Nicaragua y México: la Historia Cuarenta Años Después

*Ortega: Comandante Guerrillero en el siglo XX y Tirano en el XXI

*El Apoyo Económico Priista al Frente Sandinista de Liberación Nacional

*Una Previa Entrevista de Fidel Castro y José López Portillo

*La Ruptura con Anastasio Somoza y el Viaje de los Refugiados

*Hoy la Represión y el Terror Cabalgan en el País Centroamericano

*Y la Política Exterior Mexicana Hace el soberano Ridículo

Por Nidia Marín

Nicaragua está que arde. Daniel Ortega y Rosario Murillo, presidente y vicepresidenta, respectivamente, sacaron las uñas de dictadores y arrastran al país a una confrontación, que pudiera llegar a ser armada. Hoy, una cosa son los sandinistas y otra Daniel Ortega, quien tras de cuatro mandatos se ha convertido en tirano. Pero ¡lástima! México lo avala.

Ya se cumplieron el pasado 20 de mayo, 42 años de que México rompió relaciones con la Nicaragua del dictador Anastasio Somoza y en dos semanas más (el 19 de julio) será el aniversario, también 42, del triunfo de la Revolución Sandinista.

Nicaragua y los comandantes guerrilleros le deben a México una buena parte de aquella victoria, porque entonces, en el gobierno de otro López (José López Portillo) tras el asesinato en enero de 1978 del periodista Pedro Joaquín Chamorro, director del periódico “La Prensa”, el comandante Tomás Borge, quien era el líder de la fracción denominada “guerra popular prolongada” logró que, vía el Partido Revolucionario Institucional, sí, el PRI, encabezado por Gustavo Carvajal Moreno (dirigente de febrero de 1979 a marzo de 1981) le entregara un millón de dólares para la guerra sandinista.

Y sobrevino la ira y posterior reclamo somocista contra México y su presidente, mientras en Nicaragua se redoblaban las acciones guerrilleras. Pero López Portillo se reuniría con Fidel Castro en Cozumel el 17 de marzo de 1979 en visita oficial.

 Esa reunión la trabajamos el director de Misión Política, Jesús Michel Narváez, para El Sol de México y esta reportera que cubría Presidencia de la República para El Universal. El día anterior (16 de mayo) en Quintana Roo la sorpresa dada por Jolopo fue mayúscula respecto de su gabinete, al renunciar Jesús Reyes Heroles, a la Secretaría de Gobernación (llegaría Enrique Olivares Santana); Santiago Roel García, a la Secretaría de Relaciones Exteriores (ingresó Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa); y Ricardo García Sáinz a la Secretaría de Programación y Presupuesto (lo sustituyó Miguel de la Madrid Hurtado).

Y se cimbró el país, no solamente por la salida de aquellos notables personajes, sino porque tras aquellas conversaciones con Fidel Castro Ruz, el ejecutivo mexicano también sostendría una reunión con el mandatario de Costa Rica, Rodrigo Carazo Odio, quien apoyó y negoció activamente al sandinismo.

 Llegó la ruptura de relaciones con el gobierno somocista (de lo que se encargó el titular de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda de la Rosa, así como el embajador en aquella nación Gustavo Iruegas) y menos de dos meses después el triunfo sandinista.

LAS BOTAS GUERRILLERAS EN PALACIO NACIONAL

Fue entonces que, en agradecimiento, las botas guerrilleras extranjeras ingresaron por vez primera a Palacio Nacional (otro guerrillero les habría ganado la delantera, sí, Villa ya se había sentado en la silla), quienes visitaban constantemente nuestro país, después de que López Portillo puso a su disposición el avión Quetzacóatl (en el cual previamente se habían trasladado a México cientos de refugiados que huían de Somoza y sus esbirros).

En aquella ocasión, asistieron varios comandantes guerrilleros, entre los cuales estuvo el poeta Jaime Weelock Román, quien con el tiempo dirigió la reforma agraria sandinista, fue becario de un programa de posgrado en Estados Unidos (en 1990) y hoy discrepa completamente de Daniel Ortega, hombre que tuvo una metamorfosis y desde hace 20 años está en el ojo del huracán.

Tomás Borge, visitaba frecuentemente México, tal y como lo hizo a finales de 1979, cuando estuvo en Oaxtepec, Morelos en una convención. El murió de cáncer a los 81 años en 2012.

Borge, por cierto, era el último sobreviviente de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Los demás (Silvio Mayorga,Germán Pomares, Rigoberto Cruz, alias “Pablo Ubeda”, Jorge Navarro Ortega y Francisco Buitrago murieron en batalla.

