Ni Trump, ni AMLO, ni Claudia. Aquí mandan los narcos

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/ FRANCISCO RODRÍGUEZ / 

 Convertida ya en una entelequia por López Obrador y por su secuaz Claudia Sheinbaum, la Constitución señala que la soberanía en México recae en el pueblo y que “toda autoridad dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.

En palabras de la señora Presidente formal y en resumen, “en México, el pueblo manda”.

Ambos ampulosos conceptos son ya meras ficciones.

Ni manda Donald Trump, como recién presumió, –en ““México hacen lo que les decimos que hagan” hasta con cierta cortesía, pues no dijo “¡cómo les ordenamos!…

… como tampoco lo hace AMLO y, mucho menos, Sheinbaum.

¡En prácticamente todo México es el crimen organizado el único que manda!

Lo hace incluso desde las prisiones de “alta seguridad” –no se ría–, como ingenuamente ya confesó el favorito de Palacio, Omar García, como justificación para enviar a los tribunales estadounidenses a más delincuentes que ya estaban recluidos en instalaciones carcelarias que, él lo admite, no puede y quizá no quiere controlar por los altos dividendos que ahí rinde la extorsión, por ejemplo.

Manda el narco y hasta cobra sus propios impuestos –“de piso” y/o extorsiones– en vastas regiones del país en las que incluso ha establecido un control de precios, siempre al alza para quedarse con las diferencias, a los productos de consumo básico para la población. Son más, muchos más, los mexicanos que contribuyen al CO que quienes lo hacemos al SAT.

Mandan los grupos delincuenciales de todo tipo y tamaño al imponer candidatos a cargos de elección popular –asesinando incluso a aquellos que no son de su agrado o conveniencia– a quienes entroniza en ayuntamientos, en cámaras legislativas e incluso en gubernaturas… tal vez hasta en cargos del Ejecutivo Federal, por la “intolerable alianza” que el régimen de Cuarta… Transformación mantiene con ellos.

Puede ser, en tal sentido, que el tablero de control sí se ubique ahora en Palenque. Pero quienes dicen qué palancas mover y que botones hay que oprimir son “los señores”, porque son de casa “La Chingada” y porque “también tienen derechos humanos”.

Donde definitivamente no hay control ni mando es en Palacio Nacional. Se nota a leguas… como las que separan al Zócalo de la Pennsylvania Avenue en el DC.

El mandatario estadounidense, tampoco manda, pero, eso sí, influye… so pena de castigar a quien no escuche sus reclamos y “sugerencias”. Y lo hace abiertamente. Lo alardea.

Aquí, por la asimetría de fuerzas y porque Trump ya los exhibió en la maroma con los delincuentes, los cuatroteros no tienen de otra más que acatar lo que les indican desde las riberas del Potomac.

 

Se les han sometido desde siempre

 

Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto, López Obrador –sólo para mencionar a los más recientes– se han enfrentado, con diferentes grados de dificultad, a la misma disyuntiva que hoy enfrenta Sheinbaum: atender las insinuaciones de los inquilinos temporales de la Casa Blanca y simular independencia y soberanía… o rebelarse a los designios imperiales y sufrir las consecuencias.

Todos han cumplido y ahora cumplen cabalmente. La jettatura estadounidense no para. La influencia nociva ha sido reproducida a cabalidad en todos los períodos. El objetivo superior de los nacionalistas es rebelarse contra el designio infame. Sólo Dios sabe cuándo lo podremos lograr.

Desde 1822, cuando llegó al Primer Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide el primer enviado extraordinario y ministro plenipotenciario (no se nombró un embajador hasta 1896) de James Monroe, mandatario de la entonces naciente potencia, Joel Roberts Poinsett ha sido demasiado el daño infligido a la lucha por la supervivencia y a las libertades democráticas de este país.

