones verbales, disculpas aparentes y ahora una demanda, se ha convertido en un símbolo de las contradicciones que rodean al concurso de belleza más mediático del mundo.
En este contexto, la postura de Bosch al negarse a ser utilizada y al denunciar públicamente lo ocurrido abre un debate sobre la necesidad de transformar estos certámenes para que dejen de reproducir mecanismos de exclusión y violencia simbólica contra las mujeres.












