No a la sátira de la desgracia en Veracruz.

  • Confidencias .

/ Por Evelyn Hernández /

Rocío Nahle debería contar con el respaldo total de la bancada morenista en el Congreso local, así como de los senadores veracruzanos, para hacer frente a los retos en materia de seguridad. Quienes dividen y lucran con el dolor de las familias víctimas de la violencia son cobardes. En estos momentos, lo que se debe privilegiar es el bienestar del estado. No apoyar a Rocío es, simplemente, mezquino.

La revisión de los penales que actualmente se realiza es positiva, pero lo que verdaderamente debe erradicarse es la corrupción. No son solo algunos reos los responsables de la violencia dentro de los centros penitenciarios, sino también la complicidad de las autoridades y la omisión institucional que impide construir un sistema penitenciario que garantice la readaptación social y el respeto a los derechos humanos de los internos.

No estamos de acuerdo con que se haga sátira de la tragedia, ni con que se difundan ideas que buscan atribuir la violencia y las víctimas fatales a campañas de odio o de desprestigio. Que haya quienes intenten politizar el dolor humano es indignante. La violencia en Veracruz es un problema real, profundo, y en lugar de reprocharle todo a la gobernadora, habría que respaldarla.

Rocío Nahle debería contar hoy con el apoyo del gabinete de seguridad, del Congreso local y de los senadores veracruzanos. Sin embargo, hay quienes, en un afán egoísta, buscan dividir y debilitar. Los operadores políticos están fallando, quizá. Lo cierto es que lo mínimo que se esperaba era que la bancada morenista en el Congreso saliera a respaldarla, y no lo ha hecho. Esa omisión ha sido aprovechada por la oposición para atacar y generar narrativas de división dentro de Morena, con miras a futuras disputas políticas.

Pero de lo que se debería hablar no es de divisiones, sino de unidad. De que el objetivo común debe ser pacificar Veracruz y garantizar la seguridad. El gobierno de Rocío Nahle apenas comienza. Hay que darle la oportunidad de demostrar que sí se pueden hacer las cosas, más aún siendo la primera mujer en gobernar Veracruz.

Lo verdaderamente cobarde es que sus propios allegados no la estén respaldando. Es cierto que la estrategia de seguridad no ha dado resultados y se deben hacer ajustes urgentes, pero no se puede hablar de un fracaso cuando su gobierno apenas inicia. Hacerlo sería injusto.

Tal vez sus palabras han sido malinterpretadas por sus detractores, quienes sí están operando en su contra, pero eso no la convierte en la responsable de esta crisis. La responsabilidad también recae en quienes permitieron que el crimen avanzara en Veracruz hasta niveles alarmantes.

Es urgente un cambio profundo en la política de seguridad: más infraestructura, inteligencia policial, exámenes de confianza para los elementos, y un mayor despliegue de fuerzas. Hay muchas acciones que pueden implementarse para mejorar la situación. Pero los conflictos internos dentro de Morena —como los que se sugieren entre el senador Manuel Huerta y la gobernadora— no ayudan en nada. Dinamitan al partido y limitan la capacidad de reacción institucional.

Este es el momento de sumar, no de dividir. Es el momento de respaldar a una gobernadora que fue elegida democráticamente por el pueblo veracruzano. La responsabilidad de enfrentar esta crisis es compartida, y merece ser atendida con seriedad y respeto hacia un pueblo que hoy vive con miedo y angustia.

Se debe hacer un llamado a la congruencia y dejar atrás los debates estériles que no llevan a ningún lado. Los hechos recientes de violencia deben ser investigados y se deben deslindar responsabilidades. Las familias de las víctimas así lo exigen. Y como hemos insistido antes: es urgente revisar y replantear la estrategia de seguridad en el estado.