Fulton Freeman, el embajador gabacho, inclinó la mano del gorilato diazordacista para masacrar a los estudiantes en ’68, espantando con el petate del muerto del comunismo criollo, tal y como, 58 años antes Henry Lane Wilson, mantuvo un papel controversial durante la Revolución de 1910: Inicialmente, apoyó a Francisco I. Madero, pero luego se involucró en la política interna mexicana para defender los intereses de las empresas estadounidenses. Su intervención, incluyendo su participación en el Pacto de la Embajada, contribuyó a la caída de Madero y al ascenso de Victoriano Huerta.

 

AMLO, ¡hasta se le empinó a Trump!

 

George Bush, el eterno jefe de la CIA, intervino en el programa nunca acabado para privatizar y entregarle a Houston la riqueza petrolera, siempre ambicionada por los estrategas de seguridad estadounidense y, con Salinas, la firma del “espíritu de Houston” que dio origen al TLC…

… William Clinton, tomando por el trasero a Zedillo, impuesto como sucesor del asesinado Colosio, salvando a su régimen con un préstamo inconsulto en México y no autorizado por el Capitolio…

… con Fox se cumplimentaron los compromisos de alternancia política “sugeridos” a México tras el escandaloso fraude electoral de 1988 y el ahora guanajuatense le cumplió, asimismo, al otro Bush, el junior, en reciprocidad al evitar que AMLO llegara al poder en el 2006…

… Calderón inició una pantomima de “guerra al narco” para que en nuestro territorio corriera la sangre y no allá en el de los gabachos…

… arrepentidos los gringos dieron una segunda y tal vez última oportunidad al PRI para entronizar en La Silla al corruptote Peñita, quien les devolvió, vía sus consensuadas “reformas estructurales” y en aparentes subastas los yacimientos petrolíferos…

… y aún antes de tomar posesión, la mancuerna AMLO-Ebrard se empinó ante aquel otro Trump –no tan poderoso ni soberbio como lo es ahora– para convertir a México en “un tercer país seguro” para migrantes expulsados de EU con nacionalidades distintas a la nuestra, sin que su gobiernito recibiera ninguna contraprestación.

Botones de muestra, apenas, de un entreguismo total hacia los poderes reales y fácticos de un imperio que va cada vez se más chiquito, pese a los afanes de Trump de convertirse en el amo del mundo.

Todos los últimos presidentitos mexicanos cuelgan hoy en el mecate de los descastados.

Han atendido “sugerencias”, reclamos, directrices de los poderosos política, económica y financieramente de los Estados Unidos.

Todo, en nombre de la dependencia estructural. La obediencia ciega a las directrices fracasadas en el seno del Imperio ha sido una maldición cantada.

Todos, en la dura realidad han sido y son sometidos a los caprichos, sugerencias, indicaciones y hasta órdenes de quien en cada ocasión se siente frente al escritorio del llamado Despacho Oval.

¿La soberanía reside en el pueblo mexicano?

¿El pueblo manda?

¡Juzgue usted!

 

Indicios

 

El régimen de Cuarta… sigue provocando a Donald Trump y a sus halcones republicanos, porque ya se hizo público lo que allá en el norte geográfico saben desde hace mucho: Que además del regalo de combustibles, contratación de “médicos”, adquisición de medicamentos de dudosa calidad como las vacunas para prevenir el Covid y ahora para tratamiento de cáncer, el gobiernito también le regala cientos de millones de los pesos de los contribuyentes al SAT al régimen castrista, ahora encabezado por Miguel Díaz-Canel, libros de texto para enseñanza básica en las que en todas las materias se ensalza a la figura del “Comandante Fidel”. Por eso y otras cuestiones más, el secretario de Estado Marco Rubio, conciencia en política exterior del anaranjado personaje, ni quiere entrevistarse con Sheinbaum ni da el Vo. Bo. para que ella viaje a Washington. * * * Una vez más le reitero mi reconocimiento por haber leído estas líneas y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

 

 

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