Ni miedo ni respeto .

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/Ana María salazar /

Las imágenes del borracho que abrazó, besó y acosó sexualmente a la presidenta de México, dio la vuelta al mundo. Un golpe más a la imagen del país, y de Claudia Sheinbaum.

La misma presidenta señaló una realidad muy dolorosa que viven las mujeres en nuestro país: Si a la presidenta la pueden acosar sexualmente, ¡imagínese que es lo que enfrentan todas las mexicanas! Y los medios nacionales e internacionales reconocieron la importancia de que la presidenta pusiera una denuncia penal en contra del acosador. Además, durante la conferencia mañanera se anunció un programa integral para enfrentar el acoso y el abuso sexual que incluye homologar el tipo penal a nivel nacional, agilizar denuncias y atención a víctimas, y desplegar campañas de prevención y capacitación con enfoque de género. Y aunque horas después del anunció surgieron cuestionamiento de la viabilidad de esta propuesta por la falta de recursos, especialmente para las fiscalías estatales y los juzgados.

Pero por lo menos este crimen cometido en contra de la presidenta inició un debate y discusión pública sobre el criminal e inapropiado comportamiento de hombres mexicanos en público. Pero, también no hay que subestimar el error que cometió la presidenta cuando anunció que no cambiaría ni incrementaría su seguridad.

Esta posición es una irresponsabilidad y sus declaraciones de hecho incrementan los riesgos a la integridad física de la presidenta. Un borracho puede acercarse, por la espalda de la mandataria, abrazarla, tocarla indebidamente en su pecho e intentar besarla, a unos metros de Palacio Nacional- esto sucediera supuestamente en el lugar más seguro para la mandataria- y ella insiste en no cambiar ni los protocolos ni a los encargados de su seguridad.

Parecería que no hay consecuencias ni para los borrachos, individuos o grupos que buscan acercarse a la presidenta cuando se encuentre en eventos en públicos o en giras, ya sea para acosarla, exigir una “selfi,” demandar que ella escuche sus demandas, o inclusive amenazar la integridad física de la mandataria. Si fue fácil para un borracho acercarse a la presidenta, otros seguramente buscaran hacer lo mismo.

No la respetan. No le tienen miedo.

Y esto es una combinación peligrosa, no solo porque es mujer, pero porque la presidenta ha tomado la decisión de enfrentar individuos y organizaciones criminales que han asesinado 20 años. Y su seguridad debería de reflejar que es presidenta de un país que es peligroso para funcionarios que los enfrentan. Y aunque la presidenta no quiera reconocerlo, la falta de seguridad no ayuda a que la población y los grupos criminales la respeten. Es todo lo contrario.

También la reacción inicial del gobierno al asesinato de Carlos Manzo fue catastrófica y el mensaje de la presidenta, de nuevo, envió un mensaje peligrosamente equivocado. Y aunque la presidenta Sheinbaum cambió tu tono y mensaje inicial de la muerte del presidente Municipal de Uruapan, anunciando un “plan integral” que busca revertir la violencia en Michoacán mediante una estrategia que combine seguridad, procuración de justicia, desarrollo socioeconómico y políticas culturales y educativas orientadas a la prevención de la violencia. Analizando los cuatro ejes del programa, que incluye reforzar operativos, desarrollo económico, y educación para la paz. El tono de la propuesta se asemeja a los seis años de “abrazos y no balazos”- no infundieron ni miedo ni preocupación a las organizaciones criminales que azotan Michoacán y el resto del país. Una semana antes, criminales asesinaron a otro valiente ciudadano, Carlos Bravo, líder del sector limonero y el gobierno no hizo nada. Ahora, lo que más enfurece de la reacción de la Presidencia es que la propuesta no hace nada para asegurar la integridad física de los presidentes municipales y valientes funcionarios y lideres locales dispuestos a enfrentar las organizaciones criminales que controlan los municipios del país. De hecho, el mensaje de esta semana, para estas organizaciones criminales, es que pueden que pueden matar a aquellos individuos que osan enfrentarlos, y no pasa nada. Porque los criminales no la respetan, ni tienen miedo. Y esto se va a traducir en mas violencia y mas asesinato de funcionarios hacia el futuro. Y con la elección de jueces y la reducción de recursos para el funcionamiento de la rama judicial, los criminales del país tendrán pocos incentivos para dejar delinquir y azorar a la población.