En el Tercer Informe de Gobierno, José López Portillo aludió a Nicaragua:

“Debido a la violación masiva de los Derechos Humanos, ampliamente documentada en el Informe de la Comisión Interamericana, y a las agresiones bélicas indiscriminadas de que era víctima desde el año pasado la población civil, el 20 de mayo el gobierno mexicano dio por concluidas sus relaciones con el gobierno dictatorial de Anastasio Somoza.

“El 18 de julio expresamos nuestro reconocimiento oficial y beneplácito personal a la Junta Popular del Gobierno de Reconstrucción del hermano pueblo de Nicaragua, con el que , en la medida de nuestras posibilidades, estaremos a su lado en la difícil etapa de su resurgimiento.

“Están aquí -y es un honor para nosotros- los representantes del Gobierno de Reconstrucción de nuestra hermana República de Nicaragua”.

Dice Monica Tussaint Ribot en su trabajo “La política exterior de México hacia Centroamérica en la década de los ochenta: un balance ex, post-facto” (Dialanet):

“Finalmente, a partir del triunfo de la revolución sandinista el 19 de julio, la diplomacia mexicana decidió dirigir sus esfuerzos en dos sentidos: tratar de proteger al nuevo gobierno revolucionario de los embates de la política exterior norteamericana y, al mismo tiempo, tratar de moderar al nuevo gobierno a fin de conservar el carácter pluralista de la revolución.

“Para ello, México propuso un pacto de no agresión de Estados Unidos hacia Nicaragua y se convirtió en gestor permanente ante Washington para persuadir al gobierno norteamericano de no intervenir en Nicaragua; en abastecedor de petróleo a los nicaragüenses, junto con Venezuela;19 en garante ante la banca internacional de la deuda externa de Nicaragua, y en suministrador de ayuda económica y técnica.20 El apoyo del gobierno mexicano a la revolución nicaragüense fue entonces abierto, decidido y franco”.

NO CAMBIAR TODO SOLO POR CAMBIAR

Por cierto, López Portillo dijo en ese su tercer año de gobierno: “Pronto tendremos sólo tres años futuros para influir en el acontecer nacional; para aprovechar los vientos propicios, porque tenemos puerto de arribo: ni cambiar todo por cambiar, a costa incluso de la seguridad y tal vez para nada ganar, ni tampoco nada cambiar, para no alterar lo establecido y perpetuar el letargo y sus injusticias”.

“Falsos extremos de la disyuntiva de quienes no tienen puerto, ni vientos, ni nave y por eso quieren las tormentas.”

Hoy esas palabras le caen “como anillo al dedo” al ocupante de palacio.

Los comandantes que continuaron su labor en aquel país fueron: Sergio Ramírez, fundador del Movimiento Renovador Sandinista y escritor (actualmente en discrepancia absoluta con Ortega y radicado en México); Edén Pastora, que tras ser viceministro se levantó contra los sandinistas con un grupo denominado “Los Contras” y murió el año pasado; Luís Carrión hace unas semanas salió de Nicaragua para asilarse en otra nación; Hugo Torres (comandante uno) está preso por órdenes de Daniel Ortega, así como también Dora María Téllez (comandante dos).

Hoy, arde Nicaragua, mientras México y Argentina les dan la espalda a los sandinistas y avalan la represión que está ocurriendo en ese país centroamericano con el nuevo dictador “de izquierda”.

Al presentar su informe José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, advirtió:

“Nicaragua está ante una hora critica que no tiene un ejemplo similar en los últimos 30 años en América Latina”.

Resaltó la existencia de “una estrategia gubernamental para eliminar la competencia política, reprimir el disenso y facilitar la reelección de Ortega para un cuarto mandato consecutivo”.

Señaló: “No recuerdo una represión así, donde vayan casa por casa y simultáneamente se arreste a los principales líderes que pueden disputarle el poder a Ortega, sin el debido proceso y violando todas las normas básicas del Estado de Derecho, manteniendo a todos separados de sus familias”.

Respecto de la abstención de México y Argentina Vivanco criticó severamente el hecho. “Es una vergüenza”, dijo, aunque posteriormente reconoció que Argentina modificó su posición, aunque México no lo hizo.

Hizo notar que los dos países “invocan el principio de la no injerencia para justificar su posición”.

Lo más lamentable de todo esto es que pareciera que México va en el camino de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes actualmente controlan el Congreso, el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Policía y el Ejército.

Nuestra Política Exterior, pues, es de pena ajena, tan discutible como la política interior.

¡Lástima!