Yamiri Rodríguez Madrid
Como parte de los usos y costumbres de las comunidades indígenas veracruzanas, año con año, durante décadas, niñas han salido de sus hogares para ser empleadas domésticas en otros municipios de la entidad o, incluso, en otros estados.
Las buscan muy jóvenes, casi niñas, a fin de “poder hacerlas a su manera”; a cambio de una paga a su familia, se van a cientos de kilómetros de distancia de sus hogares y, si bien les va, una vez al año pueden regresar a ver a los suyos. Algunos “patrones” les permiten seguir estudiando: las envían a la primaria o secundaria o las inscriben en cursos técnicos, como belleza o costura, para que cuenten con un oficio y no se dediquen toda la vida al trabajo doméstico.
Pero en muchos otros casos hay explotación laboral, a pesar de su corta edad, así como abuso sexual. Hay niñas cuidando niños y niñas a las que se les practican abortos porque el patrón la ve como un objeto. Las familias por ignorancia, o por no tener otra boca que alimentar, hacen como que no ven estas situaciones y así pueden estar años en una casa trabajando por una mísera cantidad y en condiciones que pueden llegar hasta la trata. Desafortunadamente, aunque son prácticas recurrentes, nuestras autoridades y representantes populares, voltean hacia otro lado para no meterse a frenar este tipo de situaciones.
De vergüenza es la campaña que la Secretaría del Trabajo en Veracruz tiene para evitar la explotación laboral infantil, pese a que los datos del INEGI arrojan que estamos en los primeros diez lugares nacionales en los que los menores trabajan a edades muy tempranas en actividades que estás prohibidas, entre estas el trabajo doméstico. Un simple diseño y es todo lo que han hecho en tres años para un problema de tal magnitud y, la titular, Diana Estela Aróstegui Carballo, hace como el avestruz cuando se le pregunta sobre este tema.
Diputados locales como Henri Christophe Gómez Sánchez y Deisy Juan Antonio, de las comisiones de Asuntos Indígenas y Derechos Humanos, respectivamente, prefieren no meterse en camisa de once varas y les avientan la bolita a diputados de otras comisiones argumentando que ellos pudieran tener opiniones sobre el tema. El diputado federal por el distrito, el también morenista Humberto Pérez Pardavé, por las mismas, lejos muy lejos de tener un interés real por resolver los problemas que aquejan el Totonacapan.
Y el DIF estatal es invisible ya en todos los temas que son de su cancha. Cero campañas, cero interés por atender a la infancia veracruzana; olvídese que se traslade a zonas indígenas a hacer campañas de concientización sobre la trata y otros delitos. Así es difícil, imposible, que los males sociales de Veracruz puedan tener pronta solución. Cuando permea el desconocimiento y el desinterés, nada se puede cambiar.
@YamiriRodriguez